Suicidio
Si el Estado fuera un poco humano proporcionar¨ªa a los suicidas un interruptor de luz. Con un clic se acabar¨ªa la tragedia
La historia va m¨¢s all¨¢ de la negrura, es espeluznante. Una anciana la palma en su casa. Por un proceso extra?o su cuerpo no se descompone, sino que se momifica. Ning¨²n olor f¨¦tido que alarme a la vecindad. Y en el banco siguen pagando los recibos. O sea, que el dinero, lo m¨¢s sagrado, tampoco debe preocuparse. Despu¨¦s de 15 a?os por fin tiran la puerta y descubren el fiambre. Su existencia no le importaba a nadie. La vieja dama indigna la palm¨® de muerte natural, pero es probable que hubiera acelerado su fin si hubiera sido consciente de su atroz aislamiento.
Me llega esa salvaje informaci¨®n en el d¨ªa de Todos los Santos, cuando la gente acude a los cementerios para honrar a sus muertos. Durante siglos no hab¨ªa lugar en los camposantos cristianos para los suicidas. Por malos, por imp¨ªos, por transgredir esa insostenible idiotez de que como la vida la otorga Dios solo ¨¦l tiene derecho a quitarla.
Constato que se celebran eventos y congresos para disertar sobre el suicidio, el eterno y temido tab¨², e incluso para algo tan piadoso como encontrar soluciones para frenarlo. Y con la eutanasia, los pol¨ªticos, esa gente siempre insomne en su b¨²squeda del bien com¨²n, practican el cansino juego del s¨ª pero no y habr¨ªa que matizar.
Debe de ser dificultoso quitarse de en medio. ?Cu¨¢ntas pastillas hay que tomar, c¨®mo te cortas las venas, puedes quedarte hemipl¨¦jico si fallas, si te lanzas por la ventana tal vez ocurra que aplastes a un feliz viandante, cu¨¢nta cantidad de dolor lleva terminar con tu desolaci¨®n? Si el Estado fuera un poco humano proporcionar¨ªa a los suicidas un interruptor de luz. Con un clic se acabar¨ªa la tragedia de los que no encuentran su lugar en el mundo.
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