Muere Astrid Kirchherr, la chica bohemia de Hamburgo que ayud¨® a definir la imagen de los Beatles
Fue la autora de las primeras grandes fotos de la banda, a la que moderniz¨® discretamente
Astrid Kirchherr, la amiga de los Beatles durante sus estancias en Hamburgo, falleci¨® el martes 12 en su ciudad natal, tras ¡°una enfermedad corta y seria¡±. Kirchherr, que estaba a punto de cumplir 82 a?os, retrat¨® a los Beatles en sus primeras fotograf¨ªas de calidad y sugiri¨® que cambiaran su peinado y vestuario. Mantuvo una intensa relaci¨®n con su primer bajista, Stu Sutcliffe, que falleci¨® en Hamburgo en 1962.
La historia de los Beatles se suele narrar como un drama, especialmente ahora, con los 50 a?os de su agria fragmentaci¨®n. Pero la cr¨®nica comienza como un bildungsroman: la salida al mundo de unos chavales de Liverpool, su aprendizaje musical y vital, su ingreso en la edad adulta (recuerden que George Harrison todav¨ªa era menor de edad).
Intenten imaginar el shock: imbuidos del triunfalismo de hijos de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, llegan al pa¨ªs derrotado y descubren que Hamburgo, d¨®nde van a tocar siete d¨ªas a la semana, es una pujante urbe comercial, sin rastros de la destrucci¨®n b¨¦lica, mientras su lugar de origen, Liverpool, sufre la decadencia econ¨®mica y todav¨ªa conserva las cicatrices de los bombardeos de la Luftwaffe.
En 1960, Hamburgo es famosa como ciudad tolerante con ¡°el vicio¡±: los inglesitos descubren el sexo f¨¢cil y las drogas (anfetaminas y, sobre todo, el estimulante Preludin). Todo ayuda: su contrato les obliga a tocar muchas horas cada noche. Adquieren as¨ª unos recursos envidiables: un repertorio amplio, cintura para improvisar, capacidad para embaucar al p¨²blico.
Lo m¨¢s importante: la apertura de horizontes mentales. Aunque act¨²an en locales canallas, atraen la atenci¨®n de j¨®venes bohemios, entonces conocidos como ¡°exis¡± (de ¡°existencialistas¡±). Entre ellos brilla Astrid Kirchherr, estudiante de dise?o pasada a la fotograf¨ªa. Se produce un discreto intercambio est¨¦tico y cultural. Los hamburgueses vibran con el rock & roll tocado al estilo Mersey por unos mozos que van de duros, con indumentaria de rockers.
Es Astrid qui¨¦n capta a esos Beatles arrogantes en una plaza de Hamburgo. Advierte la distancia entre la dureza jer¨¢rquica de John Lennon y la sensibilidad de Stuart Sutcliffe, con quien inicia una relaci¨®n amorosa. Stu es el primero en abandonar la gomina y dejarse una melena que cubre la frente, en un corte coloquialmente denominado ¡°mop top¡± (fregona). Sabe que no es un gran m¨²sico; inspirado por su novia recupera su antigua devoci¨®n por la pintura. En 1961, consigue una plaza en la Escuela de Arte de Hamburgo, donde ense?a Eduardo Paolozzi, pionero del pop art brit¨¢nico, que alienta los esfuerzos de su nuevo alumno.
La marcha de Stu es asumida con normalidad por los Beatles, todav¨ªa en proceso de consolidaci¨®n. Adem¨¢s, comprueban la felicidad de Stu, que se siente estimulado por el ambiente acad¨¦mico. Los ¨²nicos nubarrones son unos terribles dolores de cabeza, con ocasionales p¨¦rdidas de visi¨®n. Los m¨¦dicos no localizan la ra¨ªz de sus problemas. Sigue desmay¨¢ndose y, en abril de 1962, muere por una hemorragia cerebral en la ambulancia que le lleva a un hospital; quiz¨¢s el resultado de una fractura tras una pelea en Liverpool, en compa?¨ªa del bronquista Lennon.
Esta es la leyenda de Stu y Astrid, que seguramente les suene por la pel¨ªcula Backbeat (1994) y los abundantes documentales y libros sobre la pareja. No crean, sin embargo, que ella ejerci¨® de viuda dolorosa. Con su habitual generosidad, fue repartiendo las fotos del difunto. Tambi¨¦n regal¨® a Lennon las cartas enviadas desde Liverpool por Stu (t¨ªpicamente, John las extravi¨® en el vendaval de la beatleman¨ªa).
Astrid se cas¨® un par de veces y fue rodando por diferentes trabajos. No lleg¨® a consolidarse como fot¨®grafa profesional debido, seg¨²n ella, al machismo ambiental y a su supuesta especializaci¨®n: ¡°pod¨ªa vender cualquier instant¨¢nea desenfocada de los Beatles pero no quer¨ªan saber nada del resto de mi trabajo¡±. Solo en los a?os noventa, cuando abri¨® una tienda de fotograf¨ªa, se dedic¨® a reconstruir su archivo, reclamar el copyright y rematar trabajos inacabados, como su reportaje sobre el Mersey beat, publicado en libro como Liverpool days.
Pero ser¨¢ recordada por aquellas im¨¢genes de Hamburgo. George Harrison, su principal valedor dentro del grupo, lo explic¨® sucintamente: ¡°con las fotos de Astrid nos vimos guapos, poderosos; pod¨ªamos enfrentarnos con el mundo y, tal vez, ganar.¡±
Babelia
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