Nanmoku, el pueblo japon¨¦s m¨¢s envejecido en la naci¨®n m¨¢s envejecida del mundo
La edad media de la localidad es superior a los 68 a?os y m¨¢s de dos tercios de la poblaci¨®n tiene m¨¢s de 65 a?os
Nanmoku es el pueblo m¨¢s envejecido de la naci¨®n m¨¢s envejecida del mundo, Jap¨®n. Aqu¨ª, m¨¢s de dos tercios de la poblaci¨®n es mayor de 65 a?os y el n¨²mero de ni?os no llega al 3%. Alrededor de un centenar de personas viven o acuden a diario a las dos residencias de mayores de la localidad, mientras en la escuela, en cambio, hay m¨¢s profesores (26) que alumnos (20). Nanmoku cuenta con 597 casas vac¨ªas y no hay forma de que sean ocupadas, mientras las ciudades son azotadas por el alt¨ªsimo precio de la vivienda.
La localidad tiene cerca de 1.500 habitantes, el mismo n¨²mero de pasajeros que cabe en un tren de Tokio, la capital, situada a unos 130 kil¨®metros. La edad media es de m¨¢s de 68 a?os. La pir¨¢mide poblacional, invertida hasta tal punto que tiene casi forma de coraz¨®n, es el reflejo del doble golpe de la despoblaci¨®n rural y de la ca¨ªda en picado de la natalidad de la cuarta econom¨ªa del planeta. Ambas han sido cuestiones esenciales en los comicios que el pa¨ªs celebr¨® en septiembre. Y una visita quiz¨¢ ofrezca algunas respuestas.
¡°Tengo 65 a?os y no lo puedo creer: soy la juventud del pueblo¡±, dice el se?or Ichikura, mientras supervisa a los operarios que refuerzan un talud para evitar desprendimientos de la colina sobre la carretera de acceso al pueblo. Naci¨® en 1958. De adolescente fantase¨® con largarse, pero nunca lo hizo. De las 30 personas de su generaci¨®n, dice, todas se marcharon. ?l empez¨® a trabajar muy pronto en una empresa regional de construcci¨®n. Hace poco, quiso retirarse y dedicarse a labrar las tierras familiares, pero la compa?¨ªa, en la que lleva casi 50 a?os, le ha pedido que aguante: no encuentran empleados como ¨¦l en la zona. Planea jubilarse a los 70.
¡ª?Se le quedar¨¢ buena pensi¨®n?
¡ª?Eso espero!
Las obras que dirige est¨¢n frente a una de las zonas m¨¢s concurridas, llamada Oasis Nanmoku: hay una tienda de productos tradicionales, un restaurante con decoraci¨®n italiana, cuatro m¨¢quinas de vending, una cabina telef¨®nica y unos servicios. Un anciano que rondar¨¢ los 85 a?os y pasa por ah¨ª responde con humor: ¡°?No me hable, no oigo nada!¡±, y sigue su camino. Tras comprar algo en la tienda, se marcha al volante de su reluciente Volkswagen Passat de color rojo.
El pueblo se extiende a lo largo de un hermoso valle, siguiendo el curso de un r¨ªo, enclavado entre colinas donde crecen los cedros. Sus calles son empinadas. Apenas se ve gente en ellas. Se escucha el rumor del agua que corretea y el trino de los p¨¢jaros. Numerosas casas de madera de una o dos plantas est¨¢n abandonadas, mohosas y en ruinas. Muchos comercios lucen clausurados. A la entrada del Ayuntamiento, como una declaraci¨®n de intenciones, un cartel indica la poblaci¨®n exacta a d¨ªa de hoy: 1.440 personas; 753 mujeres y 687 hombres.
Dentro, recibe Satomi Oigawa, de 25 a?os, una de las pocas inmigrantes del pueblo. Desde ni?a quiso vivir en el campo, en la universidad se especializ¨® en silvicultura y se mud¨® desde Tokio hace un par de a?os. Hoy es la Coordinadora de Inmigraci¨®n, una figura que ha proliferado en pueblos similares. A falta de una inmobiliaria, atiende llamadas y muestra las viviendas disponibles a posibles compradores. Les han contactado unas 150 personas. Pero muy pocos ¡ª¡°dos o tres¡±¡ª han acabado firmando un contrato.
El plan de repoblaci¨®n consiste en convencer de que se muden a personas en edad de trabajar, con ni?os o intenci¨®n de tenerlos, explica Jin Takayanagi, jefe del Departamento de Asuntos Generales de Nanmoku. La estrategia pasa por reforzar el sector de los cuidados: as¨ª se evita que los mayores se marchen a residencias en otras localidades y a la vez atrae a trabajadores j¨®venes, en edad reproductiva. De momento no parece dar muchos frutos. Cuando se les pregunta cu¨¢ntos beb¨¦s han nacido este a?o, Takayanagi y Oigawa discuten la cifra unos instantes y, finalmente, responden: ¡°Uno¡±.
La joven Oigawa asegura que al llegar no le sorprendi¨® el silencio de una localidad sin ni?os, sino la vitalidad de la gente mayor. ¡°Las personas est¨¢n en buen estado f¨ªsico. La gente es entusiasta y algunos agricultores de 90 a?os siguen trabajando¡±. Lamenta, en cambio, vivir sola. ¡°No es f¨¢cil. Si me sube la fiebre tengo que conducir hasta el hospital situado a 15 minutos¡±. Le gustar¨ªa compartir. Vive en una casa por la que abona 15.000 yenes (unos 91 euros). En Tokio, un estudiante puede pagar unos 65.000 yenes (395 euros) por 20 metros cuadrados.
