Jos¨¦ Balza: ¡°Se publica demasiada literatura banal, est¨²pida, tonta¡±
El venezolano, de 80 a?os y uno de los grandes narradores de su pa¨ªs, visita Espa?a y charla con EL PA?S de su vida y literatura
La cafeter¨ªa de la madrile?a Residencia de Estudiantes es moderna, subterr¨¢nea, de madera blanca, con un enorme espejo al fondo que duplica la estancia. ¡°Parece un cuadro de Hopper¡±, comenta Jos¨¦ Balza, venezolano de 80 a?os y uno de los grandes narradores de su pa¨ªs. Estos d¨ªas ha pasado por el Festival Hispanoamericano de Escritores, y esta semana depositar¨¢ su legado en la famosa Caja de las Letras en el Instituto Cervantes. Antes de viajar a Salamanca, charla con EL PA?S de su vida y la literatura.
El viaje
¡°Nac¨ª en las selvas del Orinoco. La aldea donde crec¨ª ahora es mayor, pero entonces, en los cuarenta, eran cuatro o cinco casas aisladas del mundo por el bosque y el inmenso r¨ªo. Era una zona completamente encerrada, y yo de peque?o quer¨ªa ser la profesi¨®n con m¨¢s prestigio en la zona: radiotelegrafista. Luego, un d¨ªa, un avi¨®n se estrell¨® en la selva, porque se qued¨® sin combustible. Inmediatamente quise ser piloto. Sin embargo, la realidad era tozuda y se impon¨ªa: obviamente lo que yo era un buen nadador, porque si no el r¨ªo te llevaba.
¡°A los seis a?os casi me ahogo, y desde entonces estoy preparado para morir¡±
Milagrosamente, dos o tres familias de la zona ten¨ªan libros. Empec¨¦ a leer de peque?ito, y tambi¨¦n escrib¨ªa. Imitaba lo que le¨ªa. Ahora creo que escrib¨ª para no convertirme en un ¨¢rbol m¨¢s. Para poder hablar y decir. ?Que qu¨¦ libros le¨ªa entonces? Recuerdo la historia de una chica que era la hija de las tormentas, pero no recuerdo el autor. Luego hab¨ªa un libro er¨®tico: El caballero audaz, impreso en Espa?a. Luego vino Julio Verne y su De la Tierra a la Luna. Sigo fascinado con el espacio. Y a con 12 o 13 a?os le¨ª un libro con t¨ªtulo enga?oso, provocador y desafiante: Una teor¨ªa sexual, de Sigmund Freud. Le¨ª, claro, buscando otra cosa. Y no lo entend¨ª ni entonces ni ahora.
A los seis, siete a?os, casi me ahogo. Me salvaron en el ¨²ltimo minuto, de milagro. Fue algo maravilloso y terrible: desde entonces s¨¦ que la muerte no importa. Estoy preparado para morir. Todo es luminoso. No conozco eso que llaman infelicidad. Solo el equilibro, la salud.
Nada me deja sin dormir, pero tengo un sue?o recurrente: estoy en una ciudad extra?a, perdido entre sus calles. Es, sin duda, una reminiscencia de ese laberinto infinito de r¨ªos que es el delta del Orinoco.
All¨ª, al Orinoco, voy c¨ªclicamente. Tambi¨¦n a Caracas. Son los dos puntos que me inspiran. Tambi¨¦n Nueva York. Tambi¨¦n Madrid. Y ahora, tambi¨¦n dir¨ªa la isla de La Palma, lo que llaman Los Llanos de Aridane, una ciudad peque?a, como flotante en el espacio. Es ya la segunda vez que voy al Festival Hispanoamericano de Escritores. Creo que me invitaron por error, pero en cuanto me lleg¨® la invitaci¨®n, acced¨ª al instante. Lo que pasa all¨ª es algo extraordinario, algo magn¨¦tico que atrae a las dem¨¢s islas y a gente de todo el mundo, es un festival que parece sumamente casual, pero hay una estructura hondamente pensada que se coloca sobre la isla. La Palma tiene observatorios importantes del espacio, y el festival se parece a ellos: rodea a la isla de pensamiento, inteligencia, creaci¨®n. All¨ª se juntan todos los fenotipos de escritores: los que atraen a la gente porque tienen gracia y salero; los aburridos; los silenciosos y torpes, entre los que me incluyo.
