Padre e hijo, muy lejos
Pau Mir¨® se luce de nuevo en 'Una hist¨°ria real', donde adem¨¢s dirige a un reparto estupendo. En La Villarroel barcelonesa
La escritura (es decir, la mirada) de Pau Mir¨® es ¨¢cida, melanc¨®lica, incluso crepuscular, pese a la juventud de su autor. Dije esto a prop¨®sito de una de sus primeras obras y lo sigo pensando. En 2004 estren¨® Plou a Barcelona, que se mont¨® en medio mundo. Entre las muchas piezas que siguieron, aplaudo Somriure d¡¯elefant (2006), Girafes (2009), Els jugadors (2011, otro ¨¦xito), Dones com jo (para T de Teatre, 2014), Vict¨°ria (quiz¨¢s la m¨¢s ambiciosa, 2015) y las m¨¢s recientes, concentradas e intensas: Un tret al cap (2017) y Una hist¨°ria real (2019), que acaba de estrenarse en La Villarroel barcelonesa y deber¨ªa girar por toda Espa?a. Mientras la ve¨ªa pens¨¦ en una comedia dram¨¢tica inglesa del estilo de David Hare, y de repente (un giro del di¨¢logo, una situaci¨®n inesperada) me encontr¨¦ apuntando: ¡°Tiene el perfume de una historia de Emmanuel Carr¨¨re escrita a cuatro manos con Juan Mayorga¡±. Y me pareci¨® que no era mal parentesco.
El reparto es fenomenal, medid¨ªsimo y muy bien dirigido por el propio Pau Mir¨®. Los personajes no tienen nombre: son el Escritor, el Hijo, la Editora y la Psic¨®loga. Julio Manrique es el escritor. Muri¨® su esposa y ¨¦l se lanz¨® a escribir y a triunfar con historias de su propia vida. As¨ª define su trabajo y su obsesi¨®n: ¡°Encontrar un espacio, por peque?o que sea, que me permita avanzar, escapar de la situaci¨®n que me tiene atrapado¡±. Su hijo, un adolescente, no parece perdonarle que haya hecho p¨²blica la historia de su madre. Y trata de vengarse, quiz¨¢s sin ser consciente de ello. A lo mejor el padre ya ha comenzado a darse cuenta de lo que est¨¢ pasando.
Nil Cardoner (el hijo) ya hab¨ªa trabajado en otra obra de Mir¨®: Vict¨°ria, en el Nacional barcelon¨¦s, y sigue estando muy bien, sin forzar el enfrentamiento. No es f¨¢cil resumir lo que sucede entre los dos, ni las armas arrojadizas que se lanzan. Para el padre, su hijo es un individualista feroz, aunque a eso se hab¨ªa m¨¢s o menos acostumbrado. A lo que no puede acostumbrarse es a lo que ha sucedido entre el chico y un compa?ero en un campamento de verano: un violento incidente que supone todo lo contrario de lo que el escritor ha intentado inculcarle. El muchacho le dice a la psic¨®loga: ¡°No le crea. Lo ¨²nico que le hace sufrir es que se filtre a la prensa o a las redes sociales lo que dice que pas¨®, y eche a perder el lanzamiento de su nuevo libro¡±. Los dos parecen carecer de empat¨ªa pero comparten un narcisismo helado, solo que el hijo no se preocupa en disimularlo. En la casa cada vez pesan m¨¢s (y est¨¢n mejor forjados) los silencios entre ambos. No es f¨¢cil escribir silencios. Y la ausencia de la madre es una creciente presencia. Hay algo m¨¢s: un segundo escritor en la casa. El padre tampoco se muerde la lengua, y le dice a su editora: ¡°Ahora le ha dado por escribir. Ciencia ficci¨®n ultraconservadora y ultraneoliberal bordeando el supremacismo. Podr¨ªa ser el puto becario de Donald Trump¡±.
Cuento estos destellos porque no puedo contar m¨¢s, so pena de que se queden rozando el clich¨¦ del adolescente delirante, y porque las verdades que se lanzan (y las hay) precisar¨ªan m¨¢s espacio y, sobre todo, ver y escuchar a los actores. Y m¨¢s espacio requerir¨ªan aqu¨ª las dos descomunales actrices. La editora es Laura Conejero. Si era una superlativa Lady Bracknell en La import¨¤ncia de ser Frank, el a?o pasado, en el TNC, hay que ver la pura y restallante tensi¨®n que transmite en Una hist¨°ria real. Personaje astuto, con un gran olfato, y posiblemente una notable editora e incluso escritora. Y tal vez la persona que de un modo m¨¢s hondo conoce al escritor protagonista. Mireia Aixal¨¤ borda la naturaleza de la Psic¨®loga: otra fiera con rayos X en los ojos. Ante la fuerza de actriz y personaje, echo de menos que Mir¨® no le diera m¨¢s l¨ªneas.
El dramaturgo tiene un olfato certer¨ªsimo para los di¨¢logos: predominan el humor, seco y ¨¢spero, y el drama que esquiva cualquier resbal¨®n sentimentaloide. Los careos con el hijo y la editora (que cierran la obra) son una lecci¨®n de escritura dram¨¢tica. No es frecuente encontrar a un autor con las mismas cualidades como director: tiene ritmo, tiene cl¨ªmax, y no se va por las ramas. Sabe esquivar los t¨®picos, sus frases resultan cre¨ªbles, y tambi¨¦n temibles, que adem¨¢s rima.
Una bella despedida: en la pen¨²ltima escena suena Father and Son, de Cat Stevens, en la versi¨®n de Johnny Cash, que no conoc¨ªa. Una canci¨®n que une a padre e hijo, y que Manrique, me cont¨®, ya utiliz¨® ¡°al final de La partida, de Patrick Marber, otra historia familiar¡±. Me gustar¨ªa que esa cercan¨ªa de personajes fuera algo m¨¢s que un deseo. Quiz¨¢s.
Una hist¨°ria real. Texto y direcci¨®n: Pau Mir¨®. La Villarroel. Barcelona. Hasta el 29 de diciembre.
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