Hasta que el cuerpo aguante
Nao Albet y Pol L¨®pez vuelan alto en la versi¨®n de 'Esperando a Godot' que dirige con brillo Ferran Utzet en Barcelona
Solo con la pantomima inicial de Gogo (Nao Albet) tratando de sacarse el zapato, ves que es un c¨®mico de altura y que el personaje est¨¢ muy bien repartido y dirigido. Si Gogo no tuviera esa manera un tanto Buster de enfrentarse a los objetos y a la vida, la obra quiz¨¢s encallar¨ªa. Si los actores aflojan, si pesan cada frase y cada pausa, la obra se amuerma. Tampoco se trata de hacer el clown pirado: aburre igualmente la tendencia a correr y agitarse. Hasta los brotes de locura han de ser veros¨ªmiles, reconocibles. Humanos, en una palabra. Y este Esperant Godot que dirige Ferran Utzet en la Sala Beckett de Barcelona, con nueva, potente y flexible traducci¨®n de Josep Pedrals, funciona de maravilla.
Nao Albet es un Gogo febril y a¨¦reo. Est¨¢ perdido cuando se queda solo, y es a quien m¨¢s apalean. Lo veo como la mezcla juvenil de dos actores franceses: Bourvil y Rufus. Didi tambi¨¦n est¨¢ en buenas manos: Pol L¨®pez es el Huckleberry Finn del espect¨¢culo. En el Lincoln Center, Mike Nichols se atrevi¨® una vez con esta farsa existencialista, y eligi¨® como protagonistas a Steve Martin y Robin Williams. Naturalmente, me hubiera gustado verlo, pero ver a Nao Albet y Pol L¨®pez vale much¨ªsimo la pena. Nao y Pol tienen esa cosa tan infrecuente llamada ¨¢ngel. Matizo: llevan un ni?o dentro, pero con dientes afilados. Y si se los rompen, les vuelven a crecer: fantas¨ªas de ni?os, pero que salvan, como los grandes juegos.
Esperant Godot siempre ha tenido, a mi juicio, un riesgo: cuando los actores que interpretan a Gogo y Didi juegan en la misma liga y parecen hermanos, sus compa?eros que hacen de Pozzo y Lucky lo tienen un poco crudo. Porque, por muy buenos que sean, han de pelear por el v¨ªnculo irresistible de las grandes parejas. Quiz¨¢s para compensar, Beckett le dio a Pozzo (Aitor Galisteo-Rocher) algunas tiradas casi shakesperianas. Ah¨ª va un cacho: ¡°Un d¨ªa me qued¨¦ ciego, un d¨ªa como cualquier otro se volvi¨® mudo, un d¨ªa nos volveremos sordos. Las mujeres dan a luz a caballo de una tumba; el d¨ªa resplandece un instante y enseguida vuelve la noche¡±. A Lucky (Blai Juanet Sanagustin), un esclavo entre alelado y enloquecido, con ferocidades repentinas, el patr¨®n del teatro moderno le cocin¨® un mon¨®logo casi punki al que le falta un poco m¨¢s de p¨®lvora.
Casi siempre descubro cosas nuevas en esta funci¨®n. Una vez cre¨ª pillar algunos puentes entre Esperant Godot y El tercer polic¨ªa, de Flann O¡¯Brien: la extra?eza continua, el aire c¨ªclico de la historia. Y el humor irland¨¦s, claro. Utzet, que tambi¨¦n tiene ¨¢ngel, hace destellar en la obra de Beckett una hermosa historia de amistad y solidaridad: Didi y Gogo se quieren, se apoyan. Los hab¨ªa visto como padre e hijo cuando la hicieron Joan Anguera e Iv¨¢n Benet en el montaje de Joan Oll¨¦, y como una madre y un reto?o cuando corr¨ªan a cargo de la Lizar¨¢n y Eduard Fern¨¢ndez a las ¨®rdenes de Pasqual. Pero dir¨ªa que ese afecto entre los dos no abunda en muchos montajes.
Para Gogo y Didi, la vida parece un c¨ªrculo que se muerde la cola. Al comienzo de la segunda parte, Didi canta una canci¨®n horrible sobre un perro muerto a palos: es m¨¢s horrible su recomenzamiento eterno.
Todo parece girar, haber sucedido. ?La segunda parte es una pesadilla de la primera? ?O un infierno irremediable? Didi y Gogo tienen un ¨¢rbol para ahorcarse, pero, curioso, les falta cuerda. Y Winnie, de D¨ªas felices, est¨¢ con arena al cuello y tiene una pistola a su alcance, pero no la usa. Que yo recuerde, nadie se suicida en una obra de Beckett. Didi dice, con el ¡°sombrero de pensar¡± de Lucky: ¡°Ma?ana, cuando despierte o crea que despierto, ?qu¨¦ dir¨¦ de hoy? El aire est¨¢ lleno de nuestros gritos, pero el h¨¢bito es un gran calmante¡±.
Har¨¢ unos a?os se me ocurri¨® que ¡°salvaci¨®n aqu¨ª y ahora¡± podr¨ªa ser el lema de la obra. Y que para Beckett, el Beckett que combati¨® en la resistencia francesa, quiz¨¢s algunas necesidades esenciales fueran, escrib¨ª, ¡°comer, dormir, encontrar compa?¨ªa, buscar la manera de pasar la noche¡±. Viendo la puesta de Sanzol se me ocurri¨® que el himno de Esperando a Godot bien podr¨ªa ser un cruce de Help Me Make It Through the Night y Stuck Inside of Mobile, aderezado con los tambores de Calanda y los grillos del anochecer. Quiz¨¢s nos digan que la salvaci¨®n est¨¦ en seguir empujando hacia adelante. Seguir empujando, a secas. E inventarse un dios o un mago para resistir y darse empuje. En el famoso final, Gogo y Didi parec¨ªan quedarse inm¨®viles. Lo mismo les pasaba al acabar el primer acto y volvieron a ponerse en marcha. Seguir, seguir. Mientras el cuerpo aguante.
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