El sexo que estafa a los ricos
Tengo la sensaci¨®n de que estoy viendo un telefilme con pretensiones sobre unas manguis y su clientela forrada de pasta
La espera de la llegada del mes¨ªas, o sea, de El irland¨¦s, ¨²ltima entrega de Scorsese, uno de los pocos cl¨¢sicos que sigue en activo, se hace larga para los creyentes. Y hay productos muy atractivos que contin¨²an en la cartelera, pero los copiosos estrenos de esta semana parecen escasamente seductores. Como hay forzosamente que elegir me acerco con ciertas precauciones a Estafadoras de Wall Street. El t¨ªtulo original es Hustlers. Un enunciado muy audaz para mis particulares gustos, ya que la pel¨ªcula que m¨¢s amo de la historia del cine, junto a El apartamento es The Hustler, titulada en Espa?a El buscavidas. El parecido entre este grupo de strippers que le dan el palo a los habitantes de Wall Street y el calvario y la redenci¨®n de aquel jugador de billar genial y autodestructivo empieza y termina en el enunciado.
ESTAFADORAS DE WALL STREET
Direcci¨®n: Lorene Scafaria.
Int¨¦rpretes: Constance Wu, Jennifer L¨®pez, Julia Stiles, Lili Reinhardt.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2019.
Duraci¨®n: 110 minutos.
Cuentan que ha obtenido un notable ¨¦xito en Estados Unidos. Lo que cuenta, al parecer, est¨¢ basado en la realidad, en la investigaci¨®n que hizo una periodista sobre una banda de se?oras dedicadas a exhibir su anatom¨ªa en clubs y al puter¨ªo bien pagado, cuya codicia descubre que pueden multiplicar las ganancias actuando conjuntamente, dopando a su clientela combinando una droga que desata la lujuria del cliente con otra que le deja noqueado, con sus tarjetas de cr¨¦dito devastadas. Y sin ganas de establecer denuncias por el foll¨®n que se puede montar con sus parejas y sus empresas. El grupo de manguis es multi¨¦tnico y casi toda su clientela, adem¨¢s de parecer simplona y tonta, de ponerse hasta arriba de alcohol y coca, est¨¢ forrada de pasta. Son los buitres de Wall Street, tiburones, poderosos, especuladores, c¨ªnicos. Cuando son robados o estafados es dif¨ªcil sentir piedad por ellos. El recurso es facil¨®n, pero da juego. Y si las ladronas son mujeres que estos prepotentes se?ores han pretendido alquilar, el gozo del receptor convencional es absoluto. Scorsese habl¨® de esta voraz fauna en la excelente El lobo de Wall Street. Sobran las comparaciones, seamos compasivos. Y no hablemos de las respectivas est¨¦ticas. Aquella era muy poderosa, en el estilo de la casa. En esta, a ratos, tengo la sensaci¨®n de que estoy viendo un telefilme con pretensiones.
?Y las actrices? Pues no me despiertan expectativas ni su actuaci¨®n ni su presencia, tan importante la segunda en su profesi¨®n de trabajadoras del sexo. Con la excepci¨®n de Jennifer Lopez, se?ora en posesi¨®n de un f¨ªsico espectacular y gen¨¦tico morbo. Pero no le pillo la gracia ni el erotismo al resto. Y sus v¨ªctimas son demasiado bobas.
La stripper m¨¢s perturbadora que he visto en el cine es Natalie Portman en Closer, aquella pel¨ªcula inquietante y desolada que hablaba de las subidas, las bajadas, el amanecer, el ocaso, los cambios, en esa cosa tan compleja llamada amor. Portman es peque?ita. Y tan buena actriz que pod¨ªa dotar a su personaje de una sensualidad volc¨¢nica. Nac¨ªa de su inteligencia. Aqu¨ª no abunda.
Babelia
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