El negocio de controlar nuestras mentes
El acad¨¦mico y ensayista Tim Wu reconstruye en ¡®Comerciantes de la atenci¨®n¡¯ la historia de la publicidad y la propaganda, que ha desembocado en la distracci¨®n permanente de nuestra era
Se sent¨® frente al ordenador dispuesto a contestar un correo. Pasaron ¡ªo m¨¢s bien volaron¡ª tres horas sin que lo hiciera y acab¨® pregunt¨¢ndose qu¨¦ hab¨ªa sucedido. Cuenta el catedr¨¢tico de Derecho de la Universidad de Columbia, experto en medios y tecnolog¨ªa y especializado en legislaci¨®n antimonopolio, Tim Wu (Washington, 47 a?os), que de aquella tarde malgastada acab¨® saliendo su ensayo Comerciantes de atenci¨®n. La lucha ¨¦pica por entrar en nuestra cabeza (Capit¨¢n Swing). ¡°Muchos sentimos que hemos perdido el control de nuestras vidas, francamente. Vivir como uno quiere tiene mucho que ver con mantener el control de tu atenci¨®n y tu tiempo. La idea de que con fuerza de voluntad puedes luchar contra el ambiente que te rodea, es optimista al punto de rozar lo imposible¡±, apuntaba el pasado 12 de marzo. ¡°Somos como lud¨®patas en un casino o exalcoh¨®licos pensando que podemos beber una sola copa: perdemos el control y hacemos cosas que no queremos¡±. A Wu le preocupaba c¨®mo se ha convertido en mercanc¨ªa nuestra vida, "tanto que hablar con un amigo ha pasado a ser un modelo de negocio para las redes sociales¡±.
En su ensayo, este hijo de madre brit¨¢nica y padre taiwan¨¦s, ambos inmun¨®logos, criado en Canad¨¢ y formado como abogado en Harvard, rebobina y cuenta la historia de la publicidad, y la de eso que J¨¹rgen Habermas bautiz¨® como la esfera p¨²blica, algo que hoy est¨¢ ¡°totalmente fragmentado¡± y donde ¡°no se logra resolver ning¨²n debate, ni siquiera el del cambio clim¨¢tico¡±. Su libro tambi¨¦n aborda la propaganda moderna ¡ªcuyo nacimiento ¨¦l sit¨²a en los carteles de alistamiento de la I Guerra Mundial¡ª y desemboca en Internet, los microfamosos, la cuarta pantalla o los ciberanzuelos.
Carism¨¢tico y medi¨¢tico, este profesor, columnista habitual en The New York Times, sabe bien de lo que habla: ha compaginado su carrera acad¨¦mica con el servicio p¨²blico, trabajando en la oficina del fiscal de Nueva York y m¨¢s adelante como asesor en asuntos de competencia en la Casa Blanca de Obama, y tambi¨¦n pas¨® una temporada en Silicon Valley empleado en m¨¢rketing y publicidad. ¡°Eso afect¨® mi manera de pensar. Una de las cosas que aprend¨ª es que la atenci¨®n es un bien escaso: nadie escucha nada, tienes que repetir mil veces algo para que cale m¨ªnimamente en la gente. Muchos no se dan cuenta de la cantidad de informaci¨®n que es ignorada; la mayor¨ªa de las cosas pasan desapercibidas¡±, se?alaba en su despacho donde luce un escritorio de los sesenta que parece sacado de la serie sobre los publicitarios de Madison Avenue, Mad Men, y una placa que trajo de casa de su abuelo en Taiwan.
?Qu¨¦ pas¨® con el idealismo que guio los principios de Internet? ¡°Lo hicimos saltar por los aires. Se pensaba que cuando la humanidad se pudiera comunicar se superar¨ªan las diferencias, pero quisimos tenerlo todo y fuimos ciegos ante el coraz¨®n capitalista de la empresa¡±, reflexiona. ¡°Cuando Google y Facebook pasaron a ser empresas de anuncios ganaron mucho dinero y todos los dem¨¢s tambi¨¦n quisieron ser multimillonarios. Adem¨¢s, los ideales del principio no se institucionalizaron, no se construy¨® nada para fijarlos. La ¨²nica excepci¨®n es Wikipedia, que es lo que Internet pudo haber sido y debi¨® ser¡±. Wu tambi¨¦n se?al¨® a c¨®mo los grandes gigantes pudieron haberse constituido en entidades sin ¨¢nimo de lucro, pero este plan se top¨® con lo que calific¨® de ¡°agujero negro estadounidense¡±, ese dar ¡°rienda suelta al capitalismo¡± y confiar en que las cosas saldr¨¢n bien o se arreglar¨¢n m¨¢s adelante.
