Dos mil mujeres salen de la sombra para explicar su mundo
El documental 'Woman' re¨²ne en el festival de Venecia testimonios recogidos por todo orbe para promover la igualdad
Corr¨ªa de un continente a otro, pero le persegu¨ªa una constante. Anastasia Mikova cruzaba el planeta, visitaba escenarios y gentes de lo m¨¢s distintos y volv¨ªa a asistir a la misma escena, como aquella vez en un rinc¨®n remoto de Banglad¨¦s. ¡°Las mujeres nos miraban con suspicacia, nos preguntaban qu¨¦ hac¨ªamos all¨ª. Los hombres, en cambio, estaban deseando ponerse delante de la c¨¢mara¡±, relata. Aquello, en realidad, le confirmaba que el proyecto iba por el camino correcto. Porque la periodista y cineasta ucrania buscaba precisamente lo contrario.?
Junto con el codirector, Yann Arthus-Bertrand, y su equipo visitaron 50 pa¨ªses y colocaron su micr¨®fono ante unas 2.000 mujeres. Les preguntaron por sus sue?os, sus miedos, su pasado y su futuro. Por la guerra y el acoso sexual, por su gran amor y su mayor herida, por la menstruaci¨®n y la maternidad. Les pidieron que, por una vez, salieran de las sombras y se situaran bajo los focos, normalmente reservados a sus padres, maridos, hermanos y amigos. ¡°Muchas nunca hab¨ªan visto una c¨¢mara. Cuando se sentaban y se les daba la oportunidad, ve¨ªamos que su necesidad de hablar y ser escuchadas era enorme¡±, agrega Mikova. El resultado es el documental Woman, que debuta en el festival de Venecia, ante de poner rumbo a las salas. La fecha prevista para su estreno es otro mensaje: el 8-M.
Hace cuatro a?os, Arthus Bertrand y Mikova ya hab¨ªan lanzado una iniciativa parecida. ¡°Human es el padre de Woman¡±, se r¨ªe ahora la directora. Aquel filme daba voz a cientos de personas para mostrar que los seres humanos pueden vivir en una chabola o una mansi¨®n, en Australia o en Guatemala, pero su sonrisa y sus l¨¢grimas se parecen y se contagian. ¡°Dud¨¦ de que pudi¨¦ramos hacer algo m¨¢s poderoso y personal¡±, reconoce Mikova. A posteriori considera, sin embargo, que lo han logrado.
La f¨®rmula es la misma: un fondo negro, un rostro y lo que quiera contar. Pero las protagonistas solo son ellas. ¡°Y el efecto espejo es a¨²n mayor¡±, defiende la directora. Se refiere al impacto que Woman suscita en el espectador: una entrevistada recuerda euf¨®rica cuando aprendi¨® a escribir su nombre; una anciana reivindica que ya no est¨¢ ¡°para mordiscos¡± en la cama; y dos mujeres rememoran la mutilaci¨®n m¨¢s ¨ªntima y dolorosa de su vida. El p¨²blico escucha, reflexiona y compara con sus propias experiencias. Woman quiere conmover y entristecer, helar la sangre y provocar carcajadas. ¡°No es un filme solo para mujeres. Es importante que los hombres lo vean. Nuestras pel¨ªculas van de vivir todos juntos y de c¨®mo nos entendemos mejor¡±, lo resume Mikova.
Primero, a las salas; luego, para todos
La distribuci¨®n de Human, el anterior documental de?Yann Arthus-Bertrand, fue tan ambiciosa como su planteamiento: se lanz¨® pr¨¢cticamente a la vez, y de forma casi siempre gratuita, en salas, Internet, televisi¨®n y hasta colegios y centros culturales. "Eso mat¨® a la pel¨ªcula en los cines", reconoce ahora Anastasia Mikova, codirectora con Arthus-Bertrand de Woman.?
Por eso, esta vez han optado por un t¨¦rmino medio. Woman se estrenar¨¢ primero en las salas: la fecha m¨¢s probable es el pr¨®ximo 8-M. Todos los ingresos de taquilla se destinar¨¢n a crear y financiar la asociaci¨®n Woman, que se centrar¨¢ en formar "a las mujeres y ni?as de todo el mundo" en la comunicaci¨®n, "para que puedan hablar por todas aquellas que durante demasiado tiempo no han sido escuchadas". "Queremos lanzar proyectos educativos en India, L¨ªbano, Sud¨¢frica, Brasil y Francia", aclaran desde el departamento de prensa del filme.
