Sopor
Interrumpo mi ritual anual de ver la trilog¨ªa de 'El padrino' por un est¨²pido sentido del deber que me obliga a ser testigo del debate entre los cinco jefes de la tribu pol¨ªtica
Imagino que somos muchos los que practicamos el ritual al menos una vez al a?o. El invierno es la ¨¦poca adecuada para ello. Necesitas un televisor grande, un sof¨¢ o un sill¨®n de orejas, una manta suave, o¨ªr la lluvia y el viento. Consiste en ver sin prisas y sin pausas las tres partes de esa obra de arte titulada El padrino. Que te la sepas de memoria, cada secuencia y cada di¨¢logo, no disminuye ni un gramo de fascinaci¨®n y de ¨¦xtasis.
Pero debo interrumpir esa ficci¨®n que te otorga la vida, en la que te crees todo y lo sientes, al finalizar la segunda e inmejorable parte de la saga. Qu¨¦ int¨¦rpretes, qu¨¦ trama, qu¨¦ atm¨®sfera, qu¨¦ magia, qu¨¦ narrativa. Debido a un est¨²pido sentido del deber me obligo a ser testigo durante un tiempo que se hace interminable de un presuntamente trascendente trozo de realidad. Es el debate entre los cinco jefes de la tribu pol¨ªtica.
Para convencer al amado pueblo de que su existencia mejorar¨¢ si les otorgan su voto en las pr¨®ximas elecciones, en ese hastiado disparate que imponen a la gente por hacer tan mal su trabajo, por algo tan miserable como negarse todos ellos a compartir tronos y poderes. Imagino que ese espect¨¢culo aburrido hasta la n¨¢usea, esa sobredosis de lamentable realidad, ser¨ªa m¨¢s llevadera si la compartes con personas c¨®mplices y queridas, pero trag¨¢rtelo en soledad es un castigo excesivo.
Al parecer, quieren ganarse a los indecisos, que el personal acuda en masa para legitimar su negocio. Pero no entiendo en qu¨¦ se basa esa indecisi¨®n. Son actores mediocres repitiendo un guion tan previsible como mentiroso. Es una pel¨ªcula infame. Con alg¨²n delirio excesivo como el del adoqu¨ªn y el sonrojante folclore del ¡°viva Espa?a¡±. ?Qu¨¦ significar¨¢ eso?
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