Empieza el a?o Beethoven: un aniversario heroico
La Bundeskunsthalle de Bonn dedica una exposici¨®n al compositor alem¨¢n que sirve de arranque simb¨®lico de la avalancha de celebraciones con motivo del 250? aniversario de su nacimiento
"?Pero ahora me aferra el destino! ?Que no me hunda en el polvo, inactivo y sin gloria, sino que concluya antes algo grande, de lo que habr¨¢n de o¨ªr tambi¨¦n las generaciones futuras!¡±. Beethoven copi¨®, escandidos, estos versos que Homero pone en boca de H¨¦ctor en la Il¨ªada (traducidos al alem¨¢n por Johann Heinrich Voss) en una suerte de diario o memorando que escribi¨® de forma intermitente entre 1812 y 1818. Se identificaba, sin duda, con el pr¨ªncipe troyano y la escansi¨®n denota que se plante¨® poner m¨²sica a sus palabras: tambi¨¦n ¨¦l quer¨ªa ser un h¨¦roe cuyas proezas fueran cantadas por la posteridad. El manuscrito original del diario se ha perdido, y por eso no puede formar parte de la gran exposici¨®n de Bonn, pero se conservan cuatro copias ¡ªuna de ellas realizada por Anton Gr?ffer pocas semanas despu¨¦s de la muerte del m¨²sico¡ª que nos permiten conocer el contenido de sus 171 entradas, que van de lo banal a lo trascendente, de citas de sus escritores m¨¢s admirados a reflexiones de car¨¢cter filos¨®fico, religioso o musical.
Los deseos de Beethoven han acabado cumpli¨¦ndose con creces, no solo porque su m¨²sica pervive, se conoce, se admira y se interpreta m¨¢s quiz¨¢ que la de ning¨²n otro compositor, sino tambi¨¦n porque la posteridad decidi¨® adornarlo desde muy pronto con ribetes heroicos. ?l puso las simientes, desde luego: una sinfon¨ªa que la primera edici¨®n calificaba de Heroica, m¨²sicas incidentales inspiradas por h¨¦roes cl¨¢sicos (Prometeo) o modernos (Egmont), una pareja (Leonora y Florest¨¢n) que lucha valientemente contra el opresor en su ¨²nica ¨®pera (Fidelio) u obras, como la Quinta Sinfon¨ªa, sin programa ni alusiones extramusicales, que pueden reducirse en esencia a una secuencia de adversidad, lucha y triunfo.
Pero Beethoven no fue un h¨¦roe te¨®rico en medio de la nada: fue un espectador en primera l¨ªnea de las convulsiones de su tiempo, zarandeado por guerras incesantes, desde la privilegiada atalaya de Viena y sus vivencias dejaron una huella inesquivable en sus obras. Quiz¨¢ por ello la exposici¨®n que inici¨® el domingo su andadura en la Bundeskunsthalle, el gran museo federal de Bonn que se yergue en una larga avenida que va rebautiz¨¢ndose sucesivamente con cuatro nombres que compendian la reciente historia alemana (Friedrich Ebert, Konrad Adenauer, Willy Brandt y Helmut Kohl), se titula simplemente con el apellido del compositor seguido de tres sustantivos: mundo, ciudadano y m¨²sica. Beethoven est¨¢ muy lejos de ser un notario de su ¨¦poca, pero parte de su m¨²sica s¨ª que es hija de aquella Europa convulsa marcada por la Revoluci¨®n Francesa, las guerras napole¨®nicas y el Congreso de Viena y sus secuelas ideol¨®gicas y pol¨ªticas. De todo ello encontramos reflejos, m¨¢s o menos expl¨ªcitos, en el cat¨¢logo beethoveniano.
