Miel como anticonceptivo e infusiones de palosanto para la s¨ªfilis: vuelve ¡®La peste¡¯
La segunda temporada de la serie, centrada en la mafia y la prostituci¨®n, se mantiene fiel al rigor hist¨®rico y ofrece detalles impagables de la vida en la Sevilla de finales del XVI
Vuelve el 15 de noviembre La peste, la exitosa serie de Movistar +, con una segunda temporada con m¨¢s acci¨®n, m¨¢s aventuras, pero con el mismo rigor en cuanto a la ambientaci¨®n hist¨®rica. La nueva entrega, de otros seis cap¨ªtulos, se titula La peste, la mano de La Gardu?a, transcurre como su antecesora en la Sevilla de finales del XVI, aunque cinco a?os despu¨¦s de los acontecimientos ya narrados y en ella la epidemia (que se mantiene en el t¨ªtulo por razones comerciales) deja paso como tema central al crimen organizado, representado por la sociedad secreta de La Gardu?a, una especie de pre-mafia. Las ratas de la plaga, pues, son sustituidas simb¨®licamente por la gardu?a, el solitario must¨¦lido depredador nocturno, emblema aqu¨ª del hampa. A pesar de que la trama es independiente (y autoconclusiva), volvemos a encontrar a algunos de los personajes m¨¢s representativos de la primera temporada, como Mateo N¨²?ez (Pablo Molinero), que escapa en el primer cap¨ªtulo de una tremenda aventura en el helado infierno austral del Nuevo Mundo, en Puerto del Hambre, donde lo salvan unos indios fueguinos; Teresa Pinelo (Patricia L¨®pez Arn¨¢iz) y Valerio Huertas (Sergio Castellanos). Pero la serie incluye otros protagonistas nuevos, especialmente el emprendedor Asistente ¨Calcalde- Pontecorvo (Federico Aguado), curtido en los Tercios y enviado por el rey para poner orden en la ciudad; Baeza (Jes¨²s Carroza), amigo de las putas infiltrado en el hampa, o Conrado (Luis Calleja), el sanguinario y s¨¢dico jefe de la sociedad secreta. Teresa y Valerio contin¨²an rescatando a mujeres de la prostituci¨®n, aunque ahora con el peligro letal a?adido de que se inmiscuyen en los negocios de La Gardu?a. Como en la primera temporada, esta segunda cuenta con el fil¨®logo y documentalista Pedro ?lvarez (Sevilla, 1972) como asesor hist¨®rico para garantizar uno de los puntos fuertes de la producci¨®n: la seriedad y la exactitud en todo lo que concierne a la Historia. Puede sorprender que en la nueva entrega una prostituta dedique parte de su peculio a comprar ¡°miel para el co?o¡±, a fin de impedir embarazos.
¡°Est¨¢ contrastado¡±, se?ala presto ?lvarez, ¡°en la ¨¦poca se usaba como anticonceptivo aplicando la miel en la vagina¡±. El tema lleva a conversar sobre el uso de otros anticonceptivos caseros en el pasado, como el esti¨¦rcol de cocodrilo que se introduc¨ªan las antiguas egipcias (tambi¨¦n usaban ya la miel en tampones o pesarios), si es que al excremento de cocodrilo se lo puede calificar de casero. ¡°Los problemas humanos son los mismos a lo largo del tiempo, solo los recursos var¨ªan¡±, reflexiona ?lvarez. ¡°En la Sevilla de la ¨¦poca de la serie, las mujeres orinaban sobre determinadas semillas para saber si estaban pre?adas, si germinaban quedaba confirmado¡±, contin¨²a. En la serie tambi¨¦n vemos c¨®mo la prostituta Escalante (Claudia Salas), usa polvo de arroz para disimular las p¨²stulas de la s¨ªfilis y bebe azogue, mercurio, como paliativo. ¡°En un cap¨ªtulo la vemos tomar infusiones de palosanto como m¨¦todo menos agresivo, eso tambi¨¦n es hist¨®rico¡±, subraya con una nota de orgullo en la voz el asesor, muy contento de que aparezcan esos detalles, ¡°que enriquecen la narraci¨®n¡±.
