Un Polanski reflexivo, no emocional
Historia de una estrat¨¦gica barbarie, una conveniente mentira, un montaje siniestro cometido por el ej¨¦rcito franc¨¦s contra un hombre inocente: Alfred Dreyfus
Cada entrega de un grupo de directores ancianos, que han dotado de arte imperecedero a su obra, posee el aura de acontecimiento, ya que sabemos que el final creativo est¨¢ cerca, que su relevo est¨¢ complicado, que el cine ser¨¢ distinto o m¨¢s pobre sin ellos. Algunos mantienen su muy frecuente estado de gracia, como Martin Scorsese, Woody Allen y Roman Polanski. Otros como Clint Eastwood y Francis Ford Coppola llevan demasiado tiempo perdidos, con pel¨ªculas mediocres o invisibles de las que se ha esfumado su viejo y colosal talento. Lamentablemente, el nombre de Polanski aparece en los medios de comunicaci¨®n hasta la saciedad en los ¨²ltimos tiempos por una villan¨ªa que cometi¨® hace 43 a?os, la violaci¨®n de una cr¨ªa a la que hab¨ªa emborrachado y drogado. No s¨¦ si ha pagado suficientemente su culpa, pero lo que est¨¢ claro es que antes y despu¨¦s de ese escabroso delito ha construido una de las filmograf¨ªas m¨¢s inteligentes, perturbadoras y oscuras de la historia del cine, protagonizada casi siempre por el mal, real o abstracto, humano o sat¨¢nico, realista o psicol¨®gico.
EL OFICIAL Y EL ESP?A
Direcci¨®n: Roman Polanski.
Int¨¦rpretes: Jean Dujardin, Louis Garrel, Emmanuelle Seigner, Melvin Poupaud, Mathieu Amalric, Vicent Perez..
G¨¦nero: drama. Francia, 2019.
Duraci¨®n: 132 minutos.
Por ello, me acerco a su ¨²ltima pel¨ªcula El oficial y el esp¨ªa con m¨¢ximas y justificadas expectativas. Vuelve al cine de ¨¦poca, como hizo con resultados memorables en El pianista y en Tess, para contar la historia de una estrat¨¦gica barbarie, una conveniente mentira, un montaje siniestro cometido por el ej¨¦rcito franc¨¦s, por la justicia militar, contra un hombre inocente. Ocurri¨® en 1894 y el capit¨¢n que fue acusado de espiar para los alemanes se llamaba Alfred Dreyfus. El gran poder planific¨® esa calumnia, degrad¨® a la v¨ªctima y la sentenci¨® a cadena perpetua en la siniestra isla del Diablo, con una justificaci¨®n mezquina que le ven¨ªa muy bien ante gran parte de la opini¨®n p¨²blica. Ese hombre era jud¨ªo. Y los pogromos han existido desde tiempos remotos, no los invent¨® Hitler, aunque s¨ª la escalofriante soluci¨®n final.
Polanski narra con un estilo que te remite afortunadamente al cine de otra ¨¦poca la alucinada y m¨¢s que arriesgada investigaci¨®n del coronel Georges Picquart en busca de la muy escondida verdad, su constataci¨®n de que todo dios, desde los altos mandos a los subalternos de confianza, estaba pringado en condenar a un inocente. Lo hace sin apelar al sentimentalismo, sin subrayar nada, con tanto poder¨ªo expresivo como sutileza. No se centra en Dreyfus, acorralado monstruosamente pero tambi¨¦n alguien escasamente atractivo, sino en su defensor Picquart, un tipo sin la menor empat¨ªa hacia los semitas, pero tambi¨¦n un aut¨¦ntico profesional, un hombre honesto que investiga en la gran cloaca del ej¨¦rcito, que se niega a cumplir ¨®rdenes y a cerrar los ojos ante la gran mentira que quieren imponerle los de arriba. A costa de jugarse su carrera o su propia vida. No pretende ser un h¨¦roe, solo es un tipo que desea quitarse la venda de sus ojos, que cree en su profesi¨®n, tiene lo que hay que tener, hace lo que hay que hacer.
Veo en un pase privado El oficial y el esp¨ªa en compa?¨ªa de un amigo que lleva d¨¦cadas hurgando con ¨¦xito en las grandes corrupciones pol¨ªticas, financieras, institucionales. Al terminar nos confesamos al mismo tiempo que est¨¢ muy bien lo que hemos visto pero no nos ha emocionado. Sin embargo, durante varios d¨ªas seguimos hablando de esta pel¨ªcula, record¨¢ndola. Y creo que la actitud de Polanski est¨¢ muy pensada. Apela al cerebro de los espectadores, a su reflexi¨®n, no a su desborde emocional. Y lo que cuenta te provoca miedo e indignaci¨®n moral, algo que tambi¨¦n consigui¨® Stanley Kubrick en Senderos de gloria. Y ni una gota de histrionismo o de sensibler¨ªa en la seca y contenida interpretaci¨®n de Jean Dujardin. La m¨²sica la ha compuesto Alexandre Desplat, que probablemente sea el mejor autor de bandas sonoras en el cine actual, con facilidad para conmoverte. Pero Polanski pr¨¢cticamente no la utiliza, solo y con sobriedad en los t¨ªtulos finales. Podr¨ªa haberse ahorrado a Desplat. Polanski no quiere apuntar al coraz¨®n, su prop¨®sito es que te impacte en la cabeza. Lo consigue.
Babelia
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