Apoyada en el piano, la trompetilla le ayudaba al transmitir las vibraciones del instrumento
El comisariado de la exposici¨®n ha corrido a cargo de una historiadora del arte (Agnieszka Luli¨½ska) y una music¨®loga (Julia Ronge), ambas conservadoras en la Bundeskunsthalle y la Beethoven-Haus, lo que ha garantizado un equilibrio entre los contenidos art¨ªsticos, sociol¨®gicos y estrictamente musicales. Muy cerca de los objetos expuestos que guardan relaci¨®n con Egmont y Fidelio, por ejemplo, se ha acotado un peque?o espacio cerrado en el que cuelgan veinte de los Desastres de la guerra de Goya, prestados por la Fundaci¨®n Juan March de Madrid y presididos en la pared central por el sencillo y elocuente r¨®tulo ¡ªque lo es a su vez de uno de los aguafuertes¡ª Yo lo vi. El gesto denota no solo un doble gui?o a la ambientaci¨®n espa?ola de la ¨®pera y al conflicto de los Pa¨ªses Bajos en tiempos de Felipe II, sino tambi¨¦n un deseo de hermanar a los dos genios quiz¨¢ m¨¢s iconoclastas y visionarios de su tiempo, que nunca se conocieron pero a quienes tantas semejanzas los emparentan. Cuando, m¨¢s adelante, la exposici¨®n se detiene en La victoria de Wellington (m¨²sica mediocre, pero extremadamente rentable para Beethoven) o incluso en la Novena Sinfon¨ªa y la Missa Solemnis (en ambas la m¨²sica b¨¦lica y los aires marciales se cuelan de rond¨®n en el ¨²ltimo movimiento y en el Agnus Dei, respectivamente), resurge el espectro del ¡°enemigo franc¨¦s¡±, de las v¨ªctimas civiles, de las guerras seculares entre seres humanos, y nuestra mirada, nuestra percepci¨®n, son ya para entonces, inevitablemente, las de Goya. Y no podemos olvidar que, como habitante de la Viena asediada por Napole¨®n, las escenas de destrucci¨®n y de soldados mutilados por las bombas, de ¡°aniquilaci¨®n de los valores civiles¡± (como escribe Luli¨½ska), debieron de ser tristemente habituales para Beethoven.
La exposici¨®n se articula en cinco grandes apartados, ordenados cronol¨®gicamente. El primero (1770-1792) documenta los a?os pasados en Bonn, su ciudad natal. Impresiona especialmente leer un memorando de 1784 sobre los miembros de la capilla de la corte, en la que cantaba como tenor el padre del compositor, Johan, que aparece descrito como ¡°de voz muy gastada¡± (¡°ganz abst?ndige stimm¡±) y, lo que llama m¨¢s la atenci¨®n en un documento de este tipo, como ¡°muy pobre¡± (¡°sehr arm¡±). En una entrada posterior se anota c¨®mo Ludwig, su hijo, sustituye habitualmente al organista en ausencia del titular, sin ser remunerado por ello. Lo califica de m¨²sico capaz, ¡°a¨²n joven¡± y, de nuevo, ¡°pobre¡±. Ocho a?os despu¨¦s, y gracias exclusivamente a su talento, Beethoven viajar¨ªa a Viena para, como escribi¨® el conde Waldstein en el liber amicorum con que lo obsequiaron y despidieron sus allegados, ¡°gracias a una diligencia ininterrumpida, recibir el esp¨ªritu de Mozart¡±, fallecido menos de un a?o antes, ¡°de manos de Haydn¡±.
El segundo bloque se abre con su llegada a la capital del imperio austroh¨²ngaro y se cierra en 1801, en la antesala misma de lo que suele conocerse como el per¨ªodo ¡°heroico¡± del compositor. Beethoven estudia (poco) con Haydn y (mucho m¨¢s) con Johann Georg Albrechtsberger, publica sus primeras obras y empieza a hacerse r¨¢pidamente un nombre como pianista y como compositor. Un mapa nos permite ver las diferentes casas en las que vivi¨® en Viena, hasta veintiuna en total, algunas modestas, otras palacios de sus protectores arist¨®cratas. Beethoven busc¨® siempre la cercan¨ªa y el respaldo econ¨®mico de estos ¨²ltimos (los pr¨ªncipes Kinsky y Lobkowitz y uno de sus mejores amigos, el archiduque Rodolfo, hermano del emperador, le asignaron una renta anual a partir de 1809 a cambio ¨²nicamente de que permaneciera en Viena), por m¨¢s que algunos representaran valores muy diferentes a los que ¨¦l defend¨ªa. E incluso al final de su vida, cuando ya era el compositor m¨¢s famoso de Europa, envi¨® cartas firmadas personalmente a la mayor¨ªa de las casas reales del continente, que eran cualquier cosa menos paradigmas de los principios igualitarios, humanistas y democr¨¢ticos que ¨¦l profesaba, para que se suscribieran a la edici¨®n de su reci¨¦n compuesta Missa Solemnis, por la que sent¨ªa una comprensible y especial devoci¨®n, hasta el punto de considerarla su magnum opus.
