Houellebecq no se pase¨® en albornoz por San Sebasti¨¢n
El escritor protagoniza 'Thalasso', una comedia que le trae al Zinemaldia, donde decidi¨® posar para los fot¨®grafos pero se neg¨® a hablar con la prensa
Hace cinco a?os, tres criminales -por denominarlos de alguna manera- capturaron al m¨¢s iconoclasta de los escritores franceses. As¨ª era El secuestro de Michel Houellebecq, una gran broma basada en la autoficci¨®n, el reflejo de aquellos d¨ªas de tabaco y vino, que descubrieron a un actor hom¨¦rico, Michel Houellebecq, quien por cierto actu¨® de paso en otras pel¨ªculas como Near Death Experience. Un lustro m¨¢s tarde, el director de aquel secuestro, Guillaume Nicloux, recupera a Houellebecq y lo interna en un balneario normando en Thalasso, comedia que ha tra¨ªdo al literato a San Sebasti¨¢n. Y s¨ª, la ciudad la ha pisado. Alojado en el hotel Mar¨ªa Cristina, all¨ª comi¨® en una de sus terrazas antes de posar ante los fot¨®grafos, y pasear a primera hora de la tarde por la alfombra roja de su proyecci¨®n de gala. Poco m¨¢s, que no permiti¨® entrevistas ni tan ni siquiera particip¨® en la rueda de prensa de su largometraje, que concursa en la secci¨®n Oficial de San Sebasti¨¢n.
En pantalla, Houellebecq deviene en c¨®mico insuperable. Convengamos que la pel¨ªcula cae cuando el escritor no hace de Laurel en la relaci¨®n que nace con su Hardy particular, G¨¦rard Depardieu, quien, cosas del azar, tambi¨¦n est¨¢ sufriendo -ellos lo ven as¨ª- un tratamiento en el balneario. Cuando en Thalasso tambi¨¦n aparecen los secuestradores -Houellebecq entabl¨® una extra?a relaci¨®n de amistad con ellos-, el espectador bosteza. Cuando el escritor, permanentemente vestido con un albornoz, es libre hasta para llorar ante una frase sobre la muerte, la historia atrapa. "Me vi obligado a dejar en el aire parte del guion", contaba en esa rueda de prensa Nicloux. "Otra parte sali¨® de la charla con los actores y una tercera surgi¨® en el rodaje, atento a los accidentes que pudieran surgir, incluidas las microintrigas de los personajes. Cierto: los actores se protegen diciendo que est¨¢n construyendo un personaje; sin embargo, cuando pasan cosas imprevistas, son sus personalidades reales las que reaccionan ante los acontecimientos". En la pel¨ªcula Depardieu proporciona el alcohol y la comida que Houellebecq reclama -y no recibe- en el balneario. "En la vida real"; confesaba el director, "tambi¨¦n se acabaron muchas botellas de vino".
Para alocar la filmaci¨®n, Houellebecq se aprendi¨® "el texto como si fuese un ni?o en la escuela", apuntaba el director, mientras que a Depardieu alguien le le¨ªa el texto en unos cascos "y creaba desde el estar en el escenario, desde la pura reacci¨®n". Nicloux conoce bien a Depardieu: es su tercera colaboraci¨®n en com¨²n. Sobre la ausencia de Houellebecq, la productora Sylvie Pialat le defendi¨®: "Nunca da ruedas de prensa, y no hace excepciones".
En Thalasso, Houellebecq habla de la posibilidad de haberse presentado a las elecciones presidenciales en Francia. "Fui yo"; confiesa Nicloux, "quien le meti¨® esa idea en la mente. Y me da pena que al final no lo intentara. Tras unos d¨ªas de reflexi¨®n decidi¨® no lanzarse. L¨¢stima, porque est¨¢bamos hablando hasta del posible Gobierno". Y sobre el problema de que un escritor lea un texto -en este caso, un guion- de otro, el cineasta no vio inconvenientes: "Su estatus profesional no me interesa. De Michel lo que me atrapa es su personalidad, y por eso me encantan las dudas que entran en los espectadores ante lo que ven pantalla. As¨ª es Michel, pero ?lo que ocurre pas¨® de verdad o no?".En una de las secuencias, un cliente se acerca a la pareja protagonista y les espeta: "Sois la verg¨¹enza de Francia". En San Sebasti¨¢n, Nicloux recuerda: "Yo les pregunt¨¦ qu¨¦ pensaban de esta frase, y ambos respondieron afirmativamente, y con coqueter¨ªa los dos estaban orgullosos de ello. Son muy irreverentes".
Adem¨¢s, enn Thalasso hay gui?os a otro actor, Sylvester Stallone. "Fue la primera palabra que me vino cuando arranqu¨¦ la escritura. Me fascina Rocky. Y como G¨¦rard es amigo suyo, incluso iniciamos una negociaci¨®n. Estaba rodando Rambo, y eso imposibilit¨® su participaci¨®n. Al final, me gusta la idea de que sea su doble quien le encarne. Aumenta la apuesta del juego".
En ese juego, se sum¨® que Depardieu y Houellebecq no se conoc¨ªan de verdad. "Rodamos su primer encuentro, y es el que vemos de verdad en la pantalla", record¨® Nicloux. "Ninguno dio la lata. No hicieron preguntas, algo que yo no soporto, sino que me siguieron sin trabajas en esta exploraci¨®n de lo ¨ªntimo. No fue f¨¢cil el trabajo, claro. Fue sencillo... y no. Si no hubiera habido dificultades en la b¨²squeda, no habr¨ªa valido la pena ?Habr¨¢ tercera pel¨ªcula con Michel? Pues puede ser, todos compartimos el mismo deseo".
Babelia
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