Durante sus a?os en la Casa Blanca se frustr¨®. ¡°Hacia el final, miramos a la econom¨ªa y nos preguntamos si la hab¨ªamos inflado. Salvamos la crisis, pero no hicimos un buen trabajo a la hora de frenar la concentraci¨®n empresarial y la desigualdad¡±. Integrante del grupo de acad¨¦micos y expertos conocidos como los ¡°nuevos brande¨ªstas¡± (herederos intelectuales del juez Louise Brandeis, campe¨®n de la causa antimonopolio), hoy Wu aboga por fragmentar a los cuatro grandes (Amazon, Google, Facebook y Apple) e imponer una legislaci¨®n antimonopolio acorde con los tiempos, ideas que influyeron el programa de la candidata dem¨®crata, que ya sali¨® de la carrera, Elizabeth Warren. Y Wu carg¨® con fuerza contra el papel que Facebook vuelve a jugar en la campa?a presidencial de 2020. ¡°Una de las cosas que me gusta de la UE es que a veces proh¨ªbe cosas¡±, argumentaba. ¡°EE UU no est¨¢ tratando con seriedad los problemas que las redes causan en las elecciones¡±. ?La pol¨ªtica capta demasiado o demasiado poco la atenci¨®n del p¨²blico? ¡°Ambas cosas¡±, respond¨ªa y a?ad¨ªa que la mezcla de pol¨ªtica y entretenimiento es un ¡°desastre¡±, que empuja a una cobertura de la pol¨ªtica como la que se hace de las estrellas. ¡°Adem¨¢s, todo acaba reducido a una especie de competici¨®n deportiva en la que la ¨²nica pregunta es c¨®mo van los nuestros, si ganan o pierden¡±, apuntaba. ¡°Incluso enfrent¨¢ndonos a un virus, al principio, la mitad de la conversaci¨®n giraba en torno a si esto es bueno o malo para Trump. Es una locura que eso sea el filtro para interpretar el mundo. Todo se vuelve muy tribal¡±.
Una de las cosas que me gusta de la UE es que a veces proh¨ªbe cosas. EE UU no est¨¢ tratando con seriedad los problemas que las redes causan en las eleccionesTim Wu
De vuelta al mundo de la atenci¨®n que nos es robada desde todos los frentes, el profesor observa en Trump una capacidad extraordinaria para atrapar al p¨²blico. ¡°Es el rey de los hackers de la atenci¨®n. Se mete dentro de la cabeza de la gente. Es un showman nato. Como los propagandistas m¨¢s exitosos, tiene unos mensajes muy, muy, muy sencillos que conectan muy bien, que repite infinidad de veces de forma machacona. El coronavirus es lo ¨²nico que le est¨¢ volviendo loco, porque esta vez no logra cambiar la historia y dar un giro al guion¡±, opina.
Wu prepara un nuevo libro en el que defiende que hoy no se trata de luchar por la libertad de expresi¨®n sino por mantenernos libres de propaganda. Acababa de impartir, la misma tarde en que se celebr¨® la entrevista, la primera clase telem¨¢tica tras anunciarse el fin de toda actividad presencial en el campus, y comentaba que ahora que llegaba ¡°la viralidad de verdad¡±, dudaba que este t¨¦rmino volviera a ser usado de forma casual, como cuando se dice que una noticia o meme se volvi¨® ¡°viral¡±. Reflexionaba tambi¨¦n sobre c¨®mo el coronavirus est¨¢ parad¨®jicamente impulsando a¨²n m¨¢s el ciberespacio: ¡°Estamos en una especie de extra?o test para ver cu¨¢n completo es el mundo virtual que construimos. En la gripe de 1918 te pon¨ªan en cuarentena y realmente lo estabas, ahora la idea es que estemos aislados, pero conectados¡±.
Wu se despidi¨® vaticinando que ser¨ªa uno de los ¨²ltimos encuentros cara a cara, y que en unos d¨ªas nada de eso ser¨ªa ya posible. Por correo electr¨®nico, una semana m¨¢s tarde, seg¨²n avanza la crisis, a?ade: ¡°Al final Trump si ha logrado convertirse en el centro de atenci¨®n, meti¨¦ndose en peleas con todo el mundo, cambiando su postura cada semana, y convirtiendo sus comparecencias diarias en telerrealidad. ??ngela Merkel no puede competir!¡±
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