Gald¨®s renueva su valor
En 2020 se cumplen cien a?os de la muerte del mayor novelista espa?ol despu¨¦s de Cervantes. Una exposici¨®n y una biograf¨ªa se adelantan a las conmemoraciones del narrador y dramaturgo
Pronto har¨¢ 100 a?os. En la madrugada del 4 de enero de 1920 Benito P¨¦rez Gald¨®s mor¨ªa en su casa de la calle de Hilari¨®n Eslava de Madrid. Ten¨ªa 76 a?os y estaba casi ciego, obligado a dictar sus ¨²ltimas obras. A su lado ten¨ªa a Mar¨ªa, su ¨²nica hija, para la que siempre fue un padre soltero. Pese a la ausencia de la Espa?a oficial ¡ª¡°fr¨ªa, seca, protocolaria¡±, escribi¨® Ortega y Gasset¡ª, a su entierro acudieron 30.000 personas. En julio de ese mismo a?o Valle-Incl¨¢n comenz¨® a publicar por entregas Luces de bohemia, que inauguraba un nuevo g¨¦nero teatral: el esperpento. En una de sus escenas el personaje Dorio de G¨¢dex, ¡°ep¨ªgono del parnaso modernista¡±, dice que ha quedado vacante en la RAE la silla de ¡°don Benito el garbancero¡±. Pocas etiquetas han tenido tanta fortuna en la historia de la literatura espa?ola.
En el fondo, Gald¨®s hab¨ªa llegado a rega?adientes a esa silla (la H). Su candidatura fue torpedeada por el ala conservadora de la Academia, encabezada por Antonio C¨¢novas del Castillo, hasta que se impuso el criterio de Marcelino Men¨¦ndez Pelayo y Jos¨¦ Mar¨ªa Pereda, amigos del novelista. El electo tard¨® luego siete a?os en leer uno de los discursos m¨¢s breves en la historia de la Docta Casa, un pu?ado de folios titulados La sociedad presente como materia novelable, redactado con una desgana solo comparable a la que su autor puso en sus Memorias de un desmemoriado.
¡°La animadversi¨®n de Benet hacia Gald¨®s es una herencia de Baroja¡±, sostiene Germ¨¢n Gull¨®n
En aquella sesi¨®n de 1897 se pudo, sin embargo, asistir a una de las lecturas m¨¢s penetrantes de la obra de un narrador siempre le¨ªdo pero no siempre aceptado por sus colegas. Esa lectura es la larga r¨¦plica ¡ªmucho m¨¢s que el discurso¡ª que Men¨¦ndez Pelayo dio a las palabras del escritor, al que le un¨ªa una amistad de dos d¨¦cadas y, a la vez, una irresoluble discrepancia pol¨ªtica. Mientras el cr¨ªtico santanderino era el ep¨ªtome de intelectual cat¨®lico tradicionalista, el novelista canario, heterodoxo y anticlerical, terminar¨ªa presidiendo en 1909 la Conjunci¨®n Republicano-Socialista que un a?o m¨¢s tarde terminar¨ªa llevando al Congreso al fundador del PSOE, Pablo Iglesias.
¡°El se?or Gald¨®s no ha venido a traer la paz sino la espada¡±, dijo Men¨¦ndez Pelayo en una alocuci¨®n en la que habl¨® de Fortunata y Jacinta como ¡°uno de los grandes esfuerzos del ingenio espa?ol¡± de su tiempo antes de se?alarle un ¨²nico defecto: ¡°No presentar la realidad bastante depurada de escoria¡±. Despu¨¦s de compararlo con Ibsen ¡ªpor la ruptura de las convenciones esc¨¦nicas en su teatro y antes de ponerlo a la altura de Balzac por lo oce¨¢nico de su producci¨®n¡ª destac¨® el inter¨¦s de su amigo por ¡°encarnar en sus obras alg¨²n pensamiento de reforma social¡±. ?Que una producci¨®n de miles de p¨¢ginas contiene ca¨ªdas? ¡°Hay errores geniales que valen mil veces m¨¢s que los aciertos vulgares¡±, dijo. Para a?adir: ¡°Su vena es tan caudalosa que no puede menos que bajar turbia a veces; pero con los desperdicios de ese caudal hay para fertilizar muchas tierras est¨¦riles¡±.
