Otto Skorzeny y Lawrence de Arabia, extra?a pareja
Una biograf¨ªa y un documental arrojan nueva informaci¨®n sobre el famoso jefe de comandos de Hitler y rescatador de Mussolini
De las novedades sobre la vida de Otto Skorzeny (Viena, 1908-Madrid, 1975), el famoso jefe de los comandos de Hitler que liber¨® a Mussolini en el Gran Sasso en 1943, lo que m¨¢s me ha sorprendido es que su libro favorito fuera Los siete pilares de la sabidur¨ªa, la gran obra de T. E. Lawrence, Lawrence de Arabia. No porque el teniente coronel de las Waffen SS y el coronel de las dunas no tuvieran algunos puntos en com¨²n como hombres de acci¨®n ¨Cliberar duces o tomar aqabas- sino porque me cuesta imaginar al m¨¢s bien poco sutil Skorzeny abismado en la gran aventura de introspecci¨®n, dolor existencial, amargura, soledad y sentimiento de derrota que plasm¨® Lawrence en su hermos¨ªsimo y conmovedor libro. Por no hablar de que en Deraa el grandull¨®n comando austriaco le hubiera soltado dos hostias al sodomita bey turco. Cualquiera trataba de beneficiarse a Skorzeny, que pesaba cien kilos, med¨ªa 1,94 metros (casco de acero aparte) y luc¨ªa las intimidantes cicatrices del Mensur, la esgrima de las fraternidades universitarias, que le ganaron el apodo de Caracortada-. Probablemente Skorzeny se saltaba p¨¢ginas de Los siete pilares de la sabidur¨ªa. La verdad es que lo imagino m¨¢s leyendo Odessa.
El dato sobre los gustos literarios del rescatador de Mussolini, secuestrador del hijo de Horthy y art¨ªfice de la operaci¨®n Greif, en la que sus comandos se disfrazaron de soldados estadounidenses para crear caos en la batalla de las Ardenas, lo he sacado de la ¨²ltima biograf¨ªa sobre el personaje, Otto Skorzeny, the devil¡¯s disciple, de Stuar Smith (Osprey, 2018). Smith apunta que Skorzeny llevaba una copia del libro de Lawrence en la mochila durante la invasi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que nuestro hombre hizo integrado en la divisi¨®n Das Reich de las SS, unidad poco proclive a la lectura m¨¢s all¨¢ del Mein Kampf y Los protocolos de los sabios de Si¨®n.
Seg¨²n el bi¨®grafo, el de Lawrence es uno de los pocos libros que se sabe que influyeron en la formaci¨®n intelectual de Skorzeny, aunque el propio bi¨®grafo se pregunta qu¨¦ pod¨ªa atraer al hiperactivo SS del complejo, torturado y culto Lawrence. En todo caso, el ejemplar lo perdi¨® en la campa?a de Rusia, donde fue herido ¨Ces tentador pensar que mientras iba leyendo, pero lo dudo-. Tambi¨¦n gan¨® la Cruz de Hierro de segunda clase por recobrar un veh¨ªculo averiado bajo el fuego enemigo. Dec¨ªa que esta, la de la querencia por el libro de Lawrence, es una de las novedades sobre Skorzeny. La biograf¨ªa de Smith aporta otras m¨¢s siniestras, como su m¨¢s que posible participaci¨®n en la destrucci¨®n de sinagogas en Viena durante la Kristallnacht, la relaci¨®n con Eichmann o la sospecha de que pudiera haber estado involucrado en pruebas de armamento con prisioneros del campo de Sachsenhausen. Por supuesto nada de eso sal¨ªa en sus alegres memorias de guerra que le¨ªamos tan ricamente en su momento (i. e. Misiones secretas, Destino, 1950). Tampoco que Skorzeny se apoder¨® de la operaci¨®n de liberaci¨®n de Mussolini, que era de los paracaidistas y no de las SS y puso en juego la vida del Duce al obstinarse en subirse a la avioneta del rescate en la que solo cab¨ªan el piloto y el ilustre pasajero.
Otras novedades sobre Skorzeny han venido de la mano del documental realizado por Pedro de Echave y Pablo Azor¨ªn (El hombre m¨¢s peligroso de Europa, Otto Skorzeny en Espa?a) y en el que intervienen, entre otros, el propio Stuart Smith, la novelista Almudena Grandes, que utiliz¨® al SS como personaje en Los pacientes del doctor Garc¨ªa (Tusquets, 2017), el albacea de su archivo, Luis Maria Pardo (la viuda de Skorzeny cedi¨® el fondo a la familia Pardo), el profesor Joan Buades o el ex mayor estadounidense e historiador Ralph P. Ganis, que lo adquiri¨® y lo investiga y es autor de The Skorzeny papers (Hot Books, 2018), donde trata de vincular al personaje al asesinato del presidente Kennedy, lo que quiz¨¢ es cargar demasiado las tintas.
