¡®Star Wars¡¯ revoluciona Disneyland
Probamos en California la nueva atracci¨®n que ha costado 1.000 millones de d¨®lares y que abrir¨¢ en Orlando el pr¨®ximo 29 de agosto
Son las ocho de la ma?ana y a¨²n no da el sol en las calles de este pueblo perdido de la galaxia cuando un r¨ªo de turistas de todo el mundo con mayores, ni?os, carritos de beb¨¦ y sillas de ruedas, camina apresurada en fila, abre los ojos y lanza exclamaciones al ver por primera vez, en tama?o real, el Halc¨®n Milenario. Son los primeros visitantes de un d¨ªa de agosto en Star Wars: Galaxy¡¯s Edge, la nueva atracci¨®n que ha revolucionado el parque Disneyland en Anaheim, California. Han venido a volar en el Halc¨®n, van a construir espadas l¨¢ser y a conspirar contra el Imperio. En 42 a?os desde La guerra de las galaxias, nunca ha habido una experiencia as¨ª. Desde el pasado 31 de mayo, es todo cierto. La fuerza, los Jedi. Todo.
EL PA?S pudo ver la atracci¨®n, y el enorme escenario al aire libre que la rodea, en un recorrido para prensa internacional este jueves. Una r¨¦plica abrir¨¢ en el parque de Orlando, Florida, el pr¨®ximo jueves 29 de agosto. El de Anaheim ha costado 1.000 millones de d¨®lares, cuatro a?os desde que se anunci¨® y dos desde que se empez¨® a construir. Durante los primeros 20 d¨ªas de funcionamiento, hab¨ªa que reservar la entrada y el l¨ªmite para caminar por la atracci¨®n eran cuatro horas. En la primera semana, las colas en las dem¨¢s atracciones del parque bajaron un 28% en relaci¨®n a la semana anterior y un 46% en relaci¨®n a la misma semana de junio del a?o pasado, seg¨²n un an¨¢lisis de Los Angeles Times. El decorado mide seis hect¨¢reas, la mayor expansi¨®n de Disneyland en sus 64 a?os de historia.
Pero eso son solo n¨²meros. La primera impresi¨®n al entrar cumple todas las expectativas. La atm¨®sfera de Star Wars te envuelve desde la primera esquina. Una buena historia la hacen los detalles y aqu¨ª el nivel es obsesivo. No es solo el decorado. El sonido, las texturas met¨¢licas y terrosas de las pel¨ªculas de Star Wars. No solo todo tiene el color y los adornos adecuados, hasta el tacto tiene sentido. Est¨¢ impoluto, pero la sensaci¨®n es que todo est¨¢ oxidado y sucio como exige el guion.
El pueblo en el que estamos es el Puesto avanzado de la Aguja Negra, en el planeta Batuu, que est¨¢ en el Anillo Exterior. Aparece en los libros de Star Wars, pero no en las pel¨ªculas, lo que da m¨¢s margen creativo. El horizonte est¨¢ perfectamente cerrado, no hay un ¨¢ngulo de visi¨®n que saque al paseante del efecto de estar dentro de esta ciudad. No es una atracci¨®n, sino una inmersi¨®n en un mundo aparte del resto del parque Disneyland, a solo unos pasos de las atracciones de las princesas. Ni se ve ni se oye nada que no sean las calles y la actividad de la Aguja Negra.
Hasta las latas de Coca-Cola est¨¢n hechas ex profeso para el parque. Son redondas y el logo est¨¢ en lenguaje gal¨¢ctico. Uno tiene que poner muy mala leche de su parte para encontrar algo que le saque de la atm¨®sfera de Star Wars. Hay que mirar dentro de una papelera o el precio de los peluches para tener la impresi¨®n de estar viendo la tramoya del teatro.
Est¨¢n todos los elementos de Disneyland, pero trasladados a otro planeta, a otro p¨²blico. Por ejemplo, en esta parte del parque no te encuentras a Mickey Mouse o Blancanieves, te encuentras a Chewbacca. El efecto en los adultos es el mismo que en las ni?as cuando se encuentran con la Sirenita. En teor¨ªa, la edad ideal para disfrutar al m¨¢ximo del Disneyland cl¨¢sico y sumergirse en el mundo de fantas¨ªa sin cuestionar nada es entre los seis y ocho a?os. Ya no. A trav¨¦s del universo Star Wars, Disney ha replicado ese tipo de experiencia para todo el que fuera ni?o en los setenta y los ochenta.
