La pasi¨®n desbordante de un novillero de otro tiempo
Entrega absoluta de Francisco Montero ante un desigual e interesante encierro de Saltillo
El reloj de la plaza de toros de Las Ventas marcaba casi las nueve de la noche cuando Francisco Montero, un novillero de 27 a?os nacido en Chiclana de la Frontera (C¨¢diz), sorprendi¨® a todos al plantarse de rodillas frente a la puerta de chiqueros para recibir a su segundo oponente a portagayola, no con el capote de brega, sino con el de paseo.
Y all¨ª, con ese peque?o capotito, esper¨® al novillo de Saltillo, que sali¨® frenado y desafiante. Tras la larga cambiada, tan imperfecta como emocionante, el chaval se fue corriendo a las tablas, cambi¨® la seda por el percal, volvi¨® a la cara del animal y ejecut¨® tres ver¨®nicas templadas y de manos bajas, rematadas con m¨¢s pasi¨®n que brillantez.
SALTILLO / POZO, CONQUERO, MONTERO
Novillos de Saltillo, bien presentados y de juego desigual, aunque interesante. 1? noble y soso; 2? codicioso, aunque blando; 3? complicado; 4? parado y mir¨®n; 5? complicado y deslucido; 6? con movilidad y nobleza.
Alberto Pozo: media estocada trasera (saludos); pinchazo, casi media atravesada, dos descabellos y se echa el novillo (silencio).
Alejandro Conquero: estocada corta trasera y atravesada perdiendo la muleta -aviso-, cinco descabellos -segundo aviso- y otros dos descabellos (saludos con protestas); dos pinchazos, estocada corta muy atravesada perdiendo la muleta, seis descabellos -aviso- y otro descabello (silencio).
Francisco Montero, que se presentaba: estocada ligeramente trasera -aviso- (divisi¨®n al saludar); media estocada (silencio).
Plaza de toros de Las Ventas. Domingo, 25 de agosto. Alrededor de un quinto de entrada (5.026 espectadores, seg¨²n la empresa).
El inicio de esa segunda labor fue solo una muestra del conjunto de su actuaci¨®n. Como aquellos maletillas de otro tiempo que so?aban con ser toreros, Montero, que desde que debut¨® con picadores hace dos a?os apenas se ha enfundado el vestido de torear -la pasada temporada no hizo el pase¨ªllo en ninguna ocasi¨®n-, se ha curtido en los festejos populares, principalmente en las capeas celebradas en numerosos pueblos salmantinos.
Multitud fueron las carencias t¨¦cnicas y art¨ªsticas que demostr¨® en su presentaci¨®n en Madrid, pero su entrega, infatigable de principio a fin, fue total. Y tambi¨¦n la verdad con la que intent¨® hacer el toreo, coloc¨¢ndose en el sitio, sin aliviarse. Tanto con el buen sexto, que tuvo nobleza y movilidad, como con el complicado tercero, de cort¨ªsimo recorrido y cara por las nubes.
Un lote tan desigual como el conjunto de la novillada enviada a Madrid por Jos¨¦ Joaqu¨ªn Moreno Silva, ganadero de Saltillo. Bien hechos, de bonitas y finas hechuras la mayor¨ªa, los seis ejemplares del temido hierro sevillano no lucieron unas defensas exageradas, pero s¨ª muy astifinas.
Nobleza, fijeza, prontitud y soser¨ªa tuvo en sus embestidas el que abri¨® plaza, frente al que demostr¨® oficio Alberto Pozo, atento y eficaz toda la tarde como director de lidia. Ante el cuarto, el m¨¢s parado y descastado del encierro, no se confi¨® y fue r¨¢pido a por la espada.
Irregular, la tarde de Alejandro Conquero cont¨® con destellos de calidad, especialmente en su primer turno. Acelerado por momentos, cuando logr¨® reposarse, de sus mu?ecas -sobre todo, de la izquierda- surgieron algunos muletazos largos y templados, rematados atr¨¢s, en redondo. El de Saltillo, de preciosa l¨¢mina, desarroll¨® nobleza y codicia, aunque acus¨® el duro castigo infligido en varas. Con el quinto, m¨¢s complicado y deslucido, nunca hubo entendimiento.
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