Precisamente el archivo de Skorzeny, con dos millares de documentos, incluidas numerosas bobinas de pel¨ªcula y su agenda personal (en la que figura gente tan poco recomendable como Hanna Reitsch, Leni Riefenstahl, Arno Breker, Otto G¨¹nsche o Hans Baur), es un pilar central del documental, que se proyect¨® el martes en la Filmoteca de Catalu?a -cuyo director, Esteve Riambau, mencion¨® una relaci¨®n Skorzeny-Orson Welles v¨ªa Mister Arkadin-y podr¨¢ verse en La 2 y en IB3 el s¨¢bado. Aparece incluso una carta muy simp¨¢tica (¡°quedo como siempre buen amigo suyo¡±) que le dirigi¨® Manuel Fraga Iribarne. En la cinta -aunque no en la agenda, eh-, aparezco brevemente yo, sin m¨¢s m¨¦rito que mi inter¨¦s de siempre por Skorzeny y el peregrino hecho de que lo hubiera conocido mi padre. El documental sigue la vida del comando favorito de Hitler saltando de la ¨¦poca de la II Guerra Mundial a la de su refugio en Espa?a, protegido por el r¨¦gimen de Franco, jaleado como h¨¦roe por la ultraderecha y donde se granje¨® fama de vividor y celebrity avant la lettrre, como dice Almudena Grandes . De la primera parte faltan algunas cosas como su alianza con la aviadora Reitch para el programa de pilotos suicidas, el intento de su unidad de destruir el puente de Remagen con submarinistas o su participaci¨®n en el fantasmag¨®rico plan de resistencia del Werewolf, pero es que era muy dif¨ªcil meterlo todo. Tampoco est¨¢ su aportaci¨®n al aplastamiento de la operaci¨®n Valkiria tras el atentado del 20 de julio de 1944. En cuanto a su vida posterior a la guerra, el documental, que trata su vinculaci¨®n con las redes de fuga de nazis, enfatiza su perfil de emprendedor empresario, capaz de comerciar y traficar con lo que fuera, desde armas a abrigos de vis¨®n, y su papel de conseguidor e intermediario entre las empresas alemanas y los gobiernos espa?ol y estadounidense, una actividad que le hizo rico. Tambi¨¦n su oscura colaboraci¨®n con el Mossad israel¨ª para, a cambio de inmunidad vitalicia, ayudar a conjurar el peligro de la coheter¨ªa de que se quer¨ªa dotar Nasser con la ayuda de expertos alemanes ex nazis.
El documental, con im¨¢genes tan elocuentes como las fotos en que lo muestran en festiva camarader¨ªa con el jefe de la Gestapo de Lyon y torturador de Jean Moulin Klaus Barbie travestidos de mujer ambos (curiosa versi¨®n del carnaval de las Ardenas), presenta a Skorzeny, salvado por la Guerra Fr¨ªa, como un hombre interesante, sin duda, pero un tipo pagado de s¨ª mismo, chulesco y prepotente (impagable su guerra con los vecinos de Alcudia, donde compr¨® una casa y trat¨® de vetar el acceso a la playa), por no hablar de que nunca conden¨® el Holocausto, del que es muy improbable que no supiera nada dadas su posici¨®n en el r¨¦gimen y su amistad con gente como Ernst Kaltenbrunner. Del alto concepto que ten¨ªa de s¨ª mismo da fe el que tratase de que le produjesen en Hollywood un gui¨®n propio sobre sus haza?as. Varios testimonios son demoledores. Empezando por el del bi¨®grafo Stuart Smith, que lo considera ¡°el maestro del farol¡±, siguiendo por el de Almudena Grandes (que lo califica de nazi impenitente, en contacto ¡±con la hez de la hez¡±), y culminando con el del cazanazis Efraim Zuroff, del centro Simon Wiesenthal de Jerusal¨¦n: ¡°?Qu¨¦ pienso de Otto Skorzeny? Que era un pedazo de mierda¡±.
Muri¨® de c¨¢ncer en su casa del Viso en julio de 1975, fue incinerado en la Almudena y el entierro de sus cenizas en el pante¨®n familiar en el cementerio de D?bling, Viena, vio, como recalca Smith, el mayor n¨²mero de brazos en alto desde el final de la II Guerra Mundial.
Convienen los investigadores queda a¨²n mucho por esclarecer de Otto Skorzeny, pero visto lo visto, seguro que no va a ser nada bueno.
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