Y no envejecieron juntos

Encuentras muchas personas a las que les gusta el cine, de mi generaci¨®n y de anteriores, para las que la pel¨ªcula Un hombre y una mujer supuso un antes y un despu¨¦s sobre el tratamiento del amor en la pantalla, una cumbre del romanticismo, una historia imperdurable. Y el otro modelo que no se va de su recuerdo es Love Story. No fue mi caso. Las vi en la adolescencia y no me provocaron nada especial. Ignoro si en esa ¨¦poca pose¨ªa esa cosa tan pomposa y fatua denominada esp¨ªritu cr¨ªtico. Solo s¨¦ que me aburri¨® Un hombre y una mujer.

Me molestaban esas im¨¢genes tan cuidadas que parec¨ªan sacadas de la publicidad de lujo, el nacimiento del amor con su arrobo y sus miedos entre la script y el piloto de carreras, sus ensimismados paseos por ciudades y playas normandas. Pretend¨ªa ser tan l¨ªrico como natural, pura vida. Y contagioso, por supuesto, con facilidad para que se identificara el receptor. Todo ello acompa?ado por esa m¨²sica empalagosa, que repet¨ªa inmisericordemente lo de ¡°dabadaba, dabadaba¡±. Mis emociones al hablar del amor me las despertaba otro tipo de cine. ?Que cu¨¢l? Pues elemental, querido Watson. Johnny Guitar, En un lugar solitario, Carta de una desconocida, Amanecer, El apartamento, V¨¦rtigo, El hombre que mat¨® a Liberty Valance, El buscavidas. Romanticismo doloroso casi siempre, sin vocaci¨®n de pasteleo como en Un hombre y una mujer. Bueno, para gustos est¨¢n los colores, que aseguraba alguien muy racional.

Claude Lelouch, autor de Un hombre y una mujer, ha tenido la audaz y nost¨¢lgica idea de volver a juntar en Los a?os m¨¢s bellos de una vida a los protagonistas 53 a?os despu¨¦s, de preguntarse qu¨¦ ocurri¨® con sus vidas y con su viejo amor. Su propuesta entra?a riesgos y podr¨ªa ser conmovedora. Anouk Aim¨¦ tiene 87 a?os (aunque aparente 20 menos y con su clase intacta); Jean-Louis Trintignant 88, y depende de una silla de ruedas. Su personaje en la ficci¨®n tambi¨¦n sufre alzh¨¦imer, alterna el olvido con la lucidez. Vegeta en una residencia y le acompa?a permanentemente una fotograf¨ªa de aquella mujer que am¨®. Al parecer, ¨¦l se encarg¨® de joder con sus infidelidades aquella relaci¨®n que alguna vez disfrut¨® de plenitud. Su hijo buscar¨¢ a la que fue el amor de su vida, la convencer¨¢ para que visite a ese hombre enfermo, mis¨®gino, c¨¢ustico, que a veces cree reconocerla y en otras retorna al olvido.

Tiene mucho m¨¦rito que Lelouch haya convencido a los ancianos int¨¦rpretes para retomar la vieja historia en una pel¨ªcula con aroma a testamento, que pretende ser luminosa, po¨¦tica, incluso humor¨ªstica aunque las circunstancias de los personajes sean t¨¦tricas, en la antesala de la muerte. Lelouch no ha tenido que hacer demasiados esfuerzos para encontrar producci¨®n, ya que la mitad del metraje se compone de secuencias de Un hombre y una mujer. Amar¨¦ siempre a difuntos cantantes franceses (y eximios poetas) como Brassens, Ferr¨¦, Brel (ya s¨¦ que era belga) y Moustaki, pero las muy francesas canciones que suenan en esta pel¨ªcula no me estimulan. Las intenciones de Lelouch me parecen atractivas y muy humanas. El resultado me deja fr¨ªo.