El coronavirus vac¨ªa el Museo del Prado de turistas
Las masas de visitantes se esfumaron el ¨²ltimo d¨ªa antes del cierre del centro
Pocas veces se ha visto la sala de El jard¨ªn de las delicias tan vac¨ªa como esta ma?ana del mi¨¦rcoles. Apenas una decena de visitantes paseaba sin tumultos. En el primer d¨ªa de las medidas decretadas por el Museo del Prado para ¡°compatibilizar su apertura con el principio de salud p¨²blica de los visitantes¡± y el ¨²ltimo antes de que se decretara su cierre, el miedo y la precauci¨®n frente al coronavirus han dejado escenas ins¨®litas y salas deshabitadas. Ante la obra maestra de El Bosco, una pareja reci¨¦n llegada de Fuerteventura disfruta con calma. Est¨¢n aqu¨ª por casualidad, ¨¦l es farmac¨¦utico y est¨¢ en la ciudad por Infarma, feria clausurada por el COVID-19. ¡°No tenemos miedo. Creo que es una exageraci¨®n todo lo que est¨¢ sucediendo¡±, comentan.
Fuentes del museo confirmaban, antes del cierre temporal ordenado por el Ministerio de Cultura, que las cifras de asistentes han ca¨ªdo en picado en las ¨²ltimas tres semanas. En enero pasaron al d¨ªa m¨¢s de 8.000 personas por las taquillas. En febrero, con dos d¨ªas menos, sumaron un total de 8.400 diarias. En el recuento de marzo, hasta el d¨ªa ocho, la cifra de visitantes por d¨ªa apenas supera los 6.100. De este dato, el museo indica que el 57% se tramit¨® como gratuidad, es decir, 3.500 entradas al d¨ªa. Este martes el Prado anunci¨® que la visita gratuita se reducir¨ªa a 500 personas m¨¢ximo. Es decir, con la limitaci¨®n de este aforo, este mi¨¦rcoles, primer d¨ªa de medidas contra la expansi¨®n del coronavirus y ¨²ltimo antes del Prado cerrado podr¨ªan haber accedido un m¨¢ximo de 3.000 visitantes. La instituci¨®n adelantaba a este peri¨®dico que ser¨ªan muchos menos.
El ¨²ltimo d¨ªa del Prado abierto en plena tormenta v¨ªrica tiene un precedente: 30 de agosto de 1936. Aquel d¨ªa, el subdirector del museo entonces, Francisco Javier S¨¢nchez Cant¨®n, orden¨® cerrar las puertas de la instituci¨®n mientras durase la guerra civil. Inmediatamente procedi¨® a descolgar los cuadros de las paredes y ubicarlos en zonas libres de bombas.
Este mi¨¦rcoles, a las doce y media del mediod¨ªa, hora punta en las salas, hab¨ªa silencio y soledad. Y una paradoja: el privilegio de la pausa era el anticipo de la clausura. El ruido hab¨ªa desaparecido de la galer¨ªa central, y de la sala de Las Meninas. Siete personas ante el cuadro contemplaban la estampa, y a su vez protagonizaban una escena todav¨ªa m¨¢s extra?a. La infanta Margarita Mar¨ªa Teresa de Austria ha sido testigo privilegiada de un nuevo museo, uno imposible en el que los escasos espectadores pueden regodearse en cada pincelada.
Tampoco ha quedado rastro de los pelotones de turistas orientales que suelen rebotar de icono a icono, en un circuito a la carrera. ¡°Desde hace un mes no hay grupos de chinos. Desde hace dos ni uno de japoneses o surcoreanos. Los italianos llegaron en masa, much¨ªsimos grupos, durante sus Carnavales, pero tambi¨¦n han desaparecido¡±, comentaba una de las vigilantes de las pinturas del Renacimiento italiano, que se quejaba de las condiciones en las que han tenido que trabajar ante la amenaza.
El ¨²ltimo d¨ªa del Prado abierto no ha hecho falta aplicar la restricci¨®n del aforo. No era necesario controlar el volumen de visitas en salas. Ni siquiera en una de las habitaciones m¨¢s angostas del edificio de Villanueva, donde cuelgan las Pinturas Negras, de Goya. La sala de las pinturas murales de la Quinta del Sordo habitualmente est¨¢ congestionada por m¨¢s de 150 visitantes. ¡°Ya has visto c¨®mo est¨¢: no hay ni diez personas¡±, apunta una de las responsables que atienen la seguridad de las obras.
Incluso los copistas trabajaban con desahogo. Una dibujante pasaba al papel las formas marm¨®reas del Joven orador, del primer cuarto del siglo I, una estatua que fue acumulando a?adidos a lo largo de su historia e hicieron de ella un delicioso Frankenstein. ¡°Es una oportunidad ¨²nica para disfrutar del museo, sin estorbo¡±, comenta la artista. Este Prado desierto ha sido un fogonazo casual, una visi¨®n irreal.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.