Eduardo Mendoza: ¡°Todos estamos en el psicoan¨¢lisis de la identidad¡±
El escritor sobrevuela la Transici¨®n en su 17? novela, ¡®El negociado del yin y el yang¡¯, segunda entrega de la exitosa serie iniciada con ¡®El rey recibe¡¯
En una obra de teatro que escribe el hermano del protagonista de El negociado del yin y el yang (Seix Barral), Rufo Batalla, un personaje se pasa la obra andando hacia atr¨¢s y mirando fijamente al suelo para ver si entiende por qu¨¦ no ha tropezado. ¡°Es absurdo¡±, le suelta Batalla. ¡°Pero si eres t¨²¡±, le responde el dramaturgo. ¡°S¨ª, me siento as¨ª, no entiendo c¨®mo puedo estar hoy con esta novela, que la gente me haga caso. No he buscado nunca nada; me sorprendo de la suerte que he tenido en la vida: mi ¨²nico m¨¦rito son las grandes oportunidades que he aprovechado, como estudiar en Londres, trabajar en Nueva York¡¡±, reflexiona Eduardo Mendoza a rebufo de la que es la segunda entrega de la trilog¨ªa que inici¨® el a?o pasado con El rey recibe, primera de las extra?as aventuras de ese periodista diletante de las que se han vendido ya 100.000 ejemplares, los mismos que ahora Seix Barral ha decidido que sean los de salida de la nueva entrega, donde el protagonista intenta cumplir un nuevo encargo del extravagante y sin reino pr¨ªncipe Tukuulo.
Como admite Mendoza (Barcelona, 76 a?os) que el personaje es su alter ego ¡ª"su recorrido vital es paralelo al m¨ªo¡±¡ª, igual tambi¨¦n ¨¦l tiene algo de ¡°esa vida sin ideales ni voluntad de compromiso¡±, ese ¡°sentirse libre en lo absurdo e insustancial¡±, como de alg¨²n modo tambi¨¦n lo era el Carlos Prull¨¤s de Una comedia ligera, tambi¨¦n con tintes autobiogr¨¢ficos de su infancia. ¡°Toda mi obra es una colecci¨®n de pasivos rebeldes, gente que se encuentra en el mundo y no saben bien qu¨¦ pensar y cuando llegan a una conclusi¨®n ya es la hora de morirse¡±, juega entre la seriedad y la iron¨ªa, como ha hecho siempre en su obra. Ese transitar en mundos antit¨¦ticos sin pertenecer a ninguno hacen que el autor de La verdad sobre el caso Savolta se considere, en lo vital y en lo literario, ¡°un poco ronin, los samur¨¢is sin amo: es una imagen muy espa?ola, la del vasallo sin se?or; la verdad es que ya me gustar¨ªa estar al servicio de una gran causa o de un l¨ªder, pero vistos todos lo que he encontrado ha sido mejor hacerlo todo por dinero¡¡±.
"Toda mi obra es una colecci¨®n de pasivos rebeldes, gente que se encuentra en el mundo y no saben bien qu¨¦ pensar y cuando llegan a una conclusi¨®n ya es la hora de morirse"
La 17? novela del escritor es, admite, la primera con bastantes elementos autobiogr¨¢ficos, especialmente de sus progenitores: ¡°Yo estoy desdoblado entre el protagonista y su hermano, pero tambi¨¦n asoma mi padre, al que le gustaba mucho el teatro; era actor semiprofesional: en casa hab¨ªa fotos suyas con bigote y barbas postizas y espadas, siempre con El alcalde Zalamea o Fuenteovejuna arriba y abajo. Me llevaba al teatro a ver lo que ¨¦l quer¨ªa; a¨²n recuerdo a Alejandro Ulloa haciendo de Hamlet¡±. Algo le qued¨® porque Mendoza es autor de tres libros de teatro, todos en catal¨¢n. ¡°Me habr¨ªa gustado escribir m¨¢s teatro; entrar en ¨¦l es complejo y aqu¨ª tampoco se perdona mucho hacer de polizonte de g¨¦neros. ?En catal¨¢n? Es que es mi lengua, pero no es mi lengua literaria: la novela exige muchos m¨¢s registros¡±, justifica.
A pesar de que ser una novela factual lo facilita, El negociado del yin y el yang muestra una liofilizaci¨®n del estilo mendozaniano: ¡°Es cierto: mis primeras novelas las encuentro hoy barrocas y complicadas. Cada vez opto m¨¢s por la frase corta y el punto y aparte y el choque entre sustantivo y adjetivo. Es curioso: soy permeable, empec¨¦ mi carrera con el gran experimentalismo de los Juan Benet o Juan Goytisolo y el formalismo y he acabado en la ¨¦poca del Twitter¡±. Y no lamenta haber apostado por una literatura de goce con el relato, humor¨ªstica y barojiana, que le habr¨ªa desviado de una obra de mayor calado. ¡°Eso me lo he preguntado muy a menudo. Ayer mismo le¨ªa una cosa sobre Juan Benet. Hace 40 a?os, en una conversaci¨®n con ¨¦l, ya lo abordamos: me dec¨ªa que por qu¨¦ no hac¨ªa una literatura de mayor grosor intelectual, pero no me sale: no s¨¦ si por falta de esfuerzo o por no tener que afrontar la agon¨ªa del gran artista¡±, confiesa. Y lo remacha: ¡°Tampoco s¨¦ hoy si tiene sentido una novela de altas pretensiones intelectuales; no creo que est¨¦ en el lenguaje literario del presente; creo que eso acab¨® con Thomas Bernhard. Los que ves ahora son practicantes de un tipo de cocina que creo que ya no nos gusta comer¡±.
