Green Day, tres d¨¦cadas de jovialidad milagrosa
Los californianos homenajean ¡®Dookie¡¯ y sus otros cl¨¢sicos en una ardorosa comparecencia por sorpresa madrile?a ante 2.000 personas
Acostumbrados a escrutarle a Billie Joe Armstrong la raya del ojo a trav¨¦s de las pantallas gigantes, en estadios donde la pretendida ¨¦pica se difumina entre la distancia abismal y la ac¨²stica ramplona, el ¨²ltimo ni?o bonito del punk yanqui se nos plantific¨® por sorpresa este mi¨¦rcoles en una sala con apenas 2.000 almas de aforo, una minucia para los est¨¢ndares de esa banda de alborotadores que lidera desde hace tres d¨¦cadas. Y ah¨ª, en ese cara a cara frontal y sin intermediarios, hubo ocasi¨®n de evaluar la jovialidad milagrosa de Green Day, una formaci¨®n que sigue creyendo en los postulados del punk-pop como si el envejecimiento celular constituyera un fen¨®meno ajeno a sus organismos.
Hac¨ªa much¨ªsimo que en La Riviera, sala de por s¨ª propensa a la jarana, no se respiraba nada parecido (y no nos referimos solo a las sustancias sujetas a la Ley Antitabaco). Un concierto no programado de una de las escasas bandas con el pedigr¨ª noventero intacto. Dos millares de entradas que se volatilizaron en minutos, pese a un precio superior a los 80 euros. Y un fervor que convert¨ªa en acontecimiento hasta la m¨²sica ambiental de los proleg¨®menos: ni con Freddie Mercury redivivo se habr¨ªa desga?itado el personal con tanta devoci¨®n a costa de?Bohemian Rhapsody. Por eso, cuando los ricitos rebeldes de Armstrong asomaron a eso de las 21.03 -porque se puede ser rebelde y puntual-, ya no hubo manera de detener la eclosi¨®n de brincos, c¨¢nticos, codazos al pr¨®jimo, gargantas en incandescencia, colegas encaramados a hombros, ¨¦xtasis convertidos en telegramas de?guasap.
?Es solo rocanrol, pero, maldita sea, nos sigue gustando.
Y s¨ª, es cierto: no sucedi¨® nada novedoso, relevante, excepcional, inaudito este mi¨¦rcoles en La Riviera. Lo ¨²nico un poco ins¨®lito era el men¨² de rabia, descaro, humor y decibelios en esta era del?trap y el?autotune. Por lo dem¨¢s, sucesiones eternas de tres acordes, himnos que no se apartan del primer o segundo grado de cosanguinidad, apelaciones del jefe de filas a ¡°Volvernos jodidamente locos¡± y ¡°Subir los brazos¡± y bramidos reiterados de ¡°?Viva Espa?a!¡±.
Suficiente para desencadenar la feliz hecatombe. A los diez minutos, los minis de cerveza ya salpicaban en vuelo libre las cabelleras de docenas de espectadores, sin que nadie esbozara el menor gesto de fastidio. Y a la media hora, los?pogos dejaban el centro de la pista para los esqueletos m¨¢s fornidos (y alg¨²n que otro enclenque temerario). La exaltaci¨®n de la fiesta descomplicada.
Encorbatado, elegant¨®n a su manera y firmante de un envidiable pacto diab¨®lico, porque no hay manera de atribuirle los 47 a?azos que delata su biograf¨ªa, Billie Joe recordaba que celebr¨¢bamos el cuarto de siglo de?Dookie, su tercer, seminal y multimillonario elep¨¦, y brome¨® con la elecci¨®n de la cita: ¡°Lo hacemos en Espa?a para que se nos pongan celosos los americanos¡±. Lo mejor de aquel ¨¢lbum, el indiscutible Nevermind del punk, es que 25 a?os despu¨¦s se redescubra como una obra vitam¨ªnica y no rid¨ªcula ni imberbe. Y que sea capaz de movilizar, en un siglo distinto, a un gent¨ªo multigeneracional: habr¨ªa en la pista alguna parejilla que tambi¨¦n celebrara sus bodas de plata, cierto, pero era m¨¢s abundante la chavaler¨ªa que en 1994 a¨²n no reun¨ªa ni la condici¨®n de cigoto.
Terreno abonado para la algarab¨ªa. Green Day no han pretendido resultar sesudos ni cuando les dio por las ¨®peras punk, y a estas alturas solo aspiran a seguir alborotando a las multitudes, tocar un poco las narices (en febrero entregar¨¢n un disco titulado?Father Of All Motherfuckers, si eso sirve para escandalizar a alguien, y el tema central es francamente divertido) y dosificar una artiller¨ªa musical de escuadra y cartab¨®n. Inauguraron la fiesta con?Burnout, se envalentonaron con?Chump, exaltaron la amistad con las imbatibles?Welcome to Paradise y Basket Case. Dejaron para casi el final?Boulevard Of Broken Dreams, seguramente superior a todo aquel repertorio del 94, y?Know Your Enemy, que aplica el consabido truco de arrancar con el estribillo. Y delegaron el primer bis en?American Idiot, con seguridad m¨¢s vigente hoy que en 2004. Fueron 100 minutos exactos de concierto, como mandan los c¨¢nones. Y la sospecha de que, si el desgaste celular es tan demorado, querr¨¢n dentro de 30 a?os seguir montando bulla.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.