Pese a los elogios de la cr¨ªtica de su tiempo, al perpetuo favor del p¨²blico y a lo cerca que estuvo de ganar el Premio Nobel ¡ªera el gran candidato de 1915, pero qued¨® desierto¡ª, Gald¨®s fue durante d¨¦cadas objeto de censura est¨¦tica e ideol¨®gica. Para las vanguardias del arte por el arte y la poes¨ªa pura, se convirti¨® en el paradigma de una escritura sin ambici¨®n est¨¦tica (¡°Nuestras convicciones te¨®ricas imped¨ªan que nos interesara¡±, escribi¨® Francisco Ayala). Para el franquismo era una gloria inc¨®moda del que se salvaba la palabra ¡°nacional¡± en sus famosos Episodios. Fueron los exiliados los que volvieron a Gald¨®s sin prejuicios. Si Max Aub lo utiliz¨® como modelo para su serie de El laberinto m¨¢gico, Luis Cernuda, c¨¢ustico con todo lo espa?ol, lo ten¨ªa por s¨ªmbolo de lo poco noble que a su juicio quedaba de Espa?a. ¡°Se ha repetido que Gald¨®s no sabe escribir, que no tiene estilo¡±, anot¨® en 1954. ¡°Gald¨®s cre¨® para sus personajes un lenguaje que no tiene precedentes en nuestra literatura, ni parece que nadie haya intentado continuarlo o podido continuarlo¡±.
Ese ambiente de ¡°menosprecio¡± es el que se encontraron muchos escritores espa?oles en ejercicio cuando empezaron su carrera. ¡°Yo hab¨ªa le¨ªdo los Episodios nacionales cuando era adolescente como si se tratara de novelas de aventuras¡±, cuenta Antonio Mu?oz Molina. ¡°Cuando llegu¨¦ a la universidad me sent¨ª autorizado a despreciar a Gald¨®s sin haberlo le¨ªdo. Eran los prejuicios de la ¨¦poca, surgidos de repetir lo del garbancero, de las parodias que hac¨ªa Julio Cort¨¢zar y de las opiniones de Juan Benet. Hasta que un d¨ªa me decid¨ª a leerlo cansado de que Francisco Umbral escribiera sistem¨¢ticamente contra ¨¦l. Ten¨ªa una verdadera obsesi¨®n y pens¨¦: ¡®A lo mejor lo critica tanto porque es muy bueno¡¯. Entonces descubr¨ª a un escritor muy valioso pol¨ªticamente, un republicano, que adem¨¢s era un moderno y estaba en permanente di¨¢logo con la novela europea de su tiempo, con Dickens, con Balzac¡±. ?Pag¨® la factura de la popularidad? ¡°Es que es popular porque es claro. Y lo es porque tiene una visi¨®n pedag¨®gica y militante de la literatura, m¨¢s a¨²n en su teatro. Es popular como lo son Cervantes o Charles Chaplin¡±.
2020, un a?o de autor
Benito P¨¦rez Gald¨®s. La verdad humana es el t¨ªtulo de la muestra que puede verse en la Biblioteca Nacional de Madrid hasta el 16 de febrero. Comisariada por el cr¨ªtico Germ¨¢n Gull¨®n y la novelista Marta Sanz, propone una visi¨®n "polif¨®nica" de un escritor que pintaba y tocaba el piano y que fue gran viajero, director de peri¨®dico, acad¨¦mico y diputado. La exposici¨®n podr¨¢ verse luego en Tenerife y Las Palmas, la ciudad en la que naci¨® en 1843. Santander y Madrid, donde muri¨® en 1910 fueron los otros dos escenarios fundamentales de su vida.
El Ayuntamiento de la capital espa?ola tiene previsto declararlo este mes hijo adoptivo al tiempo que prepara todo un despliegue de actos para el a?o que viene con coloquios y conferencias, estrenos teatrales y paseos por los lugares inmortalizados en sus novelas. Instituciones de las que fue socio como el Ateneo y la Real Academia Espa?ola tambi¨¦n tendr¨¢n su particular A?o Gald¨®s. Por su parte, la editorial Alianza acaba de lanzar una biograf¨ªa del escritor firmada por Francisco C¨¢novas S¨¢nchez y prepara la reedici¨®n de la novela ?ngel Guerra, publicada en 1891.
El gran s¨ªmbolo de los juicios antigaldosianos de finales del siglo XX sigue siendo uno de los autores citados por Mu?oz Molina: Juan Benet. Cuando en 1970 Cuadernos para el Di¨¢logo le prepar¨® un homenaje con motivo del 50? aniversario de su muerte, el autor de Volver¨¢s a Regi¨®n, para el que ¡°el culto a Gald¨®s¡± era ¡°una desgracia nacional¡±, respondi¨® a Pedro Altares, director de la revista, con una famosa carta abierta en la que criticaba tanto la novela de ¡°levantamiento catastral¡± como la ¡°imaginaci¨®n litogr¨¢fica¡± del homenajeado. ¡°Mi aprecio por Gald¨®s es muy escaso, solamente comparable ¡ªen t¨¦rminos cuantitativos¡ª al desconocimiento que tengo de su obra, a la que en los ¨²ltimos a?os me he acercado¡±, reconoc¨ªa, ¡°para cerciorarme de su total carencia de inter¨¦s para m¨ª¡±.