La nueva serie se centra mucho en la prostituci¨®n, lo que contribuye a darle un tono escabroso. ¡°En la ¨¦poca era un fen¨®meno importante, nos sorprender¨ªa su extensi¨®n, y se lo trataba con ambig¨¹edad. Se permit¨ªa, era un negocio legal, que controlaba el Cabildo y se desarrollaba en un distrito entero de la ciudad, en su mismo centro, la Manceb¨ªa, con ciertas condiciones: las mujeres no eran locales, hab¨ªa revisiones m¨¦dicas, se exig¨ªa una edad m¨ªnima...Pero hab¨ªa adem¨¢s la prostituci¨®n ilegal, en condiciones mucho peores, con meretrices pobres muy j¨®venes o ya viejas, mulatas y negras (que no se permit¨ªan en la Manceb¨ªa), en cualquier esquina de la ciudad, y ligada al submundo del hampa como una de las actividades facilitadoras de dinero¡±. La Iglesia toleraba la prostituci¨®n. ¡°Como un mal menor, canalizaba lo que se consideraba una pulsi¨®n natural del hombre y era una salida que no perjudicaba al matrimonio ni a la familia. Evitaba da?os colaterales por as¨ª decirlo y no alteraba el status quo social¡±.
La violencia cotidiana aparece de manera recurrente otra vez en la serie. Degollinas, ejecuciones, torturas y eso de rasgarte la comisura de la boca con un cuchillo que es un cl¨¢sico ya en la pantalla desde Chinatown hasta Peaky Blinders, pasando por Revenge.
Por lo que se ve en la serie ser puta era dur¨ªsimo. ¡°Efectivamente, en esa ¨¦poca ya lo era el solo hecho de ser mujer pero ejercer la prostituci¨®n resultaba de una degradaci¨®n escalofriante, no se te consideraba casi ni persona. Si eras legal a¨²n, pero las ilegales, las esquineras, en murallas, pasadizos, recodos l¨®bregos de la ciudad, carec¨ªan de todo y eran vejadas por todos, algo estremecedor¡±. ?Cu¨¢ntas habr¨ªa? Centenares, rondar¨ªan el millar. No tenemos censo oficial¡±.
Otro fen¨®meno hist¨®rico atroz que sigue apareciendo en la serie es la esclavitud. ¡°Era legal tambi¨¦n, tanto con esclavos negros como blancos, moriscos, por ejemplo. Los ten¨ªa todo el mundo con algo de recursos, no solo los muy ricos. Es cierto que la mayor¨ªa eran esclavos dom¨¦sticos, familiares, y el trato no era tan severo como lo fue luego con los negros en EE UU. Aun as¨ª, hab¨ªa castigos f¨ªsicos¡±. ?lvarez explica que, como sucedi¨® en Am¨¦rica, las m¨²sicas de los esclavos se mezclaron con las aut¨®ctonas, y apunta que hay influencia en el flamenco. ?Podr¨ªa haber nacido el jazz en Sevilla en vez de en el bajo Misisip¨ª? ¡°No s¨¦ tanto como para hablar del tema pero parece innegable que hay elementos de la cultura musical afroamericana en el flamenco, hay vasos comunicantes, y hay que recordar que los esclavos negros cantaban villancicos en las iglesias¡±.
En la nueva temporada Sevilla sigue siendo la metr¨®poli en la que corren el oro y la plata del Nuevo Mundo, el coraz¨®n financiero de Occidente, la ciudad m¨¢s importante de Europa. ?Cambian algo los cinco a?os m¨¢s? ¡°Est¨¢ m¨¢s cerca el abismo, la crisis, por causas econ¨®micas, geoestrat¨¦gicas y demogr¨¢ficas, se aproxima. Es muy destacable la aparici¨®n en la serie de Pontecorvo para poner orden. El personaje aut¨¦ntico, el verdadero Asistente, es el conde de Pu?onrostro, Francisco Arias de Bobadilla, el enviado del rey en Sevilla entre 1597 y 1599. Un tipo severo pero justo¡±.
