Un ¡°regalo de Navidad¡± para el Prado: Cultura compra por 200.000 euros una ¡®Magdalena¡¯ de Alonso Cano
La pintura, que conjuga ¡°belleza y emoci¨®n¡±, seg¨²n el conservador Javier Port¨²s, llega a la pinacoteca tras cuatro a?os de pleitos entre los herederos de la casa de Sueca y Alcudia
El Ministerio de Cultura ha adquirido una?Magdalena penitente en el desierto, pintada por Alonso Cano hacia 1653, por 200.000 euros, procedente de una colecci¨®n privada y comprado a la Galer¨ªa Caylus. La obra tiene como destino el Museo del Prado, que hab¨ªa cerrado la compra hace cuatro a?os, cuando tuvo conocimiento de la venta de la misma. En 2015 la venta estaba pr¨¢cticamente decidida, pero la re?ida herencia a repartir entre varios hermanos de la familia nobiliaria propietaria del cuadro detuvo la compra. Ha sido ahora cuando se ha resuelto el entuerto a favor del museo. Para Javier Port¨²s, Jefe de Conservaci¨®n de Pintura Espa?ola hasta 1800, ¡°es un estupendo regalo de Navidad¡±.
El primer propietario conocido fue el infante don Luis de Borb¨®n y Farnesio (1727-1785), hijo de Felipe V, y en su testamento figura que se encontraban en la sacrist¨ªa de su palacio en Boadilla del Monte. De ah¨ª pasa a Godoy y, posteriormente, pasa a ser propiedad de los duques de Sueca y Alcudia, descendientes de Godoy, hasta el d¨ªa de su venta. El cuadro de la Magdalena tiene su par, un San Jer¨®nimo penitente de las mismas medidas, que cierra la composici¨®n. Est¨¢ en poder de la otra rama de la familia, pero no est¨¢ a la venta. ¡°Si saliera al mercado ser¨ªa una estupenda compra. El conjunto de ambos cierra el par¨¦ntesis compositivo¡±, a?ade Port¨²s.
Es una pintura extraordinaria y muy sexy para la Espa?a de ese momento Enrique Guti¨¦rrez de Calder¨®n
Ahora descansa en el taller de restauraci¨®n del Museo del Prado, que est¨¢ retocando el marco. En cuanto acaben las labores pasar¨¢ a la sala 17 del museo, dedicada a Alonso Cano. Port¨²s cree que, gracias al formato (dos metros de largo por uno de alto) no tendr¨¢ que expulsar a los almacenes a ninguno de los que se exhiben en la estancia. La pintura conjuga ¡°belleza y emoci¨®n¡±, en palabras de Port¨²s. ¡°Lo que hace a un cuadro excepcional es la uni¨®n del color, la composici¨®n y el dramatismo¡±, explica el conservador para se?alar esta Magdalena como una m¨¢quina emotiva perfecta.
El descubrimiento parte de Jos¨¦ Antonio Urbino, socio de Caylus, que lo encontr¨®, en 2013, en la casa de los propietarios, en Madrid, muy oscurecido. Cuando Port¨²s tuvo noticias del hallazgo se puso en contacto con la galer¨ªa que dirige Enrique Guti¨¦rrez de Calder¨®n. ¡°Es una pintura extraordinaria y muy sexy para la Espa?a de ese momento. En Italia era habitual, pero aqu¨ª es de lo m¨¢s provocativo que puedas ver¡±, indica el galerista.
¡°La pintura es importante por su propia calidad y por su rareza compositiva, porque tiene un formato muy poco habitual, alargado, para encajar en ¨¦l una sola figura. Cano, que es uno de los mejores dibujantes y compositores de esa ¨¦poca, resuelve de una manera estupenda las dificultades del formato en propio beneficio de la representaci¨®n. Ella est¨¢ constre?ida en su propio marco y eso ayuda a que nos concentremos en la expresi¨®n corporal de la Magdalena¡±, explica Port¨²s, que comenta que Cano subraya los valores pat¨¦ticos propios del tema.
