El Parlamento del ¡°qu¨¦ hay de lo mio¡±
Hace a?os que soy adicto en la programaci¨®n local de la SER de Zaragoza a ¡®Estudio de guardia¡¯: entre quejas m¨¢s o menos razonables o rutinarias, se cuelan absurdos y endemismos dignos de Bu?uel
En la programaci¨®n local de la SER de mi pueblo (que es Zaragoza) hay un espacio que lleva en antena medio siglo y que se llama Estudio de guardia. Su f¨®rmula es simplic¨ªsima -y tendr¨¢ ¨¦mulas en millones de emisoras, aunque tal vez no con el mismo arraigo-: se abren los tel¨¦fonos y los oyentes protestan al ayuntamiento. El programa traslada la queja y, por una tradici¨®n ya incuestionable, los concejales la atienden al punto.
Hace a?os que soy adicto y lo escucho como la maravilla antropol¨®gica que es: entre quejas m¨¢s o menos razonables o rutinarias, se cuelan absurdos y endemismos dignos de Bu?uel. Pero Estudio de guardia no funciona por su humor involuntario y dad¨¢, sino porque se percibe como una expresi¨®n democr¨¢tica y soberana: el pueblo habla. Y ah¨ª viene lo inquietante.
La inmensa mayor¨ªa de las quejas son profundamente ego¨ªstas. Piden que les pongan una parada de autob¨²s en la puerta de su casa, en vez de en la puerta del vecino, o que les arreglen la baldosa rota de su esquina. Si detr¨¢s hubiera una preocupaci¨®n c¨ªvica, pedir¨ªan un sistema de transporte mejor para todos o que arreglaran las aceras de toda la ciudad, pero el programa es una sucesi¨®n de ¡°qu¨¦ hay de lo m¨ªo¡± que refleja una concepci¨®n de la democracia a lo cupo vasco, conseguidora, que confunde el bien com¨²n con el ande yo caliente.
El reci¨¦n reestrenado Parlamento adolece (m¨¢s que el de abril, incluso) del s¨ªndrome de Estudio de guardia. Una buena parte de sus se?or¨ªas van a pedir la palabra para que les pongan una parada de autob¨²s en su provincia o que les arreglen sus baldosas, porque ya reclamar¨¢ el diputado de al lado que le cambien las suyas. Como expresi¨®n antropol¨®gica del car¨¢cter espa?ol, no est¨¢ mal. Como expresi¨®n democr¨¢tica, en cambio, da pena.
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