El manejo de los tiempos
La cr¨®nica de Borensztein es la de la justicia po¨¦tica. El problema es que a la pel¨ªcula le falta algo de enjundia, de desarrollo, de mala leche
Lo que en agosto pod¨ªa ser una idea del carajo, la ilusionante inversi¨®n de una vida, en diciembre se convirti¨® en el desastre. Las fluctuaciones de la econom¨ªa y las decisiones pol¨ªticas pueden acabar con el equilibrio de la gente y con el m¨¢s b¨¢sico de los derechos: disponer de tu propio dinero. Lo macro, sobre lo micro: la tragedia del pueblo argentino en el a?o 2001 con el corralito.
LA ODISEA DE LOS GILES
Direcci¨®n: Sebasti¨¢n Borensztein.
Int¨¦rpretes: Ricardo Dar¨ªn, Luis Brandoni, Chino Dar¨ªn, Ver¨®nica Llin¨¢s.
G¨¦nero: comedia. Argentina, 2019.
Duraci¨®n: 107 minutos.
Y a pesar del drama, Sebasti¨¢n Borensztein ha decidido contarlo como una comedia en La odisea de los giles. Comedia dram¨¢tica, eso s¨ª, con apuntes de thriller de atracos, de golpe de timadores, de relato de amistad, solidaridad y humilde grandeza. Como dice el protagonista que interpreta Ricardo Dar¨ªn, lo que hacen las personas sencillas cuando quieren quedarse tranquilas con su dinero es meterlo en el banco. Esas personas sencillas son los giles, los trabajadores honestos con una tendencia natural a cumplir las normas. ?Perdedores? Quiz¨¢, pero solo hasta que se hartan. Y la cr¨®nica de Borensztein, basada en una novela de Eduardo Sacheri, es la de la justicia po¨¦tica. El problema es que a la pel¨ªcula le falta algo de enjundia, de desarrollo, de mala leche, de s¨®lida denuncia m¨¢s all¨¢ del entretenimiento. Como obra de activismo social, es una travesura de chavales; nunca una venganza verdaderamente creativa contra las fuerzas del mal que llevaron al hoyo a los argentinos aquel 3 de diciembre de 2001.
Durante los dos primeros tercios, La odisea de los giles se sostiene en dos virtudes. Primera, la conjunci¨®n de puesta en escena, montaje y ritmo musical, entroncando con el country americano y con el rock argentino. Borensztein, director de la simp¨¢tica Un cuento chino (2011), filma con estilo, y el empaque de producci¨®n es notable. La segunda virtud est¨¢ en las interpretaciones: el deje de Luis Brandoni, alimentado de la sorna y el dolor, es prodigioso, y la mirada derruida de Dar¨ªn, un prodigio.
Sin embargo, llegado el momento del vengativo atraco justo, y expuesta su metodolog¨ªa, extra¨ªda de la pel¨ªcula de William Wyler C¨®mo robar un mill¨®n y¡, la historia se atasca porque todo se sabe y no quedan sorpresa ni conflicto algunos que dilucidar. A los personajes que metieron su peque?o tesoro en el banco d¨ªas antes del corralito les fall¨® el manejo de los tiempos. A Borensztein, sobre todo, el manejo del tercer acto.
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