En un segundo momento, Mikova conf¨ªa en que Woman pase a estar a disposici¨®n de universidades e instituciones que quieran proyectarlo. "Para hacer esta pel¨ªcula, creamos una gran red de ONG por todo el mundo,? que nos ayud¨® a encontrar a mujeres incre¨ªbles con historias poderosas. Por eso queremos mostrar el filme de forma gratuita a estas ONG", agregan las mismas fuentes.
Para ello, pasaron horas y horas en compa?¨ªa de sus entrevistadas. Ten¨ªan un cuestionario de partida, con ciertas cuestiones que repet¨ªan. Pero no hab¨ªa ¡°ninguna f¨®rmula milagrosa¡±, asegura la cineasta. A veces, nada sal¨ªa de una charla eterna. Otras, se desataba lo que Mikova define como ¡°tormenta¡±: ¡°Si encontraba la puerta apropiada, sal¨ªa todo. Mucho m¨¢s de lo que se pueda imaginar. Segu¨ªa haciendo preguntas, pero a partir de ah¨ª esa mujer ya estaba hablando consigo misma¡±. Hasta el punto de compartir con un grupo de desconocidos confesiones jam¨¢s pronunciadas en voz alta: en Woman hay v¨ªctimas del ISIS vendidas por ¡°cinco d¨®lares o un paquete de cigarros¡±, una india atacada con ¨¢cido por su pareja y una rusa que pidi¨® ayuda a su madre tras los desencuentros con su marido. ¡°?Tan dif¨ªcil es abrir las piernas?¡±, le espet¨® su progenitora. Todo ello lo cuentan las voces y los ojos de sus protagonistas, las que lo vivieron en su piel.
Aunque los codirectores se esmeraron en que la pel¨ªcula mantuviera un equilibrio. Que hubiera mozambique?as, venezolanas, francesas o vietnamitas; mujeres que se coronaron en Wall Street y otras que batallan por comer cada d¨ªa; adolescentes y ancianas, felices y melanc¨®licas, ordinarias y exc¨¦ntricas. B¨¢sicamente, el mundo. Mikova se empe?¨® tambi¨¦n en que las tem¨¢ticas oscilaran entre lo m¨¢s impactante y lo cotidiano. Woman deb¨ªa hablar de la ablaci¨®n o del c¨¢ncer de pecho, pero tambi¨¦n del deseo de ser guapa. La cineasta, por ejemplo, convenci¨® al director de que la regla deb¨ªa tener su espacio en el corte final. Al fin y al cabo, sus protagonistas la sufren cada mes. Mikova detect¨® otro denominador com¨²n a todas: ¡°La resiliencia¡±.
Ella misma, con Arthus, debi¨® adaptarse a las exigencias comerciales. De las cuatro horas originales, lograron reducir el metraje a los 105 minutos y 100 testimonios que llegar¨¢n a los cines. De entre todos, Mikova recuerda especialmente el que abre Woman: ¡°Norma lleg¨® a la grabaci¨®n tan bella, tan segura de s¨ª misma. Entend¨ª que ten¨ªa algo ¨²nico, pero no lo que yo cre¨ªa¡±. Cont¨® que, de ni?a, sufri¨® los abusos de su abuelo, hasta que encontr¨® una v¨ªa de escape hacia Jap¨®n. Result¨®, sin embargo, el atajo hacia otro infierno: acab¨® esclavizada en la prostituci¨®n. Pero sigui¨® adelante, se compr¨® su libertad y huy¨® a Canad¨¢. All¨ª, encontr¨® una pareja y tuvo un hijo. Aunque la vida apenas le concedi¨® descanso: descubri¨® que, por una enfermedad, su ni?o estaba destinado a quedarse ciego. Norma se derrumb¨®, y se refugi¨® en el alcohol. Hasta que un d¨ªa agarr¨® la botella, volvi¨® a soltarla sin probar ni un trago y sali¨® a correr.
Hoy tiene el r¨¦cord Guinness por el triatl¨®n m¨¢s largo. Y ofrece conferencias en las que repasa la historia que relata en Woman: ¡°Me aterrorizaba compartirlo, pero quer¨ªa romper el silencio porque es lo que hace posible la violencia. Dicen que las v¨ªctimas no tienen voz: si la tenemos, pero no quer¨¦is escucharnos¡±. El mensaje resonar¨¢ ahora en las salas de medio mundo. Al fin, hablan ellas.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.