Entre 1802 y 1812 ¡ªel ecuador de la exposici¨®n¡ª Beethoven se consagra no ya como un sucesor de Haydn y Mozart, sino como un profundo innovador de todos los g¨¦neros musicales que cultiva. Como en el resto de los bloques, una isla central permite escuchar varias obras claves de este per¨ªodo: en este caso, el cuarteto en forma de canon del primer acto de Fidelio, la marcha f¨²nebre de la Sinfon¨ªa ¡°Heroica¡± y la obertura de Egmont. El h¨¦roe empieza a desvelar unos rasgos inequ¨ªvocos, utilizados profusamente por la historiograf¨ªa posterior para mitologizar al compositor. Pero son tambi¨¦n a?os de intenso sufrimiento f¨ªsico y ps¨ªquico, como muestra el documento conocido como Testamento de Heiligenstadt, escrito en 1802 y cuyo original puede leerse en Bonn en su integridad. Te?ido de premoniciones suicidas como consecuencia de los primeros s¨ªntomas de la sordera que, lejos de remitir, no dejaron de acentuarse, est¨¢ dirigido a sus dos hermanos, aunque los destinatarios somos, en realidad, todos nosotros, sus coet¨¢neos y esas ¡°generaciones futuras¡± a las que apelaba el H¨¦ctor de la Il¨ªada. La propia ¡°Providencia¡± aparece incluso mencionada al final como su verdadera interlocutora.
Las escenas de destrucci¨®n y de soldados mutilados por las bombas debieron de ser habituales en Viena
Beethoven super¨® la crisis, pero la enfermedad, ese ¡°demonio envidioso¡±, sigui¨® acech¨¢ndolo implacablemente durante toda su vida, como muestra gr¨¢ficamente un panel de la exposici¨®n. ¡°Estoy (...) casi constantemente enfermo¡±, escribe en 1813. Jaquecas frecuentes, dolencias pulmonares, reumatismo, gota, p¨¦rdida de visi¨®n, neumon¨ªa, ictericia, diarrea cr¨®nica, c¨®licos, ascitis o la cirrosis que acab¨® con su vida en 1827 dan cuenta de una vida plagada por el dolor. Dos a?os antes de su muerte admit¨ªa sin ambages que ¡°dif¨ªcilmente podr¨¢n ya recuperarse mi naturaleza y mis fuerzas¡±. Nada fue, sin embargo, tan lacerante como la sordera, el enemigo mortal de un m¨²sico, casi total en su edad madura. Ver la trompetilla que se colgaba a rega?adientes de la cabeza ¡ªun artilugio al que, por sus enormes dimensiones, parece cuadrarle mucho m¨¢s un aumentativo que un diminutivo¡ª e imaginarlo intentando percibir con ella resquicios de sonido genera desaz¨®n. Apoyada en el piano, le ayudaba a escuchar no solo auditiva, sino tambi¨¦n corporalmente, transmiti¨¦ndole las vibraciones del instrumento.
Los a?os 1813 a 1818 ¡ªel cuarto estadio¡ª son de menor productividad y crisis familiar y personal, ya que le cuesta fraguar su estilo de ¨²ltima ¨¦poca, que asoma ya con fuerza en la Sonata Hammerklavier, pero que eclosiona definitivamente en una secuencia ininterrumpida de obras maestras, de las tres ¨²ltimas sonatas para piano a las Variaciones Diabelli y, a modo casi de testamento final de un hombre cada vez m¨¢s recluido en sus propios abismos, cinco cuartetos de cuerda. La radical intimidad de estos contrasta con esa fraternidad universal preconizada en la Novena Sinfon¨ªa, ilustrada gr¨¢ficamente en la exposici¨®n con fotograf¨ªas de interpretaciones de la obra en diversas salas de todo el mundo (como el Palau de la M¨²sica de Barcelona), en alg¨²n caso (Tokio) con coros multitudinarios. Esta es la m¨²sica que suena tambi¨¦n en una sala en la que puede verse una copia perfecta, realizada en Viena, del famoso Friso de Beethoven de Gustav Klimt, que da paso a una ¡°escultura fotogr¨¢fica¡± de Olivier Laric a partir de una obra coet¨¢nea, tambi¨¦n ligada al movimiento de la Secession: el monumental homenaje a Beethoven de Max Klinger. El adi¨®s final lo brinda una cita de Goethe: ¡°No he visto hasta ahora a ning¨²n otro artista m¨¢s condensado, m¨¢s en¨¦rgico, m¨¢s ¨ªntimo. Comprendo muy bien la extra?eza que debe de sentir frente al mundo¡±.
