El sanguinario Trujillo de Vargas Llosa reaparece en el escenario

?C¨®mo un ser humano puede llegar a ser tan s¨¢dico y sanguinario??Qu¨¦ le lleva a cometer las m¨¢s grandes atrocidades con esa naturalidad, poniendo a la patria como excusa? Carlos Saura se hace una y otra vez las mismas preguntas cuando se enfrenta a La fiesta del Chivo, la novela de Mario Vargas Llosa que retrata la sanguinaria dictadura de Rafael Le¨®nidas Trujillo (1891-1961) en la Rep¨²blica Dominicana, y que ahora salta a la escena de la mano de Juan Echanove y Luc¨ªa Quintana, entre otros. Con adaptaci¨®n de Natalio Grueso, La fiesta del Chivo es todo un viaje contra los silencios y a favor de la memoria. ¡°Lo que me fascina es c¨®mo se cuentan las barbaridades con absoluta tranquilidad, sin dramatismos. Trujillo fue un dictador, un perfecto s¨¢dico, que se cre¨ªa Dios. La historia est¨¢ repleta de este tipo de personajes que se creen iluminados y act¨²an con el pretexto de la patria. Ah¨ª est¨¢n los faraones y m¨¢s cerca Hitler, Mussolini, Franco o Stalin¡±, asegura Carlos Saura.

A trav¨¦s del hilo conductor de una mujer dolorida y tr¨¢gica, Urania Cabral, que regresa a la Rep¨²blica Dominicana tras 35 a?os de ausencia, La fiesta del Chivo, escrita por el nobel Vargas Llosa en el a?o 2000 y a quien su propio autor ha definido como ¡°la novela de todas las dictaduras¡±, se adentra en el terror del r¨¦gimen del general Trujillo, que acab¨® asesinado en un atentado. Durante este viaje a la isla para visitar a su padre moribundo, uno de los pr¨®ceres de la dictadura, se desvelar¨¢ el secreto que esta mujer ha guardado celosamente. La funci¨®n, con una escenograf¨ªa muy sencilla, que juega con la proyecci¨®n de algunas escenas reales de la Rep¨²blica Dominicana y dibujos que ha realizado el propio Saura para la ocasi¨®n, se estrena este viernes en el Teatro Infanta Isabel, en Madrid.

A punto de cumplir 88 a?os, Carlos Saura no oculta el gozo que le produce su paso por la escena teatral tras una dedicaci¨®n casi exclusiva al cine. Se estren¨® con el cl¨¢sico de Calder¨®n El gran teatro del mundo en 2013 y el a?o pasado se enfrent¨® a otra de las obras cumbre de la literatura en espa?ol, El coronel no tiene quien le escriba, de Garc¨ªa M¨¢rquez. ¡°A ciertas edades, la ¨®pera y el teatro son lugares mucho m¨¢s confortables que el cine porque ¨¦ste requiere un esfuerzo muy grande. El teatro tiene la libertad enorme de contar todo sin contar nada, mezclando realidad e invenci¨®n¡±, asegura el director, que est¨¢ en fase de finalizar el montaje de una pel¨ªcula en M¨¦xico.

Tanto Saura como los dos protagonistas de la obra, Juan Echanove, en el papel de Trujillo, y Luc¨ªa Quintana, como Urania Cabral, que trabajan por primera vez a sus ¨®rdenes, inciden en la importancia de una obra que denuncia el horror de las dictaduras en unos momentos en los que el ascenso de la extrema derecha se ha convertido en un fen¨®meno casi mundial. ¡°Yo soy un hombre de izquierdas y lo de Vox me parece un espanto. Parece que pretenden un enfrentamiento civil como en el pasado¡±, asegura Saura, mientras Echanove se indigna por el ¡°parque tem¨¢tico de la dictadura¡± que se ha instalado en el cementerio del Pardo, que acoge a ¡°tantos malvados¡±, entre ellos al propio Trujillo y ahora a Franco. ¡°La fiesta del Chivo es una advertencia clara frente a los salvadores de la patria. Los salvadores de la patria nunca han salvado a la patria. La patria la salvan los ciudadanos que se levantan por la ma?ana y no los dictadores¡±, a?ade Echanove.

Luc¨ªa Quintana pone el acento en la memoria colectiva que su personaje representa en la obra. ¡°Una memoria sobre un pasado que no se debe de olvidar para no regresar a ¨¦l, y m¨¢s con los tiempos que corren en Espa?a y en el mundo. El arma de Urania es la verdad en contraposici¨®n a los silencios de todas las atrocidades cometidas. Es la voz de los desaparecidos y silenciados. Y m¨¢s la de las mujeres, ya que Trujillo fue un dictador sanguinario con todos pero que usaba el sexo como arma de poder con las mujeres. Ella pone palabras a ese horror y ya se sabe que las palabras son muy liberadoras¡±.