¡°Desde que le¨ª ¡®De la Tierra a la Luna¡¯ vivo fascinado con el espacio¡±
All¨ª hablamos de literatura, que es una plenitud flexible que atraviesa siglos y milenios. Puede brillar mucho o estar m¨¢s discreta, y la literatura latinoamericana no excluye eso. La gente habla siempre del boom. Eso est¨¢ muy bien. Sin embargo, el boom no es la literatura latinoamericana: antes hubo extraordinarios autores y hoy tambi¨¦n hay autores extraordinarios, que escriben sin que se note. El boom fue un fen¨®meno felizmente econ¨®mico, pol¨ªtico y editorial, pero ese fen¨®meno sigue produci¨¦ndose, aunque no se vea".
Su obra
"S¨ª es cierto que se publica demasiada literatura banal, est¨²pida, tonta. Pero aunque pueda parecer una enfermedad de la literatura, eso siempre fue, y siempre ser¨¢. Hablo de literatura que lees en un momento y que se olvida. Pero est¨¢ bien, la gente aprende a leer. Es una suerte que haya escritores que venden mucho, al fin y al cabo son m¨¢s pedag¨®gicos que los verdaderos grandes artistas, porque hablan de cosas visibles, cotidianas. Los verdaderos grandes artistas hablan de lo que no se ve, y eso no es f¨¢cil.
He escrito, s¨ª, novela, relato, ensayo, he dado clase¡ creo que una cosa circula a la otra. Yo doy clase cuando he descubierto algo importante para m¨ª: leyendo a te¨®ricos, pensadores¡ A veces he dado una clase y luego quiero escribir sobre ello, y a veces he sentido que comparado con el ensayo que me ha salido, la clase era m¨¢s intensa, y el ensayo m¨¢s ins¨ªpido. Otras veces pasa lo contrario.
Una cosa circula a la otra, ya digo. S¨¦ exactamente lo que debe ser un ensayo, qu¨¦ hacer para que las ideas sean claras, los p¨¢rrafos y la prosa no distraigan al lector de la idea central. Y sin embargo, muchos ensayos yo creo que son como relatos. Y a la inversa. Esto lo practico as¨ª, por eso llamo a toda mi obra Ejercicios: algo en perpetuo entrenamiento y cambio.
¡°Despu¨¦s de tanto tiempo, lo que m¨¢s me gusta es aprender palabras nuevas¡±
Cuando recib¨ª la invitaci¨®n del poeta Montero [Luis Garc¨ªa Montero, director del Instituto Cervantes] para entregar mi legado me sorprendi¨® mucho. No me imaginaba que unas cajas de dinero, de joyas, iban a ser convertidas, cervantinamente, en una caja m¨¢gica para que los escritores dejen algo. Sobre el legado que dejo, es secreto y se abrir¨¢ dentro de 40 a?os. Solo te puede decir que no tiene nada que ver conmigo".
Herida venezolana
"Si nos fijamos en Venezuela, all¨ª la literatura y todo el pa¨ªs est¨¢ en situaci¨®n de enfermedad grave. No entiendo por qu¨¦ demonios esta gente, desde Ch¨¢vez hasta hoy, se empe?aron en destruir el pa¨ªs. No hay que pensar en ideolog¨ªa comunista ni capitalista, simplemente hay que pensar en perversi¨®n humana, en da?ar a los dem¨¢s, y los m¨¢s destruidos, claro, son los pobres. Yo calculo que en estos 20 a?os ser¨¢n m¨¢s de siete millones los venezolanos que se han ido. Y no por placer. ?Qu¨¦ significa un socialismo para llevar a la poblaci¨®n a eso? Y la literatura no escapa a esa situaci¨®n. ?Qu¨¦ valor tiene hoy publicar libros sobre el Che, Castro, Ch¨¢vez, los libros de Marta Harnecker, Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina? Son libros que perdieron su actualidad; el dolor por la humanidad doliente es la que sufre hoy Venezuela, no aquella de la que hablaba esta gente. Lo triste, lo peor, es que hay muchos poetas, algunos amigos que yo quise mucho, que est¨¢n ah¨ª, al mando de la revoluci¨®n, destroz¨¢ndonos. Espero que la historia les reclame. Hay peque?as editoriales heroicas, y felizmente ha aparecido Internet, donde se cuelan cosas valiosas, como la p¨¢gina prodavinci, tr¨®pico absoluto¡ es por all¨ª que fluye el mundo.
Hoy, despu¨¦s de tantos a?os, lo que m¨¢s me gusta es aprender palabras. Palabras nuevas, o quiz¨¢ ver la etimolog¨ªa de una palabra en la que yo nunca hab¨ªa pensado. Es como si descubrieras sentidos nuevos de tu propia existencia".?
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