La gran epidemia de peste en Sevilla fue la de 1649, que mat¨® a la mitad de la poblaci¨®n. En la serie la plaga se adelanta... ¡°Bueno, desde el siglo XIV hay episodios recurrentes. La de 1649 fue la definitiva pero cada 5 o 6 a?os las hab¨ªa. En esta nueva temporada la peste no tiene un papel predominante, solo hay reminiscencias de la anterior¡±. En cuanto a La Gardu?a, ¡°es realmente un fen¨®meno muy similar a la mafia; se ha especulado con que el poderoso gremio de delincuentes de la Sevilla del XVI fuera el germen de la Cosa Nostra napolitana. El hecho es que hab¨ªa crimen organizado en la ciudad, german¨ªas, cofrad¨ªas de criminales. Hab¨ªa mucha gente en la marginalidad que se debat¨ªa entre la mendicidad y la delincuencia¡±. El ambiente es dickensiano, tipo Oliver Twist. ¡°S¨ª, se parece, con ni?os en las calles llevando clientes a las prostitutas, robando o enga?ando en los juegos de azar¡±.
La serie vuelve a ser muy oscura. ¡°Era as¨ª. Ha sido una decisi¨®n mostrar la lobreguez y la falta de luz de la ciudad, que carec¨ªa de alumbrado p¨²blico, de manera naturalista. Est¨¢ claro que quien rondaba por la ciudad de noche no ten¨ªa ning¨²n prop¨®sito bueno. Hemos tenido ciertos l¨ªmites, claro. Es imposible filmar en seg¨²n qu¨¦ condiciones, el director de fotograf¨ªa no lo hubiera permitido, nos hubiera matado. De todas formas, hay que decir que en esta temporada se hacen m¨¢s visibles las clases altas, el mundo representado por Pontecorvo y su mujer¡±.
Una sorpresa es ver, en las escenas del Nuevo Mundo, a los conquistadores espa?oles en un ambiente g¨¦lido y con nieve. ¡°Es muy vistoso mostrar toda esa iconograf¨ªa de los conquistadores con las corazas, los arcabuces, los morriones. Pero los hemos situado en un paisaje distinto del habitual de la selva y el tr¨®pico: en la Tierra del Fuego, all¨ª estuvieron tambi¨¦n y es una forma de hac¨¦rselo saber a la gente. Se fundaron puestos remotos para tratar de atrapar a Drake¡±. En ese episodio aparecen perros con corazas, los famosos perros cazadores de indios, como Becerrillo, el can de Ponce de Le¨®n, terror de los ind¨ªgenas y que cobraba, se dice, sueldo de ballestero. ¡°Hab¨ªa razas especiales para esa espantosa labor, mastines, lebreles, alanos o el presa canario¡±.
La violencia cotidiana aparece de manera recurrente otra vez en la serie. Degollinas, ejecuciones, torturas y eso de rasgarte la comisura de la boca con un cuchillo que es un cl¨¢sico ya en la pantalla desde Chinatown hasta Peaky Blinders, pasando por Revenge. ¡°Nos provoca pavor toda esa violencia, porque no estamos ya acostumbrados. Pero en esa ¨¦poca era natural encontrarte ahorcados por la calle. No era raro que a una mujer le dieran cien latigazos por venta ilegal. Y la ¨²nica manera de avanzar en una investigaci¨®n de un crimen era aplicando tormento al sospechoso¡±.
Cuando se le recuerda a ?lvarez los problemas del profesor de historia que interpretaba Alan Alda en Dulce libertad (1985), que ve¨ªa c¨®mo los productores lo cambiaban todo en el rodaje de una pel¨ªcula sobre la Revoluci¨®n estadounidense, hasta el punto de darle la vuelta a la suerte de una batalla, el asesor de La peste (¨¦l prefiere que le llamen documentalista) r¨ªe. ¡°He tenido mucha suerte, han confiado mucho en m¨ª, se decidi¨® que hab¨ªa que ser fieles a la historia y se ha ido a fondo en eso. Aunque sin olvidar que se trata de una serie audiovisual, un producto de ficci¨®n. Hay que recordar que te pagan para que asesores, pero tambi¨¦n para que te calles cuando tienes que hacerlo. No se trata de un documental hist¨®rico y tampoco hay que ser de un puntilloso extremo¡±.
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