Sobre mitos y relatos
Pertenec¨ªa a una generaci¨®n de historiadores que interpretaba la historia nacional como una cadena de anomal¨ªas, desv¨ªos y fracasos
"Si hay un g¨¦nero literario [...] contrario a la historia como b¨²squeda incansable del pasado, ese g¨¦nero es el mito¡±, observ¨® Santos Juli¨¢ en una ocasi¨®n. Si por algo se caracteriz¨® a lo largo de una fecunda carrera como historiador ¡ª?qu¨¦ terrible es escribir ya en pret¨¦rito!¡ª fue por una actitud cr¨ªtica e independiente, que le llev¨® a combatir mitos, relatos y lugares comunes sobre nuestra historia. Naci¨® en 1940. Pertenec¨ªa, pues, a una generaci¨®n de historiadores marcada por la sombra de la Guerra Civil y criada bajo la dictadura. Una generaci¨®n que interpretaba la historia nacional all¨¢, por los a?os setenta, como una cadena de anomal¨ªas, desv¨ªos y fracasos.
Santos Juli¨¢ se forj¨® en ese contexto, pero consigui¨® sustraerse al clima generacional de desencanto. Consciente de que ¡°la representaci¨®n del pasado cambia a medida que se transforma la experiencia del presente¡±, comprendi¨® que quienes alcanzaron la plena madurez en un pa¨ªs que sufr¨ªa el triple estigma de una dictadura, de una econom¨ªa atrasada y de una sociedad marcada por sus grandes desigualdades, estaban abocados a ver la historia nacional como un rosario de fracasos que conduc¨ªan a un presente fracasado. No obstante, observ¨®, aquello no dejaba de ser un estereotipo, un relato sobre el pasado.
Un relato arrinconado conforme acababa el siglo XX por otra perspectiva, determinada tambi¨¦n por un cambio en el presente. A finales de los ochenta del pasado siglo, la democracia se asent¨®, Espa?a se sumergi¨® en Europa y lleg¨® el Estado del bienestar. Quienes en aquel momento nos dedic¨¢bamos a este oficio, ya fuera desde la historia econ¨®mica, ya desde la historia pol¨ªtica, intent¨¢bamos reconstruir la genealog¨ªa de aquel ¨¦xito, explicar c¨®mo hab¨ªamos llegado a la normalidad, busc¨¢bamos aquellos elementos de nuestra historia que nos hermanaban con otros pa¨ªses europeos. Santos celebraba nuestros escritos y, al tiempo, nos observaba con la mirada cr¨ªtica y el sano escepticismo que siempre le caracterizaron, record¨¢ndonos que solo est¨¢bamos fraguando un relato m¨¢s y que ¡°ninguna representaci¨®n del pasado es inocente¡±.
Ni eterna. Despu¨¦s vino la crisis econ¨®mica y pol¨ªtica de comienzos de este siglo, y Santos consign¨® c¨®mo volv¨ªan a cambiar las tornas. Un presente gris trajo consigo un nuevo enfoque gris del pasado. Otro relato para sumar a la colecci¨®n, que esta vez cifraba en la Transici¨®n ¡ªmal hecha, fracasada o inexistente¡ª la fuente de todos los males del presente. Es triste pensar que cuando el futuro traiga otro presente distinto, que genere un nuevo relato sobre el pasado, Santos ya no estar¨¢ ah¨ª para contarlo.
Miguel Martorell es historiador.
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