Nueva pol¨ªtica en femenino

Desde la memorable El gran McGinty (Preston Sturges, 1940), la comedia se ha ocupado no pocas veces del hombre de paja de la pol¨ªtica, del t¨ªmido sin personalidad reclutado para poner cara al poder mientras los hilos los segu¨ªan manejando los de siempre. Una tipolog¨ªa a la que de nuevo se agarra la pareja de directores vasca formada por Asier Altuna y Telmo Esnal, que en Agur, Etxebeste! cambia al hombre de paja por la mujer de paja: la esposa del anterior alcalde, corrupto hasta las cejas. Sin embargo, el nuevo poder femenino ha llegado con otras formas de actuaci¨®n.

¡°Los peri¨®dicos siempre hablan de sobornos, pero olvidan que sin ellos no tendr¨ªamos buenos pol¨ªticos, solo hombres sin ambici¨®n, calzonazos¡±, dec¨ªan en una de las primeras secuencias de El gran McGinty. ¡°Por fin alguien ha puesto a trabajar a los trabajadores¡±, dicen en el primer acto de Agur, Etxebeste!, secuela un tanto tard¨ªa de Aupa, Etxebeste!, de 2005, tambi¨¦n s¨¢tira social, aunque aquella centrada en la familia mientras su nueva obra se forja en algo tan complejo como un ayuntamiento espa?ol, ese extra?o lugar en el que el regidor puede manejar con enorme prestancia billetes de 500 euros.

Se nota que han pasado los a?os y que el oficio en la escritura y la direcci¨®n de Altuna y Esnal ha ido consolid¨¢ndose en trabajos conjuntos donde se han ido repartiendo tareas de direcci¨®n y de guion, a la manera de los tambi¨¦n vascos Jose Mari Goenaga, Aitor Arregi y Jon Gara?o. Y, en ese sentido, Agur, Etxebeste!, aun siendo secuela de su comedia familiar de 2004, se encuentra a medio camino entre el costumbrismo de esta y la bestial crueldad de la m¨¢s aguerrida y malvada Feliz a?o, abuela, comedia negra dirigida por Esnal con guion de ambos en 2011.

A ratos un tanto p¨¢lida (no arranca demasiado bien con su algo gruesa exposici¨®n de caracteres, y un par de tramas paralelas sin demasiado inter¨¦s parecen escritas simplemente para encajar el puzle del desenlace), la pel¨ªcula, sin embargo, se eleva gracias a una serie de situaciones donde a pesar de la burla y la exageraci¨®n todo es inmensamente reconocible, manteniendo, como en las buenas farsas, una cuota de credibilidad donde hay palos para (casi) todos. Y, sobre todo, gracias a esa parte final donde, arrim¨¢ndose a un cl¨¢sico de la comedia negra espa?ola, el entierro, lo expl¨ªcito y lo metaf¨®rico se ajustan a la perfecci¨®n: estamos ante la muerte de un modo de hacer pol¨ªtica. Un lugar donde ya no tiene cabida una frase tan sangrante y tan espa?ola como: ¡°?A usted es que no le han dicho c¨®mo funcionan aqu¨ª las cosas?¡±.