En la silla de Woody Allen
Exterior, d¨ªa. Brilla el sol en San Sebasti¨¢n. EL PA?S accede por primera vez a un rodaje del cineasta
Woody Allen solo se quita el gorro estilo pescador cuando se pone los cascos de sonido y la c¨¢mara rueda. Cada vez que corta la acci¨®n, repite el mismo ritual: se levanta de la silla y vuelve a cubrirse con el gorro de pana marr¨®n. La primera secuencia de su pel¨ªcula Celebrity (1998), una de las ¨²ltimas que fotografi¨® en exquisito blanco y negro el genio sueco Sven Nykvist, retrataba la crisis de madurez de un escritor fracasado con el tel¨®n de fondo del mundo de la fama. Transcurr¨ªa en un set de rodaje en pleno Nueva York donde un avi¨®n escrib¨ªa con su estela en el cielo la palabra "Help" (Ayuda) mientras la estrella de la pel¨ªcula cruzaba corriendo el plano. M¨¢s de dos d¨¦cadas despu¨¦s, los aviones ya no sobrevuelan Manhattan y el director de obras maestras como Annie Hall (1977) o Broadway Danny Rose (1984) est¨¢ en una diminuta carretera de Gipuzkoa que conduce desde el monte Igueldo al pueblo de Orio. A 6.000 kil¨®metros de su eterno plat¨® favorito el d¨ªa es tan espectacular que la postal casi ofende: las verdes praderas con caballos, el mar azul, el aire ligeramente fresco y el sol que lo ilumina todo. "S¨ª, el tiempo es maravilloso, pero para rodar yo prefiero la luz de los d¨ªas grises, es m¨¢s bonita. Aunque mejor sol que lluvia", aclara el cineasta de 83 a?os.
EL PA?S accedi¨® el 14 de agosto a un d¨ªa de rodaje de su nuevo proyecto, titulado de forma provisional WASP2019 y que acab¨® dos d¨ªas despu¨¦s, una semana antes de lo previsto. El equipo de producci¨®n insist¨ªa en lo excepcional de la visita: nadie recordaba que Allen hubiera permitido nunca la entrada de un periodista a su lugar de trabajo. Las condiciones, eso s¨ª, exclu¨ªan hablar con ¨¦l. Pero luego, el guion cambi¨® sobre la marcha: entre plano y plano, de buen humor, se sent¨® a charlar bajo los ¨¢rboles de un merendero sobre su forma de trabajar, ¨²nica en el cine contempor¨¢neo; pocos directores pueden presumir de ir a pel¨ªcula por a?o ininterrumpidamente en una carrera que ya supera el medio siglo. Como explicar¨¢ ¨¦l mismo m¨¢s adelante, si algo define su forma de rodar es la necesidad de ser r¨¢pido.
El equipo de producci¨®n insist¨ªa en lo excepcional de la visita: nadie recordaba que Allen hubiera permitido nunca la entrada de un periodista a su lugar de trabajo
De lo que no cuenta nada es del argumento, que se mantiene en secreto, aunque suena a comedia rom¨¢ntica, a cine dentro del cine, a tributo al s¨¦ptimo arte. Ni todo el equipo, ni todos los actores han le¨ªdo el guion completo. Allen explica que lo escribi¨® pensando en San Sebasti¨¢n y su festival de cine, pero que a la hora de la verdad eso es lo de menos, que lo importante es lo que les ocurre a los personajes, las relaciones entre hombres y mujeres, el resto es circunstancial. Descart¨® Barcelona, porque no quer¨ªa repetir ciudad (Vicky, Cristina, Barcelona), y Madrid, por sus altas temperaturas en verano. Allen vuelve a Europa empujado por el boicot que vive en su pa¨ªs contra su trabajo y su figura despu¨¦s de que su hija adoptiva Dylan Farrow reavivase unas acusaciones de abuso sexual que se remontan a 1992, cuando ella ten¨ªa siete a?os, y que fueron investigadas y desestimadas por los tribunales. Ese boicot se ha traducido en la dificultad para distribuir su trabajo anterior, A Rainy Day in New York, que este oto?o estrenar¨¢ en Europa. ?l insiste: mientras sus pel¨ªculas sean rentables, seguir¨¢ rodando. "Y si no, me dedicar¨¦ a escribir teatro".