A pesar de que Mendoza no lo cultive, las dos novelas de lo que en principio deb¨ªa ser una trilog¨ªa (¡°Ser¨¢ una trilog¨ªa flexible: quiz¨¢ sean cuatro¡±) reflejan certeros fen¨®menos sociales o culturales de una ¨¦poca que luego resultaron ser lo que fueron¡ o todo lo contrario. Entre ellos, una Barcelona que a finales de los setenta era ¡°un reducto provinciano, hipertrofiado, endog¨¢mico y pretencioso¡±, escribe. ¡°Una vez quemada la gauche divine, Barcelona era una ciudad marginal comparada con la movida madrile?a, que simboliz¨® el verdadero gran cambio cultural popular¡±, sostiene. Hoy, el mal de la capital catalana es que ¡°es un producto tur¨ªstico, dise?ada para pasar cinco d¨ªas, ni uno m¨¢s, por sus distintos ambientes, y con el punto justo de desmadre por las noches, un desmadre tipo Tercer Mundo sin el miedo real de vivirlo en Estambul o en ?frica¡±.
"Tampoco s¨¦ hoy si tiene sentido una novela de altas pretensiones intelectuales; no creo que est¨¦ en el lenguaje literario del presente; creo que eso acab¨® con Thomas Bernhard"
Culturalmente, asegura, le parece que Barcelona est¨¢ ¡°muy diluida". "Pero yo tambi¨¦n lo estoy, y bien es cierto que hay mucho teatro peque?o en barrios, peque?as editoriales¡¡±. ?Mejor Londres, donde pasa la mayor parte del a?o? ¡°Est¨¢ fant¨¢stica, pero le durar¨¢ poco si sigue con lo del Brexit: toda Inglaterra est¨¢ parada con eso¡±. Es un mal global: ¡°En EE UU est¨¢n con las tonter¨ªas de Trump; en Catalu?a, el proc¨¦s¡ Todos los pa¨ªses est¨¢n encerrados en un proceso similar, quiz¨¢ fruto de un turbocapitalismo llevado al extremo, que hace que no sepamos si somos de Barcelona o de Singapur¡ Por eso todos estamos metidos en derivaciones de glorias del pasado, que si Churchill o el D¨ªa D. Y as¨ª, mientras el pa¨ªs est¨¢ desecho y la econom¨ªa por los suelos, vamos dando vueltas a los temas de la identidad; todos estamos en el psicoan¨¢lisis de la identidad¡±. El autor del ensayo Qu¨¦ est¨¢ pasando en Catalu?a lo tiene claro: ¡°Pienses lo que pienses sobre Catalu?a ves que esto es un bucle y que ya nos va bien con ese entretenimiento¡ Vivo en perplejidad compartida y veo mal la cosa, que est¨¢ llevando un perjuicio duradero para la imagen del pa¨ªs y para lo socioecon¨®mico¡±. Y llama t¨¢citamente a un consenso: ¡°No s¨¦ si va a resolverse, pero por lo menos deber¨ªamos abordarlo. Una soluci¨®n no s¨¦ si hay, pero s¨ª hay soluciones¡±.
A Mendoza le llama la atenci¨®n, sin embargo, que en Inglaterra, el conflicto del Brexit se traduzca poco en la calle: ¡°En los pueblos no se ven pancartas o banderas; las manifestaciones son escasas y poco multitudinarias y eso es porque ah¨ª la pol¨ªtica se deja en manos de los pol¨ªticos: han de hacer su trabajo, ellos han de dar la cara. Aqu¨ª, como no confiamos en los pol¨ªticos y votamos ideas, salimos a la calle a arreglarlo personalmente porque no nos fiamos de ellos¡±.
"Con Franco se ten¨ªa que haber hecho un sorteo entre los espa?oles y el ganador deb¨ªa llev¨¢rselo a casa"
El otro gran hilo sociol¨®gico que cose la novela es la Transici¨®n espa?ola. ¡°No viv¨ª su d¨ªa a d¨ªa: yo regres¨¦ a Espa?a en 1983; me duele no haber estado ah¨ª, cuando la gente hizo suya la calle de verdad¡ Pero ahora me interesa m¨¢s la muerte de Franco por lo que signific¨® de dejar a toda una generaci¨®n desvalida, sin pasado; el tercer volumen ir¨¢ sobre eso¡±, dice quien califica de ¡°cameo¡± la salida del dictador del Valle de los Ca¨ªdos. ¡°Se ten¨ªa que quitar de ah¨ª¡ Siempre he pensado que con Franco se ten¨ªa que haber hecho un sorteo entre los espa?oles y el ganador deb¨ªa llev¨¢rselo a casa¡±, bromea. ?La Transici¨®n se hizo mal? ¡°Su balance es de notable alto; la muerte del dictador parec¨ªa el pr¨®logo a una nueva Guerra Civil; en cambio, se sald¨® con una redistribuci¨®n de la cultura de las oportunidades, fue un momento muy tolerante y con un sentido hist¨®rico de que se hab¨ªa que hacer entre todos y evitar grandes males¡ Veremos si ahora estamos en un momento de esp¨ªritu as¨ª¡±.
Babelia
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