Incitaci¨®n al aburrimiento

Antes de que llegaran la igualdad y la fraternidad solo exist¨ªa la libertad. La de algunos, la de los de arriba. Los privilegios, el despilfarro, la provocaci¨®n, la lujuria, la humillaci¨®n. ?La libertad o el libertinaje?

¡°Y los crueles, tras quitarme de mi sitio, me arrastraban ya hacia el ¨¢rbol indicado, sin emocionarse ni por mis gemidos ni por mis l¨¢grimas [¡­]. Sus ligas, sus pa?uelos, todo sirvi¨® y en un minuto fui cruelmente amarrada¡±, escribi¨® el marqu¨¦s de Sade en Los infortunios de la virtud.

En su ¨²ltima obra, Albert Serra, provocador vocacional, ha unido el estado prerrevolucionario, el de 1773, a Francia y tambi¨¦n a Alemania, con el esp¨ªritu prohibido, turbador, de salvaje incitaci¨®n, del Sade escritor. Libert¨¦, pulcra y barroca, es una obra radical en lo narrativo que, sin embargo, solo desprende el misterio que pretende en sus primeros y en sus ¨²ltimos minutos. El resto, procaz, con un n¨²cleo central de dos horas de lascivia y azotes, de explicitud sexual depravada y violenta, apunta una egolatr¨ªa y un regocijo que, desde su debut en el a?o 2006 con la ins¨®lita Honor de cavalleria, parece ir asociada a Serra, incluso m¨¢s como personaje p¨²blico que como artista.

Bosques, quejidos, latigazos, oscuridad, hermosos cuerpos de mujer, p¨²tridos cuerpos de hombre, fluidos, carnes sebosas, vergas fl¨¢cidas, maquillajes rid¨ªculos, pieles peludas, bocas infectas, halitosis, besos negros, lluvias doradas. Todo ello filmado por Serra con autenticidad y deleite, en planos cortos, con detalle. Por momentos, los menos, con apuntes de hermosura. Sin embargo, no hay graduaci¨®n en la provocaci¨®n. Lo que hay es desmesura y cierta soberbia.

Hija bastarda de Sal¨®, o los 120 d¨ªas de Sodoma, Libert¨¦, Premio Especial del Jurado en la secci¨®n Una cierta mirada del Festival de Cannes, apunta a alegor¨ªa pol¨ªtica pero no le alcanza. Su estudio de la decadencia, protagonizado adem¨¢s por Helmut Berger, bello adonis en La ca¨ªda de los dioses, El retrato de Dorian Gray y Luis II de Baviera, hoy viejo decr¨¦pito, se antoja insolente y desvergonzado (y eso en el cine son dos halagos), pero tambi¨¦n vanidoso y redundante (y ah¨ª no). La turbiedad, que puede ser atractiva en el arte, puede tornarse vacuidad si la impostura asoma entre el desaf¨ªo. Y eso le acaba ocurriendo a la pel¨ªcula, unida a una instalaci¨®n en el Museo Reina Sof¨ªa, Personalien, donde Serra reflejaba una noche de cruising en un bosque, y nacida de una obra de teatro, igualmente titulada Libert¨¦, estrenada en la Volksb¨¹hne de Berl¨ªn en 2018, donde enfrentaba, como en la pel¨ªcula y con la misma trama (si es que se puede hablar de trama en una de sus obras), el puritanismo con el libertinaje.

Serra puede ser un cineasta audaz, como ya demostr¨® en la excelente La muerte de Luis XIV, pero tambi¨¦n un artista exasperante, sin m¨¢s discurso que la provocaci¨®n. Y Libert¨¦, salvo en su comienzo y en su final, bellamente tenebrosos, aburre m¨¢s que incita.