P¨¦rez-Reverte: ¡°En Espa?a la inteligencia es un pecado, no actuar en reba?o es un pecado¡±
El escritor publica 'Sidi', una novela de aventuras fronterizas que se alimenta de la leyenda del Cid e indaga en su liderazgo
El d¨ªa de 1883 en el que Ad¨¨le Replinger Gal compr¨® un ejemplar de La leyenda del Cid, de Jos¨¦ Zorrilla, no pod¨ªa imaginar que ese libro, una vez que cayera en manos de su bisnieto Arturo 76 a?os despu¨¦s, ser¨ªa el germen de una pasi¨®n por la figura de Rodrigo D¨ªaz de Vivar que llevar¨ªa a P¨¦rez- Reverte a construir su propia leyenda en Sidi, novela que acaba de publicar Alfaguara. ¡°He utilizado cosas que son mentira, que son leyenda. Me las he apropiado igual que las cosas reales, porque esto es una novela. No quer¨ªa hacer un libro de historia ni un libro exhaustivo del Cid. Quer¨ªa contar el aprendizaje, c¨®mo un infanz¨®n de Burgos con una mesnada de 40 t¨ªos en un a?o se hace una leyenda. Por qu¨¦ mecanismos psicol¨®gicos de lealtad, de valor, consigue eso¡±, explica P¨¦rez- Reverte a EL PA?S en un c¨¦ntrico hotel de Madrid.
"En la sociedad occidental, el h¨¦roe tiene mala prensa"
Hable de Trafalgar, del 2 de mayo o del Cid, P¨¦rez-Reverte (Cartagena, 67 a?os) busca en la historia elementos para interpretar el presente. As¨ª, al situar a su protagonista en la difusa frontera del Duero a finales del siglo XI, desterrado y sin fortuna, mercenario al servicio de reyes cristianos y moros, el autor persigue un efecto concreto: resaltar sus virtudes, su liderazgo. ¡°El Cid es un personaje t¨ªpico de frontera, ser¨ªa impensable en otro tipo de Espa?a. Nace exactamente en el momento perfecto¡±, explica para a?adir un poco despu¨¦s: ¡°En la sociedad occidental, el h¨¦roe tiene mala prensa. Toda diferencia es perseguida. En Espa?a especialmente, la inteligencia es un pecado, no actuar en reba?o es un pecado. Del mundo tienen que tirar las ¨¦lites, las masas no tiran del mundo, y esas ¨¦lites las est¨¢n exterminando en el colegio porque las est¨¢n acomplejando y haci¨¦ndoles sentirse culpables. Esa inteligencia aplastada es molesta, incomoda, en la pol¨ªtica, en la cultura, en todo. El Cid es molesto por lo que representa como ser humano¡±.
La novela tiene reminiscencias del w¨¦stern, de la trilog¨ªa de la caballer¨ªa de John Ford, con un Cid que bien podr¨ªa ser un trasunto medieval del juez Holden de Meridiano de sangre de Cormac McCarthy, pero algo menos cruel, una figura en todo momento desmitificadora. ¡°Esta novela no tiene nada que ver con la Reconquista, la patria ni nada. Son mercenarios gan¨¢ndose el pan. En el siglo XI la gente luchaba por sobrevivir, no por la cruzada. Es un concepto fabricado despu¨¦s para quien quiere justificar. He visto luchar y morir a mucha gente en la vida y nunca he visto a nadie morir por los discursos y los pretextos de los de la retaguardia. La gente batalla por cosas prosaicas¡±, reflexiona el creador de Alastriste.
Hay un momento de Sidi en el que el Cid conversa con Mutam¨¢n, rey moro al que alquila su espada, y este le dice, antes de que los dos terminen rezando juntos, que ellos cumplen con los mandatos del islam ¡°aunque de un modo civilizado¡±. ?Imagen de una Espa?a que no pudo ser? ¡°No, no, no. Ning¨²n pa¨ªs del mundo es as¨ª. La convivencia entre tres culturas, su integraci¨®n en plano de igualdad, es imposible. Otra cosa es la coexistencia, eso s¨ª. Quien habla de una Espa?a tolerante no tiene ni puta idea de lo que fue la Edad Media espa?ola¡±, contesta tajante.
"De la maldad, de la violencia, de la dureza, se aprende m¨¢s que de la bondad"
La historia que encierra el libro reproduce un universo de personajes complejos, dif¨ªciles de encasillar, peligrosos. ¡°Me gusta la gente peligrosa, me interesa. Se aprende m¨¢s de ellos. De la maldad, de la violencia, de la dureza se aprende m¨¢s que de la bondad¡±, asegura. ¡°La bondad¡±, contin¨²a tras el ¨²nico silencio de la conversaci¨®n, ¡°la bondad es m¨¢s aburrida como novelista. De un bueno aprendes bondad, pero si no eres bueno no te sirve de nada. De un malo aprendes manipulaci¨®n, mentira, supervivencia. Pero hay que estar intelectualmente preparado para que sea ¨²til¡±, explica con ese gusto caracter¨ªstico por no eludir ning¨²n charco.
Asegura P¨¦rez- Reverte que podr¨ªa dejar de escribir, pero no de leer ni de navegar; que a pesar del ritmo de publicaci¨®n tiene tiempo libre; que Twitter le sirve para ajustar cuentas, pero tambi¨¦n para crear un v¨ªnculo con los lectores, difundir historias, no quedarse encasillado en su propio mundo. Tambi¨¦n, que, al contrario que con sus personajes Falc¨® o Alatriste, no va a seguir con el Cid; su historia con ¨¦l ha terminado, pues su inter¨¦s se limitaba a antes de que fuera poderoso, a la leyenda.
El m¨¦todo P¨¦rez-Reverte
El m¨¦todo de Arturo P¨¦rez-Reverte es sencillo. Cuando escoge una historia vive con ella hasta que la termina. Lee todo sobre el asunto, se empapa. En el caso de Sidi recurri¨® a otras ficciones sobre su personaje, a las fuentes originales y a su propia experiencia. "Tengo unas referencias personales, un conocimiento de la violencia, la tortura, la muerte, la sangre, el dolor. No me lo ha contado nadie en la barra de un bar, lo he aprendido en la vida y he pagado mi precio. Aporto de mi biograf¨ªa el mundo de polvo, fr¨ªo e incertidumbre en el que vive El Cid", explica.
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