El fen¨®meno de Nanmoku no es muy distinto del de la Espa?a vac¨ªa. La emigraci¨®n comenz¨® hace d¨¦cadas. La gran mayor¨ªa se fue para no volver. Ha perdido cerca del 90% de poblaci¨®n desde 1950, cuando contaba con m¨¢s de 10.500 habitantes. Hacia 1980, el n¨²mero de mayores de 65 a?os superaba ya al de menores de 14; hacia 2000, la cifra de ancianos super¨® a la de personas en edad productiva. Ese es, probablemente, el punto de no retorno.
El profesor Hisakazu Kato, catedr¨¢tico de la escuela de Ciencia Pol¨ªtica y Econom¨ªa de la Universidad Meiji, asegura que muchos japoneses han subestimado la futura crisis demogr¨¢fica. ¡°Cuando el declive de la poblaci¨®n se haga realidad, la sensaci¨®n de crisis se intensificar¨¢, pero entonces creo que ser¨¢ demasiado tarde¡±, dice en un correo electr¨®nico.
Tras el baby boom de la posguerra, Jap¨®n entr¨® en un periodo de baja fertilidad. En 2008, perdi¨® poblaci¨®n por primera vez. En 2020, el Fondo Monetario Internacional daba un pron¨®stico grave: ¡°El envejecimiento y la disminuci¨®n de la poblaci¨®n pondr¨¢n a prueba las finanzas p¨²blicas japonesas, ya que el gasto relacionado con la edad ¡ªcomo la sanidad y las pensiones¡ª aumenta mientras la base impositiva disminuye¡±. El Gobierno calcula que para 2060 habr¨¢ una persona mayor de 65 a?os por cada ciudadano en edad de trabajar: ese es el punto que alcanz¨® Nanmoku en 2000.
Jap¨®n tiene hoy 124 millones de habitantes y una edad media de 49,9 a?os, la m¨¢s alta del mundo seg¨²n The World Factbook de la CIA estadounidense, sin contar con el microestado de M¨®naco y el territorio franc¨¦s de ultramar de Saint-Pierre-et-Miquelon. Espa?a est¨¢ tambi¨¦n muy arriba, en octavo lugar. El pa¨ªs asi¨¢tico tiene adem¨¢s el mayor porcentaje del mundo de personas mayores de 65 a?os. Si el ritmo actual de contracci¨®n demogr¨¢fica contin¨²a, Jap¨®n tendr¨¢ 36 millones de habitantes en 2120, seg¨²n las previsiones oficiales.
¡°Tendremos la misma poblaci¨®n que en la era Meiji [1868-1912]¡±, dice Yoshifu Arita, que ha sido uno de los candidatos prominentes del Partido Constitucional Democr¨¢tico, la principal formaci¨®n de la oposici¨®n, y es un conocido cr¨ªtico del Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), que lleva en el poder casi sin pausa desde 1955. Reconoce que la tendencia no es f¨¢cilmente reversible. ¡°Creo que Jap¨®n necesita pasar de un enfoque pol¨ªtico orientado hacia el crecimiento a otro centrado en la madurez¡±, comentaba unos pocos d¨ªas antes de los comicios, en plena campa?a, en su oficina en Tokio. Cree que el modelo ha de ser parecido al de los pa¨ªses del norte de Europa. Propone elevar del 10% al 16% el impuesto al consumo para que todos los ciudadanos puedan tener sanidad, cuidados, seguros y educaci¨®n gratuitos. ¡°Podr¨ªamos establecer un sistema en el que las personas no tuvieran que preocuparse de estas cosas a medida que envejecen¡±.
Para el profesor Kato es necesario que el Gobierno tome medidas en dos direcciones para frenar el golpe. Por un lado, mejorar la productividad, mediante el uso de la inteligencia artificial y otras tecnolog¨ªas. Por otro, aumentar la tasa de natalidad. ¡°Es importante reducir el coste de tener hijos y replantearse los antiguos papeles tradicionales de la mujer¡±.
En Nanmoku han puesto en marcha un proyecto educativo piloto para tratar de atraer familias con ni?os. En abril inauguraron una modern¨ªsima escuela, de madera y dise?o minimalista, en la que los 20 alumnos de 7 a 15 a?os est¨¢n mezclados. El edificio cuenta con un espacio central com¨²n donde coinciden los estudiantes, y salitas alrededor donde se imparten las materias. ¡°En esta se da ingl¨¦s; all¨ª, japon¨¦s; m¨¢s all¨¢, matem¨¢ticas¡¡±, enumera el subdirector, Kenichi Matsuoka. Reina el silencio, se escucha lejana la flauta del solitario alumno del aula de m¨²sica. La atenci¨®n, con 26 profesores, es m¨¢s que personalizada. A¨²n est¨¢n viendo qu¨¦ tal funciona. Dicen que el reto pendiente es que los ni?os de distintas edades interact¨²en. Pero el subdirector cuenta que ya hay familias de pueblos cercanos interesados en matricular a sus hijos.
Los profesores de ingl¨¦s son dos j¨®venes brit¨¢nicos que forman parte de un programa de intercambio, y solo tienen buenas palabras sobre la experiencia de vivir en el pueblo m¨¢s envejecido de Jap¨®n. Disfrutan con los ni?os y con la tranquila vida de campo. Han formado un club de conversaci¨®n de ingl¨¦s al que acuden los ancianos vecinos. Alice Nixon, de 27 a?os, dice que fue ¡°inspirador¡± ver a personas de 90 a?os cantando en el ¨²ltimo festival de karaoke.
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