Muere Lee Konitz, legendario e influyente m¨²sico de jazz
El saxofonista, uno de los m¨¢s grandes improvisadores de la historia, protagoniz¨® una carrera intachable durante m¨¢s de siete d¨¦cadas
El saxofonista y compositor Lee Konitz, uno de los m¨¢s importantes y originales creadores de la historia del jazz, falleci¨® ayer 15 de abril en el hospital Lenox Hill de Nueva York a consecuencia de complicaciones en una neumon¨ªa provocada por la covid-19. Ten¨ªa 92 a?os.
La expresi¨®n popular ¡°con ¨¦l rompieron el molde¡± se ajusta a la perfecci¨®n a la figura de Lee Konitz: esp¨ªritu inquebrantable del compromiso total con la improvisaci¨®n en el jazz, eterno buscador de la melod¨ªa y de frases originales, y ejemplo constante de independencia y car¨¢cter. Jazzistas hay muchos, Lee Konitz, solo uno.
Desde poco despu¨¦s de sus inicios, marcados por su presencia en diferentes ¨¢mbitos de la etiqueta acu?ada y popularizada como cool jazz, su trayectoria se mantuvo paralela al devenir del jazz, sus modas y sus corrientes. A partir de los a?os sesenta, su carrera puede ser considerada una especie de itinerario unipersonal, basado en la ¨¦tica interpretativa del saxofonista y en su incesante capacidad para crear un discurso nuevo a partir de premisas relativamente ortodoxas.
Konitz fue un m¨²sico extremadamente personal, capaz de extraer nuevas ideas de cualquier tema por muchas veces que lo hubiera tocado. Escucharlo improvisar sobre piezas que grab¨® innumerables veces, desde standards como Stella By Starlight, Lover Man o What¡¯s New a composiciones propias como Palo Alto o Subconscious-Lee, siempre es una experiencia musical renovada. Fuese en el contexto que fuese (desde sus diferentes nonetos al formato en d¨²o, del que era un aut¨¦ntico maestro) su creatividad era torrencial e inagotable: en 1974, por ejemplo, grab¨® una improvisaci¨®n sin acompa?amiento sobre el standard The Song Is You durante casi 40 minutos para su ¨¢lbum Lone-Lee, sin extravagancias ni efectismos; solo ideas mel¨®dicas y desarrollo cabal.
Con m¨¢s de 70 a?os de carrera a sus espaldas, todos ellos en activo y a pleno rendimiento, Konitz era uno de los pocos supervivientes de esa era dorada del jazz que se inaugur¨® en los a?os cuarenta con el be-bop. Ya desde sus primeras grabaciones a finales de esa d¨¦cada, con Miles Davis, Lennie Tristano o sus propios grupos, se posicion¨® como uno de los pocos saxofonistas altos ¡ªy sin duda el m¨¢s personal¡ª que escap¨® de la omnipresente influencia de Charlie Parker. Supo construir un sonido y discurso propio, creando una escuela que lo convirti¨®, a su vez, en otro de los saxofonistas m¨¢s influyentes de la historia del jazz.
Nacido en Chicago en 1927, Konitz toc¨® el clarinete y el saxo tenor en sus primeros a?os, antes de consagrarse al saxo alto. A mediados de los cuarenta conoci¨® a su mentor Lennie Tristano, y tras alg¨²n tiempo en la orquesta de Claude Thornhill march¨® a Nueva York, en donde participar¨ªa, en 1949, en dos importantes grabaciones: las del noneto de Miles Davis que conformar¨ªan el ¨¢lbum Birth Of The Cool y las piezas Crosscurrent e Intuition, de Tristano, obras seminales de la improvisaci¨®n libre.
Ya en los a?os cincuenta, toc¨® en la orquesta de Stan Kenton y enseguida activ¨® una prol¨ªfica carrera como l¨ªder, y tambi¨¦n mano a mano con otros m¨²sicos afines como Gerry Mulligan, Jimmy Giuffre y, muy especialmente, el saxofonista Warne Marsh, perfecto partenaire musical de Konitz. En 1961 se publica uno de sus ¨¢lbumes m¨¢s importantes, Motion: un tour de force, interpretativo en directo en tr¨ªo con el contrabajista Sonny Dallas y el baterista de John Coltrane, Elvin Jones.
Konitz, que hab¨ªa visitado Europa en diferentes ocasiones en los a?os 50, intensificar¨ªa su presencia en el viejo continente a partir de los 60, una d¨¦cada en la que se concentrar¨ªa particularmente en la ense?anza, sin dejar de grabar espor¨¢dicamente. A mediados de los 70 emprende una actividad discogr¨¢fica muy intensa, cultivando todo tipo de formatos con diferentes m¨²sicos a ambos lados del Atl¨¢ntico, incluyendo su reencuentro con Warne Marsh y diferentes versiones de su noneto, formato al que volver¨ªa habitualmente a lo largo de su carrera.
Esta actividad se mantiene hasta el final de su vida: Konitz sigui¨® grabando, creando improvisaciones nuevas y yendo de un sitio a otro con su saxo alto hasta hace bien poco, construyendo una discograf¨ªa que sobrepasa los 150 ¨¢lbumes (y esto solo contando sus registros como l¨ªder). Hasta en la ¨²ltima d¨¦cada, con su capacidad f¨ªsica inevitablemente mermada por la edad, supo mantener un discurso fresco y creativo, incluso tocando una y otra vez el mismo pu?ado de standards.
Con la muerte de Konitz se va uno de los ¨²ltimos bastiones que quedaban de las eras doradas del jazz. Y uno de los m¨¢s importantes de la historia del g¨¦nero, porque su ejemplar compromiso con la creaci¨®n, sin concesiones ni titubeos, hizo de ¨¦l un m¨²sico irreemplazable. Con ¨¦l, sin duda, rompieron el molde.
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