Wim Mertens, contra la c¨¢rcel de las partituras
El compositor belga celebra cuatro d¨¦cadas en la m¨²sica con una edici¨®n recopilatoria y una gira
Cuando sus amigos, con 10 o 12 a?os, se iban a jugar al f¨²tbol en los h¨²medos campos de B¨¦lgica, Wim Mertens (Neerpelt, 1953) se met¨ªa en una capilla a tocar el armonio: ¡°Lo ten¨ªa a mi disposici¨®n, con las llaves y el instrumento para m¨ª solo¡±, explic¨® en una reciente visita a Madrid. De ese viaje salieron cientos de obras reunidas en m¨¢s de 50 discos. A los 14 ya hab¨ªa compuesto una misa, ¡°entera, con toda la liturgia¡±, asegura. Hoy, a sus 66 a?os, ha inventado y cambiado ciertos aspectos b¨¢sicos en las formas y el lenguaje hasta crear lo que ¨¦l define como ficci¨®n musical. ¡°Una nueva v¨ªa que a veces no necesita ni de partituras, que son una c¨¢rcel¡±.
De todo ese recorrido, de una carrera en la que tantos han bebido en la m¨²sica occidental m¨¢s reciente, Mertens re¨²ne ahora una recopilaci¨®n en cuatro discos, con el t¨ªtulo de Inescapable (Warner Music). La celebraci¨®n de sus cuatro d¨¦cadas en la m¨²sica tomar¨¢ tambi¨¦n la forma de una gira que le traer¨¢ en enero a Espa?a. No le ha resultado f¨¢cil: ¡°Estoy acostumbrado a mirar hacia el futuro, no al pasado. Mi padre me ense?¨® que la energ¨ªa primordial en la m¨²sica y la vida se encuentra delante, no detr¨¢s¡±.
Su padre precisamente se encarg¨® de que nada truncara sus pasos como creador e int¨¦rprete: ¡°Cuando decid¨ª estudiar Ciencias Sociales en la Universidad de Lovaina, hizo que me llevara un piano para no perder la pr¨¢ctica ni la concentraci¨®n¡±. Pero hasta ese instrumento, frente a otros que tambi¨¦n domina, como la guitarra cl¨¢sica, le crea una intensa sensaci¨®n de agobio: ¡°Te puede por completo, desapareces como artista en medio de su complejidad. Por eso evito sentarme en el centro del teclado, lo hago un tanto inclinado a la izquierda, para que no me devore¡±.
A su bagaje pr¨¢ctico, uni¨® el te¨®rico. ¡°Quise hacerme music¨®logo porque necesitaba entender por qu¨¦ algunas tendencias musicales duran un siglo y luego caen y se sustituyen por otras nuevas¡±. Su visi¨®n de conjunto trasciende el momento. Y la m¨²sica de Win Mertens es inseparable de su erudici¨®n. Incluso a la hora de derribar lo que conscientemente desea para librarse de las trabas que han afectado a otros, arguye una serie de convincentes y s¨®lidas razones.
Por ejemplo, sus reservas ante un t¨®tem como la partitura. Se reflejan en el lema que ha movido su carrera: M¨¢s m¨²sica, menos notas. ¡°La preponderancia de las partituras es algo relativamente reciente, si lo analizamos. La notaci¨®n musical apenas tiene 600 a?os¡±. Suficientes, seg¨²n ¨¦l, como para haber aniquilado cierta magia que solo ha regresado en el siglo XX a la creaci¨®n gracias al jazz o a los minimalistas. ¡°Cuando empez¨® a anotarse la m¨²sica en un lenguaje propio destroz¨® la alucinaci¨®n que preced¨ªa o que pod¨ªa encerrar potencialmente una obra¡±.
Luego vinieron las formas musicales. M¨¢s capsulas o peque?as prisiones donde moverse: el concierto, la sinfon¨ªa, la sonata¡ ¡°Son otra forma de poder que te ata las manos¡±, asegura Mertens. ?l prefiere ver su obra de otra manera. ¡°Como una especie de ficci¨®n continua que tambi¨¦n podemos calificar sin est¨¢ndares¡±, asegura. ¡°Al recopilar todo me he dado cuenta de que funciona as¨ª. De hecho, he reunido las obras en orden alfab¨¦tico para huir del lenguaje musical. Eso resalta su complejidad y su diversidad impl¨ªcita con contundencia. Adem¨¢s, creo que hemos logrado con ello una conquista universal¡±.
Algo que un espacio propio uni¨® a varios m¨²sicos de su generaci¨®n. Aquellos que no quer¨ªan quedar sometidos a los reductos radicales de las vanguardias salvajes y malencaradas con el p¨²blico. ¡°En los sesenta, miraba por la ventana y no encontraba espacio para m¨ª en Europa. La salida estaba al otro lado del Atl¨¢ntico. Entre varios m¨²sicos norteamericanos y nosotros encontramos una nueva forma de conectar con otras audiencias abiertas¡±.
Habla de los minimalistas, nombres como Philip Glass, Michael Nyman o Ludovico Einaudi, que hoy cuentan con una generaci¨®n que les sucede con calidad, entre los que destacan figuras como Max Richter. ¡°Busc¨¢bamos una nueva conexi¨®n con p¨²blicos amplios. Para nosotros era fundamental su complicidad. Representaban el fin en s¨ª mismo de la m¨²sica mientras que, para las vanguardias de entonces, el fin se encontraba en las partituras¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.