Hijas de migrantes, espa?olas
El soci¨®logo Alejandro Portes, Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales, analiza la integraci¨®n de la segunda generaci¨®n junto con dos j¨®venes que la vivieron
Nessrin el Hachlaf Bensaid imparti¨® la primera conferencia de su vida con seis a?os. ¡°Me sub¨ª encima de la mesa y expliqu¨¦ lo que era el islam¡±, recordaba ayer. Reci¨¦n llegada a Espa?a de su Marruecos natal con su familia, la profesora invit¨® a aquella ni?a a contarles a sus compa?eros qui¨¦n era, c¨®mo era su vida y responder a cualquier curiosidad sobre lo distinto: los rezos, el cusc¨²s o la prohibici¨®n de la carne de cerdo. Es decir, a normalizar las diferencias. Una receta ideal, como reconoc¨ªa la propia joven, subida a otro escenario, ayer en Oviedo. Hablaba, nuevamente, de su identidad. El contexto ha cambiado: ahora es una abogada treinta?era y, a su lado, la escuchaba el Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales, Alejandro Portes. Pero el mensaje de El Hachlaf Bensaid se reafirmaba id¨¦ntico: ¡°Me siento ciudadana del mundo. Nunca me he planteado si me sent¨ªa m¨¢s marroqu¨ª o espa?ola. No tengo por qu¨¦ elegir. Somos un c¨²mulo de experiencias¡±.
Portes asent¨ªa: ¡°Es una identidad aditiva. Dispones de dos culturas, dos lenguajes y una amplitud cognitiva que duplica la de un monoling¨¹e¡±. El estudioso, ¡°uno de los soci¨®logos m¨¢s prestigiosos del mundo¡±, seg¨²n el periodista de EL PA?S Nacho Carretero, que moderaba la charla, ha dedicado buena parte de su carrera a las segundas generaciones. Es decir, los hijos de migrantes que nacen y crecen en el pa¨ªs donde sus padres se han instalado. Espa?oles de pleno derecho, aunque con ra¨ªces y entornos familiares distintos de los otros nativos. A su despliegue de cifras, conocimientos y conclusiones, la conferencia sum¨® dos casos de carne y hueso: El Hachlaf Bensaid y Quan Zhou, ilustradora y autora de novelas gr¨¢ficas de origen chino. Y entre todos reflexionaron sobre la segunda generaci¨®n y su integraci¨®n.
El estudioso empez¨® con una aclaraci¨®n: ¡°No hay migrantes de segunda generaci¨®n. Solo de primera. Las dem¨¢s ya son parte del pa¨ªs¡±. Y la charla rescat¨® uno de sus estudios m¨¢s conocidos: en 2017, tras entrevistar a unos 7.000 j¨®venes, descubri¨® que el 80% de los hijos de inmigrantes nacidos en Espa?a se siente espa?ol. Entre los hijos de espa?oles, por comparar, el porcentaje alcanza el 71,5%. Y en EE UU, como mostr¨® otro informe de Portes, no supera el 6%.
He aqu¨ª una de las muchas razones por las que el profesor defiende que la sociedad espa?ola es integradora. ¡°Ha sido relativamente abierta y tolerante a la inmigraci¨®n. Ha permitido la incorporaci¨®n de forma suave. Menos del 10% de nuestros encuestados se ve¨ªa discriminado de forma continuada. En Norteam¨¦rica, la tasa ronda el 40%. Aqu¨ª se interioriza mucho m¨¢s la nacionalidad del pa¨ªs. En EE UU se ha institucionalizado un esquema que divide a la poblaci¨®n en marcos etnorraciales: blancos, hispanos, negros, asi¨¢ticos¡±, agreg¨®. ?l mismo lidia con esas etiquetas: nacido en Cuba en 1944, dej¨® la isla como exiliado pol¨ªtico en los sesenta; tras estudiar en Argentina, recal¨® en EE UU, donde se instal¨®, empez¨® a impartir sus clases en varias universidades y adquiri¨® la nacionalidad. Desde all¨ª, ha publicado m¨¢s de 30 libros y 250 art¨ªculos, y tambi¨¦n ha investigado la identidad de sus connacionales concentrados en Miami.
Para romper tantos sellos y categor¨ªas, ah¨ª estaban las dos j¨®venes, tan espa?olas como cualquiera de los ovetenses que asist¨ªan a la charla. Y, a la vez, china o marroqu¨ª. Ambas agradecieron los esfuerzos de sus familias para darles una vida mejor, ya sea pas¨¢ndose ¡°20 a?os sin vacaciones¡± como los padres de Zhou o despejando un camino hacia el estudio que para El Hachlaf Bensaid y sus cinco hermanas habr¨ªa sido m¨¢s accidentado en Marruecos.
A Zhou, eso s¨ª, el colegio le trajo alguna sorpresa desagradable: ¡°Yo pensaba que era espa?ola y all¨ª me dec¨ªan que era china. No soy ni solo una cosa, ni la otra. La uni¨®n de dos culturas no es una suma aritm¨¦tica, genera algo nuevo¡±. Relat¨® que tambi¨¦n sufri¨® alg¨²n ataque racista, pero que han ido a menos a medida que crec¨ªa. Y El Hachlaf Bensaid confes¨® que solo una vez fue hostigada por su origen: un profesor le dijo que las marroqu¨ªes solo serv¨ªan para tener hijos y era in¨²til que estudiara. Quiso el destino que se lo volviera a encontrar cuando ya trabajaba en el Tribunal Constitucional. ¡°Pude redimirme¡±, se rio.
Carretero pregunt¨® si, como not¨® en su cobertura de los atentados terroristas de Barcelona, hay una suerte de ¡°asterisco¡± que siempre acompa?a a los hijos de migrantes. Tanto Portes como Zhou ofrecieron por respuesta la normalizaci¨®n. La joven consider¨® que alguien expuesto habitualmente al mestizaje termina por absorberlo y deja de sorprenderse. Y el estudioso subray¨® que, a medida que la segunda generaci¨®n ¨Co la tercera y la cuarta, que ya existen en pa¨ªses de m¨¢s tradici¨®n migratoria, como Francia- ocupe cada vez m¨¢s puestos y profesiones visibles, la suspicacia est¨¢ destinada a extinguirse. A este prop¨®sito, el estudio de 2017 notaba que solo el 18,2% de los hijos de inmigrantes acced¨ªa a trabajos como administradores, gerentes o profesionales cualificados frente al 27,3% de los hijos de padres nativos. El estatus socioecon¨®mico de la familia y su voluntad de abrirse al mundo tambi¨¦n influyen en la integraci¨®n.
Zhou relat¨® que sus padres proced¨ªan de una zona rural y que, una vez llegados a Espa?a, se hicieron camareros de un restaurante chino. ¡°Ten¨ªan miedo de que perdi¨¦ramos nuestra cultura y nuestro idioma. Me dec¨ªan que estudiara mandar¨ªn, que me casara con un chino. A m¨ª me gener¨® rechazo. Pero ahora tenemos todos un orgullo tremendo de lo que he alcanzado¡±, a?adi¨®. La joven hasta quiere recuperar el mandar¨ªn que se dej¨® por el camino. Ya no le genera conflictos: es parte de ella.
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