As¨ª, con la informaci¨®n suficiente para que cada uno cumpla con su tarea, la carretera que conduce a Orio permanece cortada y algunos conductores protestan cuando ven que no pueden seguir su ruta. "Los hay cin¨¦filos y los hay que no", explica el guardia encargado de cortar y redirigir el tr¨¢fico. "Se han quejado cuatro. Pero en general, reina la armon¨ªa", a?ade. Los personajes que interpretan la actriz espa?ola Elena Anaya y el estadounidense Wallace Shawn han pinchado una rueda y al descubrir que el veh¨ªculo no lleva repuesto se ven obligados a hacer autoestop. Anaya anuncia que les separan unos 30 kil¨®metros hasta su casa, pero que eso no es nada: "A los espa?oles nos encanta caminar, es bueno para el coraz¨®n", dice en ingl¨¦s mientras se?ala Getaria. Un Mini pasa sin detenerse, pero un viejo Land Rover s¨ª frena ante la pareja. El id¨ªlico paseo continuar¨¢ a lomos del duro y fiable motor del cacharro.
Minutos antes, el director de fotograf¨ªa Vittorio Storaro paseaba solo y cabizbajo por ese mismo camino. Con aire de bohemio mediterr¨¢neo y el detalle de un fular inequ¨ªvocamente italiano, prepara el plano en silencio. Anne, una estudiante de Farmacia que lee un libro sobre nutrici¨®n en los descansos, es la doble de luz de Elena Anaya. Describe admirada el trabajo del director de fotograf¨ªa, su precisi¨®n milim¨¦trica a la hora de iluminar. Antes, Allen ha hablado con Storaro y con los actores, que llevan un rato ensayando entre los camiones. Una reuni¨®n muy breve. "Valoro mucho la rapidez, los movimientos veloces, acabar pronto. Tampoco me gusta llegar demasiado temprano. S¨ª, cambio mucho de opini¨®n y hago modificaciones constantemente, seg¨²n la localizaci¨®n y aconsejado por el director de fotograf¨ªa y el de arte, pero para m¨ª lo importante es no perder el tiempo. No es que me estrese rodar, no, no es eso, al rev¨¦s, es una distracci¨®n que me quita preocupaciones. Pero tampoco me hace feliz. En realidad siempre tengo la ansiedad de acabar porque lo que m¨¢s me gusta es la escritura y el montaje, dos cosas que puedo hacer en mi casa y en mi oficina, sin horarios, solo, incluso sin moverme de mi habitaci¨®n. Eso es lo que de verdad me gusta".