El cr¨ªtico Germ¨¢n Gull¨®n discuti¨® mucho sobre el tema con su amigo Benet. Junto a la novelista Marta Sanz, es el comisario de Benito P¨¦rez Gald¨®s. La verdad humana, la exposici¨®n ¡°polif¨®nica¡± que la Biblioteca Nacional inau?gur¨® el jueves pasado para abrir el centenario de la muerte del escritor. Mientras la recorre, Gull¨®n cuenta que la animadversi¨®n de Benet es una opini¨®n heredada de P¨ªo Baroja, al que trat¨® con frecuencia. ¡°Los escritores j¨®venes siempre pensaron que Gald¨®s era un dique para su propio ¨¦xito¡±, explica. ¡°Pensemos en 1902, un a?o clave para Baroja, Azor¨ªn y Unamuno, que publican respectivamente Camino de perfecci¨®n, La voluntad y Amor y pedagog¨ªa. Gald¨®s parec¨ªa casi amortizado, pero justo renace como autor teatral de ¨¦xito, el m¨¢s importante de su tiempo, por encima de Valle. Un ¨¦xito al que contribuy¨® que colaborasen con ¨¦l actrices como Mar¨ªa Guerrero y Margarita Xirgu¡±. ?Y el supuesto estilo rancio del novelista? ¡°Escrib¨ªa r¨¢pido y a veces con cierto descuido que luego correg¨ªa, pero ?rancio? En novelas como El amigo manso y otras se adelanta al flujo de conciencia y al desdoblamiento de los personajes que tanto van a usar luego los novelistas anglosajones, Unamuno o Pirandello¡±.
Para Marta Sanz, hablar de aquella larga disputa o de la vigencia de Gald¨®s en la narrativa actual es una forma de reactivar el debate sobre el realismo ¡°como estilo literario¡±, pero tambi¨¦n como ¡°impulso de representaci¨®n de la realidad¡± sin ce?irse exactamente a los c¨®digos aprendidos de la gran narrativa decimon¨®nica¡±. Algo que, en su opini¨®n, concierne a autores como Rafael Chirbes, Bel¨¦n Gopegui, Rafael Reig, Manuel Longares o Isaac Rosa. Para la autora de Far¨¢ndula, ¡°Gald¨®s es el escritor que incorpora una mir¨ªada de voces, crea puntos de vista alterados o inusuales, se preocupa por la verdad y la verosimilitud, lleva a cabo un tratamiento libresco de los g¨¦neros autobiogr¨¢ficos e hist¨®ricos, elabora di¨¢logos que dan cuenta de una lengua viva, reinterpreta el follet¨ªn y se caracteriza por un agudo, pero nunca hiriente, sentido del humor¡±. Todo ello desde un deseo de ¡°ser entendido, comunicar, abrir un cauce de debate¡± con sus novelas, dramas y art¨ªculos de peri¨®dico.
¡°Su obra reactiva el debate sobre el realismo m¨¢s all¨¢ de la novela decimon¨®nica¡±, dice Marta Sanz
Del cumplimiento de ese deseo da cuenta la buena fortuna editorial de su obra. Una colecci¨®n como El Libro de Bolsillo de Alianza cuenta con una Biblioteca Gald¨®s de 65 t¨ªtulos a los que pronto se a?adir¨¢ otro m¨¢s, ?ngel Guerra. El director de la colecci¨®n, Javier Set¨®, no cree que la ¡°querella¡± en torno a su estilo ¡°haya trascendido de los ¨¢mbitos meramente literarios¡±. Para apuntalar la popularidad del autor, recuerda las adaptaciones al cine de El abuelo por parte de Jos¨¦ Luis Garci y de Fortunata y Jacinta a la televisi¨®n a cargo de Mario Camus. Sin olvidar las que Luis Bu?uel hizo de Nazar¨ªn o Tristana.
