Llega el ?ngel de la Historia
El a?o de las ovejas mec¨¢nicas y de los desastres medioambientales anticipa un ciclo hist¨®rico donde el dinero y el activismo contra la ¡°filantrop¨ªa t¨®xica¡± colisionan
Atenci¨®n!, regresa el ?ngel de la Historia, con sus ojos desorbitados, sus alas extendidas y su boca a punto de gritar. Tiene el rostro vuelto al pasado, y donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de acontecimientos, ¨¦l ve un derrumbe que le paraliza. Quiere recomponer lo despedazado, pero las ruinas y los muertos le sobrecogen. Las brasas de Notre Dame y el acqua alta inundando San Marcos recuerdan que todo sigue, que nada es archivado, que Okwui Enwezor, Douglas Crimp, Agn¨¨s Varda y Robert Frank ser¨¢n siempre confidenciales aunque hayan desaparecido como l¨¢grimas en la lluvia. En sus notas sobre Angelus Novus (1920) de Paul Klee, Walter Benjamin avist¨® el futuro entrando como un cicl¨®n, impidiendo que el ?ngel pudiera cerrar las alas y alej¨¢ndolo de la hojarasca podrida hacia delante, custodiado por el progreso, pero gobernado por las leyes at¨¢vicas del mundo animal.
Escribi¨® Claudio Magris que la estupidez tambi¨¦n es un hecho cronol¨®gico. Un s¨ªntoma de que caminamos hacia la edad de oro de la tonter¨ªa es la banana pegada a la pared de Cattelan. Bien, no es su memez, sino la de sus meg¨¢fonos, gran parte de la prensa y la cr¨ªtica, que ya no desean defender su independencia de juicio y, al contrario, fomentan el indiferenciado desprecio al lector.
Este 2019 ha sido el A?o Da Vinci y el de las ovejas mec¨¢nicas de Blade Runner, habitantes de sublimes soledades atravesadas por 500 a?os. Benjamin tambi¨¦n habr¨ªa dicho que la movilidad de sus respectivas auras encadena a los espectadores a la copia de s¨ª mismos. Cincuenta a?os de Stone?wall. Diferentes exposiciones en Estados Unidos han servido para conmemorar el medio siglo de los disturbios en el bar Stonewall Inn del West Village y trazar el viaje desde el nacimiento de la gay-naci¨®n hasta la fluidez de g¨¦neros del movimiento LGBTQ+.
Ampliaci¨®n del MoMA y creaci¨®n del complejo cultural en Hudson Yards, Nueva York. El Museo de Arte Moderno de Nueva York no se ampl¨ªa, sino que se inaugura, recurrentemente, como los aeropuertos o los parques Disney, a un coste de 450 millones de d¨®lares. Desde la direcci¨®n prometen una revisi¨®n de su colecci¨®n cada 18 meses donde incluir¨¢n un n¨²mero cada vez mayor de arte hecho por autores y autoras no occidentales. The Shed y The Vessel, en Hudson Yards, son una barah¨²nda absurda, el patio del recreo del capital.
Coge tu dinero y l¨¢rgate. Este a?o hemos asistido a la efectividad del artivismo que cuestiona las fuentes de patrocinio del arte, la llamada toxic philantropy. Su cara visible es la fot¨®grafa Nan Goldin y su grupo P.A.I.N., que se mantienen en su cruzada contra la familia Sackler, propietaria de la farmac¨¦utica que produce el OxyContin, un narc¨®tico muy adictivo usado para aliviar el dolor cr¨®nico. El apellido ?Sackler ha ido cayendo de los muros de las universidades y museos anglosajones. National Gallery, Tate y Metropolitan ya han renunciado a sus donaciones. Durante la Bienal del Whitney, la presi¨®n de los artistas oblig¨® a dimitir al vicepresidente del museo norteamericano, Warren B. Kanders, propietario de la compa?¨ªa Safariland, que fabrica balas de gas lacrim¨®geno usado por la polic¨ªa contra la poblaci¨®n civil.
Nostalgia de la fuga en Le Studio d¡¯Orph¨¦e, de Jean-Luc Godard. El cineasta francosuizo (1930) ha cedido a la Fundaci¨®n Prada de Mil¨¢n su environment m¨¢s personal, su estudio de Rolle (Suiza) con todo el material de sus ¨²ltimas pel¨ªculas, como Le Livre d¡¯image, que present¨® el pasado a?o en Cannes, donde aprovech¨® para decir que ¡°el cine es una peque?a Catalu?a que tiene dificultades para existir¡±. O su poema cinem¨¢tico de 63 segundos Une catastrophe (2008), en el que un reloj de pulsera mide y hiere la dilaci¨®n indebida del amor.
Despu¨¦s de 250 a?os ¡ªlos mismos que se cuentan desde el nacimiento de Beethoven¡ª, la Royal Academy de Londres tiene al frente a una mujer, la artista Rebecca Salter (1955).
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