Truco o trato en el Overlook
La obra de Kubrick era un fascinante ejercicio sobre la locura y sus consecuencias. La de Flanagan, un combate entre hechiceros que hacen trucos de magia.
A falta de media hora para el final de la pel¨ªcula, tras un suplicio de otras dos, suena la fanfarria musical medieval Dies Irae, reinventada a base de sintetizadores por Wendy Carlos, la c¨¢mara se eleva sobre la carretera serpenteante entre monta?as, un coche se acerca al hotel Overlook y el coraz¨®n por fin palpita. Pero el m¨¦rito no es de Mike Flanagan, director de Doctor Sue?o, tard¨ªa secuela de El resplandor y adaptaci¨®n de la novela de Stephen King publicada en el a?o 2011, sino de la pura nostalgia, del recuerdo de lo que fue y ya nunca ser¨¢, de la evocaci¨®n de aquello que s¨ª era brillante en lo art¨ªstico.
DOCTOR SUE?O
Direcci¨®n: Mike Flanagan.
Int¨¦rpretes: Ewan McGregor, Kyliegh Curran, Rebecca Fergusson, Cliff Curtis.
G¨¦nero: terror. EE UU, 2019.
Duraci¨®n: 151 minutos.
A pesar de que su t¨ªtulo acabara englobando su energ¨ªa, El resplandor, novela de Stephen King de 1977, pel¨ªcula de Stanley Kubrick de 1980, no basaba su bestial fuerza emocional y terror¨ªfica en el poder mental, premonitorio y comunicativo del ni?o Danny Torrance. La facultad del resplandor era solo la v¨ªa de acceso para hablar de aspectos mucho m¨¢s profundos y complejos: la soledad, el aislamiento, el alcoholismo, la obstrucci¨®n creativa, el miedo y el impulso hacia lo desconocido, la manipulaci¨®n, la violencia, la demencia. En cambio, Doctor Sue?o, al menos en la versi¨®n de Flanagan, se ha quedado en la superficie del poder paranormal. La obra de Kubrick era un fascinante ejercicio sobre la locura y sus consecuencias. La de Flanagan, un combate entre hechiceros que hacen trucos de magia, un Harry Potter de viajes en el espacio y ojos iluminados por neones azules. Enfrentamientos entre fuerzas del bien y del mal asentados en una varita y nunca en las esquinas m¨¢s rec¨®nditas de la mente humana.
Tras un pr¨®logo ambientado pocos meses despu¨¦s de la escapada final del ni?o Danny y su madre del hotel del fr¨ªo y el desgarro, la historia salta a trav¨¦s de una bonita elipsis, con el cr¨ªo convertido en hombre de mediana edad, interpretado por Ewan McGregor, asolado por el encierro en s¨ª mismo, los desvelos del pasado y una vida de alcohol y sexo g¨¦lido. Son los mejores minutos de la pel¨ªcula, pero son apenas veinte. Los ¨²nicos instantes donde Flanagan se acerca a los grandes subtextos de la novela y pel¨ªcula originales.
Sin embargo, desde la aparici¨®n continua del grupo bautizado por King como Nudo verdadero, una especie de comuna neohippie que se alimenta del resplandor de otros ni?os, todo se va viniendo abajo. Discutible en sus perfiles dram¨¢ticos y terror¨ªficos, la congregaci¨®n sobrenatural est¨¢ comandada adem¨¢s por un personaje con trazos arquet¨ªpicos de bruja mala de toda la vida, Rose la Chistera, sin el menor poder para el estremecimiento, e interpretado por una actriz sin apenas registros y ni un gramo de inquietud: Rebecca Ferguson.
Con el apoyo del siempre temible Akiva Goldsman en el guion, Flanagan, creador de la serie televisiva La maldici¨®n de Hill House, fascinante para muchos, convencional, de horrenda fotograf¨ªa digital y de estructura dram¨¢tica demasiado marcada, en opini¨®n del que esto escribe, ha eliminado personajes de la novela, reciclado otros y a?adido m¨¢s gui?os a la pel¨ªcula original. Nada que objetar, salvo alguna extravagante decisi¨®n de reparto en la parte final (ojo al int¨¦rprete que hereda el papel de Jack Nicholson). La frustraci¨®n ya ven¨ªa de lejos. De un proyecto quiz¨¢ imposible. De una err¨®nea base dram¨¢tica, quiz¨¢ heredada de la novela de King. De la imposibilidad de rozar siquiera el mito: el del terror que brota de la mente, del extrav¨ªo, de una simple pelota golpeando una pared. Y a¨²n menos a base de trucos de magia.
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