De entre los m¨¢s de dos centenares y medio de objetos expuestos, Julia Ronge destaca uno de los m¨¢s peque?os: una misiva que Beethoven envi¨® desde Viena a uno de sus mejores amigos de Bonn, el diplom¨¢tico Heinrich von Struve, desconocida hasta 2012. Expuesta ahora por vez primera, est¨¢ escrita en un trozo de papel diminuto, con una caligraf¨ªa tambi¨¦n min¨²scula, quiz¨¢ para que pudiera guardarla en un espacio m¨ªnimo quien hubo de hacerla llegar hasta su destinatario en San Petersburgo. Beethoven pregunta a su amigo en las primeras l¨ªneas: ¡°?Cu¨¢ndo llegar¨¢ el tiempo en que haya ¨²nicamente seres humanos?¡±, subrayando este ¨²ltimo concepto (Menschen). A continuaci¨®n, ¨¦l mismo se responde: ¡°Es posible que solo veamos llegar ese dichoso momento en unos pocos lugares. Pero no lo veremos acaecer en todas partes. Pasar¨¢n siglos antes de que eso suceda¡±. Hoy resuenan esas palabras con especial fuerza: la profec¨ªa de un h¨¦roe tristemente cumplida.
La exposici¨®n que se inaugur¨® oficialmente el domingo en Bonn en la Bundeskunsthalle estar¨¢ abierta al p¨²blico desde este martes hasta el 26 de abril; en oto?o de 2020 viajar¨¢, en parte, a Bruselas. Es ambiciosa, inteligentemente selectiva, est¨¢ pensada para satisfacer por igual a expertos y legos, se afana en contextualizar cada idea y reh¨²ye en todo momento los lugares comunes y la manida mitolog¨ªa beethoveniana. No sostiene tampoco ninguna tesis, pero, con profusi¨®n de manuscritos musicales, cartas, notas, cuadernos de conversaci¨®n, borradores, apuntes y objetos cotidianos, logra acercarnos al genio de tal modo que la proximidad produce escalofr¨ªos.
Beethoven. Mundo. Ciudadano. M¨²sica. Bundeskunsthalle. Bonn. Del 17 de diciembre al 26 de abril de 2020.
La Beethoven-Haus
Viena se une a la fiesta
Solo hay noticia de dos exposiciones de dimensiones comparables a la que se inaugur¨® oficialmente el domingo: la celebrada en 1890, tambi¨¦n en Bonn, un a?o despu¨¦s de constituirse la Beethoven-Haus en la casa natal del m¨²sico, y la que conmemor¨® en Viena en 1927 el primer centenario de su muerte. Cuesta creer, sin embargo, que pudieran parangonarse conceptualmente con esta, a la que la Beethoven-Haus aporta asimismo el mayor n¨²mero de objetos expuestos (nadie atesora m¨¢s memorabilia beethoveniana). Tambi¨¦n ha renovado por completo su propia muestra permanente en el museo de la Bonngasse, que el p¨²blico podr¨¢ ver por primera vez el pr¨®ximo martes en una jornada de puertas abiertas. Ese mismo d¨ªa se inaugura una exposici¨®n temporal en torno a la historia del m¨¢s famoso retrato de Beethoven, el que pint¨® Joseph Karl Stieler en 1820 con el compositor sosteniendo el manuscrito de la Missa solemnis. El cuadro, sin embargo, se codea ahora en la gran exposici¨®n de la Bundeskunsthalle con el resto de los mejores retratos del compositor.
Si Bonn es la ciudad que vio nacer a Beethoven en 1770, Viena fue su patria adoptiva, el entorno de toda su vida adulta, por lo que no pod¨ªa permanecer ajena a la efem¨¦ride de 2020. La Biblioteca Nacional Austriaca inaugurar¨¢ el pr¨®ximo jueves la exposici¨®n Beethoven. Mundo humano y chispas divinas, en alusi¨®n al texto del poema de Schiller que inspir¨® al compositor el final de su Novena sinfon¨ªa. Poseedora tambi¨¦n de numerosas cartas y manuscritos del compositor, podr¨¢n verse las partituras aut¨®grafas de obras como el Concierto para viol¨ªn o el Cuarteto de cuerda op. 95. El Kunsthistorisches Museum ten¨ªa previsto organizar una gran exposici¨®n hist¨®rico-art¨ªstica similar a la que va a verse en Bonn, pero la nueva direcci¨®n del museo decidi¨® cancelar los planes originales y se decant¨® por algo muy diferente. Bajo el t¨ªtulo Beethoven conmueve, contrapondr¨¢ a partir del 25 de marzo la m¨²sica del compositor a las obras de artistas coet¨¢neos (Goya, Friedrich o Turner) y actuales (Anselm Kiefer, Jorinde Voigt o Rebecca Horn).
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