Hitchcock se dorm¨ªa en sus propios rodajes, Rossellini ten¨ªa cierta querencia por trabajar desde la cama y Kurosawa cre¨ªa que lo m¨¢s importante era no perder las aptitudes de un general. Al contarle a Allen que otro maestro, el iran¨ª Abbas Kiarostami, consideraba que una de las asignaturas m¨¢s importantes de su escuela de cine en Teher¨¢n era la gimnasia, asiente. "Tiene mucho sentido, como un jugador de ajedrez, que hace mucha gimnasia y yoga para trabajar su mente. Concentrarse requiere mucho esfuerzo f¨ªsico. Todos los cineastas, yo incluido, nos cansamos mucho cuando dirigimos y eso es porque se trata de una cuesti¨®n de concentraci¨®n. No te puedes perder un detalle, tienes que estar muy atento a los peque?os errores y tambi¨¦n a los destellos, esos que marcan toda la diferencia. Lo cierto es que siempre vuelves a casa agotado. Aunque imagino que Kurosawa deb¨ªa volver mucho m¨¢s cansado, sus pel¨ªculas eran muy f¨ªsicas, con muchos soldados. Ten¨ªa el doble de problemas. La verdad es que me gustan los equipos peque?os, pero si se me ocurriese algo grande no me importar¨ªa volver a intentarlo. Recuerdo cuando rod¨¦ La ¨²ltima noche de Boris Grushenko?[en 1975], precisamente aqu¨ª, en Europa, con un equipo enorme...". Allen cree que en una pel¨ªcula todo es incierto hasta el montaje. "Ahora mismo solo s¨¦ que tiene muy buen aspecto, pero en el montaje te llevas muchas sorpresas. Un plano funciona, pero de repente el siguiente no, y el otro tampoco...". ?Y entonces? "Entonces me doy una ducha de agua helada. Pero los actores casi nunca son el problema, casi siempre son buenos profesionales. Los errores suelen ser de escritura. Las historias no siempre funcionan".
Para lograr esa burbuja que es un rodaje, Allen trabaja en este proyecto, producido por The Mediapro Studio y Gravier Productions, con un equipo de unas 75 personas, muchos ya hab¨ªan coincidido con ¨¦l en Vicky, Cristina, Barcelona (2008). El resto del personal lo forman los italianos del equipo de Storaro; el grupo m¨¢s ¨ªntimo del cineasta ¡ªencabezado por su hermana, la productora Letty Aronson; su sobrina y tambi¨¦n productora Erika Aronson y la coproductora Helen Robin¡ª y los actores (adem¨¢s de Anaya y Shawn, trabajan Sergi L¨®pez, Christoph Waltz, Louis Garrel y Gina Gershon). Con ellos, el director tiene sus propias estrategias. No le gusta que dejen l¨ªneas en blanco, y les pide ritmo, velocidad y un tono de voz alta. Por lo dem¨¢s, se deja llevar por sus sugerencias. "Si un actor est¨¢ interpretando a un hombre que le dice a su mujer que se quiere divorciar me da igual que use o no mis palabras, lo ¨²nico que quiero es que suene real, que no act¨²e". Dicho as¨ª suena f¨¢cil, pero el propio director se escucha y rectifica. "No, ya s¨¦ que no es f¨¢cil, pero si son r¨¢pidos y hablan alto se solucionan muchos problemas".
Al contarle a Allen que otro maestro, el iran¨ª Abbas Kiarostami, consideraba que una de las asignaturas m¨¢s importantes de su escuela de cine en Teher¨¢n era la gimnasia, asiente
La nostalgia de estar delante de la c¨¢mara sigue ah¨ª, ¨¦l lo admite, pero tambi¨¦n que desde hace tiempo ninguno de sus personajes se ajusta a un hombre de su edad. Le gusta que el tiempo fluya, encontrar el ritmo adecuado y romper esa din¨¢mica cansina de los rodajes, aunque eso no impida repetir un plano las veces que haga falta. Nunca demasiadas. Hoy, hasta cinco intentos. Cada vez que la acci¨®n se detiene, se pone el gorro y repasa la situaci¨®n una vez m¨¢s con los actores. Quiz¨¢ el gorro de pesca forma parte de su manera sutil y t¨ªmida de ejercer autoridad. Aunque sea de quita y pon, todos los grandes directores la tienen.
El cine como atracci¨®n tur¨ªstica
En el palacio de Miramar, reinaba la melancol¨ªa al final de un viaje que termin¨® el 16 de agosto. Ese d¨ªa, una subasta del vestuario puso fin a seis semanas de trabajo, seguidas con inter¨¦s por los peri¨®dicos locales, con protestas de Bildu incluidas. Est¨¢ por determinar el efecto de atracci¨®n tur¨ªstica de la pel¨ªcula, para una ciudad que en los meses de verano alcanza la plena ocupaci¨®n hotelera.
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