Mujeres errantes
La chilena Carla Guelfenbein imagina la vida de cuatro f¨¦minas infelices que viven anudando un rosario de anhelos e insatisfacciones
En el presente ya no podemos separar las narrativas ficcionales de las que se tejen a partir de personajes y experiencias reales sobre las cuales se urde imaginativamente una historia impregnada de hechos y circunstancias que efectivamente ocurrieron. As¨ª procede la escritora chilena Carla Guelfenbein en su m¨¢s reciente libro, La estaci¨®n de las mujeres. Bello t¨ªtulo que, sin embargo, se contradice con el contenido, y veremos por qu¨¦.
La novela est¨¢ estructurada en torno a cuatro historias y cuatro mujeres cuyas estelas se cruzan: Margarita, casada con un profesor de Barnard College, un hombre enamoradizo que no parece muy cuidadoso de los compromisos conyugales; Doris [Dana], personaje real, el ¨²ltimo amor de Gabriela Mistral y quien qued¨® encargada de la administraci¨®n de su legado. Conocemos con algo de detalle esta relaci¨®n gracias a la publicaci¨®n de Ni?a errante (Lumen, 2010), el conjunto de cartas cruzadas entre Mistral y Dana desde que se conocen en 1948, precisamente en Barnard College, y hasta 1956, poco antes de la muerte de la escritora. Lo de cruzada, no obstante, es mucho decir. Doscientas treinta y cinco cartas de Mistral contra 15 de Dana. Es decir, es a la intimidad de la premio Nobel a la que accedemos, a los sentimientos que le inspira su inestable compa?era de vida. Una historia de amor y desamor, soledad y, sobre todo, de una enorme fragilidad ¨ªntima por ambas partes.
Guelfenbein se inspira en lo poco que sabemos de Doris Dana para especular sobre su existencia lejos de Mistral, tomando como eje el a?o en que se conocieron, 1948, cuando en poco tiempo pasaron de tratarse respetuosamente como maestra y disc¨ªpula a volcar (Mistral) su inquietud por los silencios y la actitud escurridiza de su amante.
La tercera historia gira en torno a Elizabeth, paradigma de la pobre ni?a rica, amiga de Doris Dana, tambi¨¦n estudiante de Barnard College y quien apareci¨® muerta en una residencia masculina en el campus de la Universidad de Columbia en 1946. Guelfenbein imagina el contexto de aquella muchacha ansiosa por salir de las garras paternas y llevar una vida apasionante, y v¨ªctima, finalmente, de una historia de fracaso y desolaci¨®n.
Por ¨²ltimo, Anne, vigilante del edificio donde vive Margarita. Una mujer silenciosa que un d¨ªa desaparece del mundo. De nuevo la novelista chilena le da profundidad al silencio de Anne, a su extra?a desaparici¨®n a trav¨¦s de la solitaria Margarita, quien en su deambular sin objetivo ha cruzado algunas frases con ella e imagina lo que ocurri¨®. Mujeres infelices, pues, que viven en los a?os cuarenta anudando un rosario de anhelos e insatisfacciones. No se concibe que esta, por aquella, pueda ser la ¡°estaci¨®n¡± de las mujeres. En todo caso, ser¨¢ una estaci¨®n de paso, un moj¨®n m¨¢s en la larga marcha hacia la autonom¨ªa y la libertad de esp¨ªritu que poseen las mujeres actuales. No siempre y no en todas partes, l¨®gicamente.
Lo cierto es que intento encontrar la l¨®gica del t¨ªtulo y eso tiene que ver con el final de la novela. El cierre de la misma no est¨¢ a la altura de la ambici¨®n inicial, de la fuerza narrativa con que Guelfenbein se imagina un pu?ado de vidas ancladas en un determinado momento hist¨®rico, cuando la confusi¨®n no era m¨¢s que una se?al de la honestidad de su b¨²squeda.
La estaci¨®n de las mujeres. Carla Guelfenbein. Alfaguara, 2019. 152 p¨¢ginas. 17,90 euros.
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