Poco despu¨¦s de entrar los primeros turistas la cola para subir al Halc¨®n Milenario es de 20 minutos. De pronto, es de 45. Ya no bajar¨¢ de 60 minutos hasta la noche. Se trata de la primera reproducci¨®n a escala real de la nave de Han Solo en el mundo. En las pel¨ªculas, solo se constru¨ªa la parte que era necesaria para cada toma. Tiene 30 metros de largo y es una atracci¨®n en s¨ª misma. La recreaci¨®n del interior es impecable, mesa de ajedrez de monstruos incluida. Dentro, en un simulador los visitantes har¨¢n como que pilotan el Halc¨®n, disparan a sus enemigos y recuperan un cargamento de contrabando en una misi¨®n suicida que, por supuesto, est¨¢ a punto de salir mal. Es la ¨²nica atracci¨®n como tal de Galaxy¡¯s Edge, a la espera de una segunda que se anuncia para el a?o que viene. La versi¨®n de Orlando se inaugura con las dos atracciones.
Hay una cantina. S¨ª, la barra es exactamente esa, las mesas son exactamente las que tiene que ser y suena exactamente esa canci¨®n, la del bar de contrabandistas de Star Wars. Este lugar te traslada instant¨¢neamente a las pel¨ªculas. Con Disneyland ya a tope de actividad, la cola para entrar en la cantina a las 11 de la ma?ana de un jueves parec¨ªa la de un club de moda de Hollywood despu¨¦s de cenar.
La historia que nos cuentan es que la Primera Orden acaba de llegar a este lugar remoto buscando rebeldes y se mascan los problemas. Por la calle, Kylo Ren va parando ni?os y ordenando a dos guardias de asalto que los interroguen para ver si son de la Resistencia. El Star Wars de la infancia de esos ni?os no ser¨¢n las pel¨ªculas originales, sino las nuevas, m¨¢s la posibilidad de una experiencia que sus padres no tuvieron.
El Taller de Savi es una especie de tienda en la que te puedes fabricar tu propio sable l¨¢ser. No es como esos de pl¨¢stico de juguete. Tiene peso, tama?o y tacto coherentes con lo que se ve en la pantalla. El juego es que es un lugar secreto donde los rebeldes se est¨¢n construyendo las armas. Cuando se acaba de montar el sable, por fin se enciende el haz de luz. El ruido que hace al golpear es tal cual. ¡°Hay gente a la que se le saltan las l¨¢grimas¡±, explica el empleado. Esta compra-experiencia vale 200 d¨®lares.
Aparte de la ¡°experiencia¡± del sable l¨¢ser, Galaxy¡¯s Edge es, por supuesto, una enorme tienda al aire libre, como cualquier rinc¨®n de Disneyland. Las tiendas est¨¢n caracterizadas de mercadillo de un lugar cutre del Anillo Exterior de la galaxia. La otra tienda estrella es el dep¨®sito de androides, donde se puede construir un robot R2 personalizado que funciona por control remoto. Te lo puedes llevar en una bolsa, o te puede seguir por el parque. Cuesta 100 d¨®lares. A ocho d¨®lares el vaso, puedes beber leche de wanta, una especie de granizado verde o azul brillante que le sienta mejor a tu Instagram que a tu sed.
El resto del parque sigue ah¨ª. Como la antigua atracci¨®n de Star Wars, llamada Star Tours. Es un simulador de un viaje espacial. La pel¨ªcula ha sido totalmente renovada para adaptarla a las nuevas historias. La legendaria atracci¨®n Space Mountain ha dejado de llamarse as¨ª temporalmente para ser durante todo el verano Hyperspace Mountain, de forma que en el viaje por la galaxia de la monta?a rusa ahora aparecen naves y sonidos de la pel¨ªcula.
Cuando Disney absorbi¨® Lucasfilm lo hizo con la intenci¨®n de aprovechar al m¨¢ximo una de las marcas m¨¢s subexplotadas del cine. Star Wars: Galaxy¡¯s Edge muestra todo el poder de lo que estaba comprando.
Babelia
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