Almudena Grandes, que lleva nueve a?os embarcada en una serie titulada Episodios de una guerra interminable, reconoce que lo le¨ªa en la universidad pero no se atrev¨ªa a decirlo. Hoy los escritores han cambiado y la obra de Gald¨®s sigue hablando en presente. Grandes, por ejemplo, subraya c¨®mo el ¨²ltimo episodio nacional ¡ªC¨¢novas¡ª radiograf¨ªa ¡°la par¨¢lisis pol¨ªtica espa?ola¡± o c¨®mo los episodios que tratan de las guerras carlistas servir¨ªan para explicar muchas cosas sobre el conflicto catal¨¢n: ¡°La segunda guerra carlista fue muy catalana. Siempre contra el Gobierno de Madrid, que era la capital de los liberales, algo que parece olvidar mucha gente que no distingue qui¨¦n era reaccionario y qui¨¦n liberal en ese momento. Tal vez por eso algunos nacionalistas hablan tanto del siglo XVIII y tan poco del XIX¡±.
Almudena Grandes reivindica adem¨¢s a exiliados como Bu?uel, Max Aub o Luis Cernuda por su labor de puente. ¡°El mejor homenaje que nadie puede hacer jam¨¢s a un escritor es¡±, apunta, ¡°el poema de Cernuda D¨ªptico espa?ol¡±. Sus ¨²ltimos versos dicen: ¡°La real para ti no es esa Espa?a obscena y deprimente / en la que regentea hoy la canalla, / sino esta Espa?a viva y siempre noble / que Gald¨®s en sus libros ha creado. / De aqu¨¦lla nos consuela y cura ¨¦sta¡±.
Cuatro lecturas m¨¢s all¨¢ de ¡®Fortunata y Jacinta¡¯
¡®Tormento¡¯.
Por Almudena Grandes
¡®Episodios nacionales¡¯
Por Antonio Mu?oz Molina
¡®Miau¡¯
Por Marta Sanz
¡®El terror de 1824¡¯
Por Andr¨¦s Trapiello
"Le¨ª Tormento con 15 a?os y me qued¨¦ at¨®nita con la historia de un cura que seduce a una hu¨¦rfana, pero tambi¨¦n con un escritor que trataba con ternura a los dos, al cura y a la hu¨¦rfana. Yo era una ni?a espa?ola nacida en el 60 que iba a un colegio de monjas y no pod¨ªa creer lo que estaba leyendo. Aunque reconoc¨ªa los nombres de las calles de Madrid, aquello me parec¨ªa ciencia-ficci¨®n. Una novela como La de bringas, de la misma trilog¨ªa, es m¨¢s perfecta, Fortunata y Jacinta es la obra maestra del otro gran narrador espa?ol de todos los tiempos y los Episodios nacionales han sido importantes en mi obra, pero Tormento siempre ser¨¢ especial: me enganch¨® a Gald¨®s".
"Fortunata y Jacinta tiene una amplitud y una profundidad solo al alcance de Tolst¨®i y Balzac, pero los Episodios nacionales son una construcci¨®n literaria incomparable: tanto por su valor literario como por su valor hist¨®rico. Por su escala, su capacidad de invenci¨®n y de creaci¨®n de personajes y por su variedad de matices, comprensible si se piensa que Gald¨®s los fue escribiendo a lo largo de toda su vida. Cada serie se lee como una novela en s¨ª, pero las m¨¢s logradas me parecen la Segunda ¡ªde El equipaje del rey Jos¨¦ a Un faccioso m¨¢s y algunos frailes menos¡ª y la Cuarta ¡ªde Las tormentas del 48 a La de los tristes destinos¡ª".
"Entr¨¦ en Gald¨®s por Miau y me pareci¨® de una modernidad literaria absoluta. Por un lado, las visiones que tiene el ni?o de la familia me son alucinantes, prefaulknerianas. Por otro, me impresion¨® por la visi¨®n que da el narrador de una sociedad donde es imprescindible fortalecer la musculatura de la clase media. Me pareci¨® una revelaci¨®n toparme con una novela de la d¨¦cada de los ochenta del siglo XIX que habla de un funcionario cesante para explicar c¨®mo el trabajo es algo que necesitamos para realizarnos como personas y c¨®mo la laboriosidad de algunos pa¨ªses les da una fuerza en la que se sustenta la democracia".
"Pensemos en un libro largo y en otro corto. Fortunata y Jacinta es un prodigio ?¡ªGald¨®s no est¨¢ por detr¨¢s de Cervantes, sino a su altura¡ª, pero necesitas un mes para embarcarte en su lectura. Hay, sin embargo, una novela corta muy recomendable por lo raro ¡ªquiz¨¢s por encima de Miau y de Misericordia¡ª. Es El terror de 1824, el s¨¦ptimo volumen de la Segunda Serie de los Episodios. Cuenta el momento revolucionario entre 1820 y 1823 y termina, no hago spoiler, con el ahorcamiento de Riego, el liberal. En esas p¨¢ginas es donde mejor se ha contado el Madrid de los barrios bajos".
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