Un modelo de ¨¦xito
La representaci¨®n de la Magdalena alcanz¨® gran ¨¦xito durante el siglo XVII por ser ejemplo de mujer arrepentida y, adem¨¢s, por dar la oportunidad a los pintores de recrearse en el cuerpo desnudo de una mujer se?alada como pecadora y hermosa. Frente a la mujer semidesnuda y de largos cabellos que se arroja a adorar el crucifijo, en su vida previa al arrepentimiento suele mostrarse con ricas ropas. El Prado cuenta con una larga lista de magdalenas que no expone, como un lienzo de Andrea Vaccaro (1604-1670), con una Magdalena vestida, pero dejando a la vista un amplio escote. A la Magdalena de Guido Reni (1575-1642) le ocurre lo mismo. Guercino (1591-1666) decide desnudarle el torso y dejar un pecho a la vista, mientras tapa el otro con su mano derecha. Quiz¨¢ la m¨¢s digna de todas sea la de Luca Giordano (1634-1705).
Es m¨¢s pat¨¦tico el contraste de color con la expresi¨®n arrepentida de ella Javier Port¨²s
Alonso Cano resuelve con unos fondos oscuros y un entorno ocre. Port¨²s indica que el pintor barroco resalta tres campos de color con mucha personalidad expresiva: los brazos desnudos de la Magdalena, con un fogonazo; el azul puro del manto, con un estudio propio de su dominio escult¨®rico; y los cabellos dorados de la Magdalena. ¡°Es m¨¢s pat¨¦tico el contraste con la expresi¨®n arrepentida de ella¡±, dice. Este tipo de formatos son propios de la parte inferior de los retablos, los bancos, o tambi¨¦n con las sobrepuertas o sobreventanas. Es similar a Mercurio y Argos, de Vel¨¢zquez.
Cano es un pintor atractivo por su dedicaci¨®n a una amplia gama de medios expresivos y la originalidad de algunos de sus intereses tem¨¢ticos y de sus composiciones. La escena del lienzo adquirido est¨¢ dotada de una gran fuerza monumental y expresiva, con luces y sombras que chocan y crean un escenario en tensi¨®n, en el instante del arrepentimiento de la protagonista. El paisaje ha sido reducido al m¨ªnimo, como excusa para un nuevo enfrentamiento lum¨ªnico, en la parte izquierda (mucho menos desarrollado que el San Jer¨®nimo penitente (1660) que el Prado no expone). Mantiene en este lienzo su costumbre de acompa?ar a los personajes con objetos cargados de fuerza simb¨®lica y vinculados a su leyenda. A Magdalena se le asigna la calavera ¨Cs¨ªmbolo de la meditaci¨®n sobre la muerte¨C y el vaso de perfumes, con el que lav¨® los pies de Cristo.
Laguna cubierta
Adem¨¢s, el cuadro forma parte de una etapa en la trayectoria del pintor de la que el Prado apenas tiene representaci¨®n. Hasta 1652 se encuentra en Madrid, a?os en los que realiza algunas de sus mejores obras y a los que corresponden la mayor¨ªa de la veintena de lienzos que posee el museo. De ah¨ª parte a Granada, en 1652, y esta representaci¨®n de la Magdalena vendr¨ªa a suplir esta laguna de las ¨²ltimas d¨¦cadas de su vida y trayectoria, aunque se exhibiera en Boadilla del Monte (Madrid).
Su huella fue m¨¢s duradera en Granada, su ciudad natal, y el lugar en el que pas¨® las ¨²ltimas d¨¦cadas de su vida, muy productiva. All¨ª se entreg¨®, adem¨¢s de a la pintura, al dise?o arquitect¨®nico y a la escultura. Adem¨¢s, contribuy¨® a crear en la ciudad una escuela pict¨®rica y escult¨®rica de gran inter¨¦s. Esto demuestra que junto a Madrid y Sevilla, como centros de demanda art¨ªstica, emergieron otras poblaciones de notable actividad art¨ªstica desde las que se expandieron los modelos del Barroco.
Para Port¨²s, Cano es tambi¨¦n un artista dotado en la ejecuci¨®n de los valores crom¨¢ticos como elemento fundamental de la pintura como nunca se hab¨ªa visto antes en la tradici¨®n pict¨®rica espa?ola. Y, adem¨¢s, lo destaca por la libertad de factura con la que el amigo de Vel¨¢zquez actu¨® sobre El milagro del pozo (1638-1640), una de sus obras maestras.
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