Mr. Cumbia man
En una tierra en la que el acorde¨®n estaba por completo al servicio del corrido, Celso Pi?a introdujo el vallenato como un desaf¨ªo tan descomunal como destruir el Leviat¨¢n
Celso Pi?a pose¨ªa un aura especial. Su persona. Tenerlo en frente te transmit¨ªa la sensaci¨®n de que era m¨¢s que solo un m¨²sico. Imagina que est¨¢s bajo el calor del desierto a cuarenta grados y a unos pasos hay un jarr¨®n de barro con agua fresca. Eso sent¨ªas al estrechar su mano. En ¨¦l conflu¨ªan una multitud de s¨ªmbolos: Los sonideros, El Che Guevara, Macondo, Garc¨ªa M¨¢rquez, el (otro) acorde¨®n norestense, los Corraleros del Majagual, Colombia, El Cerro de la Campana, El sol del Monterrey de Alfonso Reyes, etc. Se sab¨ªa depositario de un conjunto de identidades. Y con esa herencia invent¨® un nuevo g¨¦nero: el regiovallenato.
Fue a principios de los noventas cuando ¡°Ron, tabaco y esperma¡± se hizo escuchar fuera de Nuevo Le¨®n. Y ya nada fue lo mismo. Celso Pi?a conquist¨® los corazones del continente. Lo que su sonido puso de manifiesto fue que la mejor m¨²sica del pa¨ªs en ese momento se produc¨ªa en el noreste, a los pies de un cerro. Con toda la carga de laboratorio social que ello implica. Ese cruce entre la posmodernidad y la cultura norte?a. En ese norte que hab¨ªa fenecido para engendrar el postnorte se origin¨® el fen¨®meno: el vallenato contaba con un nuevo embajador. Y no hab¨ªa salido de Medell¨ªn o de Bogot¨¢. Hab¨ªa nacido en un barrio bravo de Monterrey.
En una tierra en la que el acorde¨®n estaba por completo al servicio del corrido, introducir el vallenato era un desaf¨ªo tan descomunal como el que supone que una embarcaci¨®n con un solo hombre destruya al Leviat¨¢n. De ah¨ª su nombre de batalla: El rebelde del acorde¨®n. Lo que su rebeld¨ªa buscaba era romper el molde. Demostrar que la ciudad, la cultura, y sobre todo la identidad est¨¢n en constante proceso de construcci¨®n. Que la tradici¨®n musical se puede reescribir. Que la reapropiaci¨®n es la principal moneda de cambio en estos tiempos de globalizaci¨®n. Darle la espalda a la m¨²sica norte?a y poner los ojos en Colombia. Introducir la concepci¨®n inconcebible de que la m¨²sica norestense era (es) m¨¢s que una historia de pistoleros.
Pero Celso no fue un terrorista musical ni realiz¨® campa?a alguna en contra de g¨¦nero alguno. Su filosof¨ªa era ¡°m¨²sica es m¨²sica¡±. Lo deja claro en Interludio 1 de su disco Barrio Bravo. Bajo esta convicci¨®n transit¨® todos los ritmos posibles. Desde su versi¨®n del vallenato colombiano hasta la fusi¨®n con el rock, M¨¢s all¨¢ del sol de Alex Lora, la m¨²sica brasile?a, Solo quiero un xod¨® o la orquestal, grab¨® un disco de sus ¨¦xitos junto a la Orquesta de Baja California. Para Celso no hab¨ªa tab¨²es. Y no era un fundamentalista de nada. Fue un acordeonista que no ten¨ªa problema en cambiarse acera siempre que la situaci¨®n fuera propicia.
Fue precisamente con Barrio Bravo (2001) que comenz¨® a expandirse su promiscuidad. ¡°Cumbia sobre el r¨ªo¡±, en colaboraci¨®n con una parte de Control Machete, puso a bailar a un pa¨ªs que se enfrentaba por primera vez a un hecho hist¨®rico tremendo y sin precedentes, la transici¨®n pol¨ªtica. La entrada al nuevo milenio exig¨ªa un ritmo novedoso que acompa?ara esos fen¨®menos. La subcultura de la cumbia hac¨ªa a?os que viv¨ªa en la clandestinidad en distintas partes del noreste, en La Indepe Colombiana, en La Comarca Lagunera y tambi¨¦n en Tamaulipas. Pero Celso fue m¨¢s all¨¢ le puso soundtrack a la vida en los barrios de Ciudad Ju¨¢rez, Tijuana y Culiac¨¢n, y despu¨¦s a todo M¨¦xico. Algo que no hab¨ªa ocurrido desde los tiempos de Rigo Tovar.
Barrio Bravo es un disco ¨²nico en el panorama de la m¨²sica en M¨¦xico. Es pionero de lo intergen¨¦rico. Si bien antes existieron aproximaciones de este tipo, es el primero en conseguir la simbiosis perfecta. Contiene varias canciones que ahora son cl¨¢sicos: Cumbia sobre el r¨ªo, Cumbia de la paz?y Cumbia poder, donde Celso abraza el chuntaro style de El Gran Silencio. Las letras de estas rolas evidencian el momento de exaltaci¨®n por el que atravesaba Celso con el ritmo. Est¨¢ hasta arriba de cumbia. Est¨¢ sufriendo un pas¨®n de cumbia. Es imposible no contagiarse de su enfermedad. Baste darle play a cualquiera de estos tracks para percatarnos de que lo que escuchamos es el enamoramiento puro.
Menci¨®n aparte merece Aunque no sea conmigo, un bolerito ap¨®crifo disfrazado de balada que se ha convertido en una pieza insigne del desamor. Basta ¨¦sta sola canci¨®n para ingresar a Celso en el pante¨®n de los boleristas ilustres.
El mejor momento de Celso transcurri¨® durante los primeros a?os del 2000. Su siguiente disco, Mundo Colombia (2002) conserva todav¨ªa todo el power del Celso en su c¨²spide. Su versi¨®n de ¡°La piragua¡±, en dueto junto a Julieta Venegas, es de las m¨¢s bellas que se hayan hecho sobre la composici¨®n de Alberto Barros. Despu¨¦s las colaboraciones continuaron y la popularidad de Celso se volvi¨® imparable. El acordeonista de Hamel¨ªn que hab¨ªa hecho bailar a Gabo hab¨ªa dejado clarito, como en el bolero, que para el regiovallenato no existe horario ni fecha en calendario cuando las ganas se juntan. Y eso fue lo que ocurri¨®: las ganas de los o¨ªdos de un pa¨ªs en perpetua crisis se juntaron con El rebelde.
Mr. Cumbia Man, otro de sus alias, que adem¨¢s lo describe a la perfecci¨®n, muri¨® hace unas horas a los sesenta y seis a?os. Pero su muerte no ha dejado un vac¨ªo. Al contrario, nos ha legado un enorme patrimonio. Dicha riqueza est¨¢ contenida en una amplia discograf¨ªa. El hombre que hizo el Norte m¨¢s Norte: inclasificable, imprevisible, en transformaci¨®n continua.
Nunca lo olvidaremos.
Y qu¨¦ mejor manera de decirle adi¨®s que con estos versos de ¡°Oye¡± de Mundo Colombia:
Oye, si supieras lo que siento / Oye, si supieras que te adoro / Oye, que por ti me estoy muriendo / Oye, que por ti me vuelvo loco.
Goodbye, loco.
Carlos Vel¨¢zquez es un escritor mexicano.?
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