Abyecci¨®n
Cada vez que entrevistaban a Juan Carlos Quer me impresionaba en esa persona desolada el tono de voz, la necesidad de justicia
![Juan Carlos Quer, saliendo de los juzgados de Majadahonda el pasado mi¨¦rcoles.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U4CVGNXBR536FDULGR3LB7AMRI.jpg?auth=0c4f87b81c481a175049aee67ffb5ee4c13a0e67aca59f125a022c5a5d4f1664&width=414)
"En todas partes he visto oc¨¦anos de tristeza¡±, aseguraba Antonio Machado. Sab¨ªa mucho del tema. Vio morir a su esposa, Leonor, aquel milagro que le regal¨® la primavera. Huye de Espa?a, pobre, acosado y roto. La palma en Colliure y su madre le acompa?a al otro barrio tres d¨ªas despu¨¦s. Ese interminable mar de tristeza, de depresi¨®n a perpetuidad, era lo que mostraba el rostro, la mirada, la expresi¨®n de Juan Carlos Quer al constatar que su hija adolescente, desaparecida durante a?o y medio, fue secuestrada, violada, torturada, exterminada por alguien que otorga se?as de identidad al mal en estado puro.
Cada vez que le entrevistaban me impresionaba en esa persona desolada el tono de voz, la necesidad de justicia, el lenguaje tan pausado como entendible, la determinaci¨®n, la resignada pena, el coraje que demostraba exigiendo la cadena perpetua (lo de prisi¨®n permanente revisable me suena a eufemismo), una supervivencia imagino que atroz despu¨¦s de que haya ocurrido lo peor en tu existencia. Su templanza me creaba desasosiego.
Y se supone que hay un v¨ªnculo sagrado entre los que han compartido esa tragedia. Por ello, resulta espeluznante o¨ªr que su exmujer le acusa de golpearla e intentar atropellarla con su coche. Tambi¨¦n de ser el culpable de la muerte de la hija y de creerse el rey del universo. Es la novena denuncia que le pone. Ocho han sido sobrese¨ªdas. Por esta le detienen. La hija que les queda llama mentirosa a la madre. Alguien est¨¢ utilizando la calumnia. Si Diana Quer resucitara y viviera la ignominia que est¨¢ ocurriendo entre el padre que la engendr¨® y la madre que la pari¨® es probable que quisiera volver a morirse. Hay algo turbio, tenebroso, en la siniestra batalla entre dos personas machacadas, cuyo infierno provocaba una inmensa piedad.
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