Una novelista en el hurac¨¢n del MeToo
Mary Gaitskill da voz en ¡®Esto es placer¡¯ a los hombres acusados de abusos y a las mujeres que sintieron ambivalencia ante la ola de denuncias


En el arranque de Esto es placer (Literatura Random House) Margot confiesa que ha dejado de hacerle gracia la vieja an¨¦cdota, con la que ella y su marido hab¨ªan re¨ªdo en tantas ocasiones, sobre su amigo Quin, un seductor y brillante editor brit¨¢nico afincado en Nueva York. Sofisticado, intenso y provocador, siempre al l¨ªmite, Quin y su buena amiga Margot alternan sus voces en la narraci¨®n de su estruendosa ca¨ªda en desgracia por las denuncias de abusos que una serie de mujeres han presentado contra ¨¦l. La escritora Mary Gaitskill (Kentucky, 65 a?os) se coloc¨® en el ojo del hurac¨¢n del MeToo y en apenas un centenar de p¨¢ginas ¡ªen lo que le gusta definir m¨¢s como cuento que como nouvelle¡ª, no es que pusiera el dedo en la llaga, sino que se meti¨® en la herida con un afilado bistur¨ª. Sin que la temblara el pulso ha construido un memorable relato cargado de matices, grises y controversia.
La gente en blogs y chats, habla como si nunca hubieran hecho en sus vidas nada desconsideradoMary Gaitskill
Empez¨® con Esto es placer a principios de 2018; hab¨ªa pasado un tiempo en Chicago con su madre muy enferma y se hab¨ªa perdido el arranque del tsunami de denuncias. ¡°Cuando llegu¨¦ a Nueva York vi que la mierda realmente hab¨ªa llegado al ventilador. Un amigo perdi¨® su trabajo, y despu¨¦s a su mujer, al ser acusado por el MeToo. Yo no ten¨ªa ninguna duda de que se hab¨ªa propasado, lo hab¨ªa visto, pero no pensaba que hab¨ªa sido algo tan extremo. Ten¨ªa sentimientos encontrados¡±, explicaba en videoconferencia el jueves. En su libro decidi¨® dar voz, desde la ficci¨®n, a quienes menos se escuchaba en aquel momento: los hombres acusados, y las mujeres que sent¨ªan cierta ambivalencia respecto del MeToo.
Si un tipo expresa su deseo y dices que no y no hace caso es un ataqueMary Gaitskill
Cuando saltaron las primeras denuncias, no faltaron voces que llamaban a todos, hombres y mujeres, a hacer balance y evaluar su responsabilidad en los abusos perpetrados. ?La respuesta de Gaitskill fue este libro? ¡°Algunos lectores piensan que el personaje de Margot es demasiado permisiva, yo no lo creo, es muy cr¨ªtica y le echa muchas charlas a Quin. Un facilitador es alguien que no solo trata de ignorar el abuso, sino que de hecho ayuda a que ocurra como sucedi¨® con la amiga de Jeffrey Epstein que le buscaba ni?as. ?l por cierto, hizo algo criminal, mientras que el protagonista de mi libro lo que hace puede ser a menudo detestable, manipulador y grosero, pero no delito¡±. La escritora, contenta con la recepci¨®n del libro, se refiere durante la videollamada a la diferencia entre un delito judicial y un crimen social, y a la idoneidad o no de determinada conducta. ¡°No quer¨ªa que hubiera villanos en el libro porque no me interesan. Mira, uno de los personajes acusa a Quin, y claramente le usa pero tengo simpat¨ªa por ella, cae bajo el embrujo de ¨¦l y fueron amigos, ¨¦l no se equivoca, pero luego se siente est¨²pida y rechazada¡±, se?ala. ¡°Se deja llevar a un terreno sin darle importancia y entiendo su incomodidad m¨¢s adelante. No es una villana pero ¨¦l tampoco, porque ella entr¨® al juego¡±.
A Gaitskill le sorprende lo tajante de algunas opiniones. ¡°La gente en blogs y chats, habla como si nunca jam¨¢s hubieran hecho nada desconsiderado. Cuando salt¨® el MeToo le dije a alguien que si esto iba de tratar de castigar a los que se han comportado como capullos ?pues eso ser¨ªa un mont¨®n de gente! Todos en un momento o en otro se han comportado de una forma grosera. Yo esperaba hasta que me acusaran a m¨ª de acoso¡±, apunta, antes de a?adir que nunca ha tenido nada con ning¨²n alumno, pero alguna vez les ha abrazado, y ¡°a veces he hecho comentarios, no de flirteo, pero s¨ª con connotaciones sexuales¡±.
Recuerda la escritora que una vez brome¨® sobre las bonitas piernas de una alumna: al final de la clase le pregunt¨® si ten¨ªa algo m¨¢s que decir y, al responder ella que no, Gaitskill le dijo que, al fin y al cabo, sus piernas hablaban por ella. ¡°Todos se rieron. No hab¨ªa mala intenci¨®n pero ?puede salir y decir que la acos¨¦ en clase?¡±, se pregunta. ¡°Si se lo hubiera dicho de una determinada manera o criticara siempre su trabajo, podr¨ªa haber sido algo francamente desagradable y ofensivo. No se ofendi¨® porque ese no era el caso y lo dije de una forma ligera y juguetona¡±. Pero todo es susceptible de ser sacado de contexto, el contexto puede cambiar, la interpretaci¨®n y percepci¨®n tambi¨¦n, lo que hoy te hace gracia ma?ana ya no, y de todo esto escribe en Esto es placer. ¡°Distinta gente tiene posturas diferentes sobre lo que es aceptable y lo que no, y es parte de lo que creo que hace que la vida sea interesante¡±, reflexiona y sonr¨ªe.
La devaluaci¨®n de la mujer toma formas mucho m¨¢s sutiles que el sexoMary Gaitskill
Desde que se estren¨® en las librer¨ªas con Mal comportamiento en los ochenta, en novelas como Ver¨®nica ¡ªque ser¨¢ pr¨®ximamente reeditada¡ª y relatos como el que inspir¨® la pel¨ªcula Secretary, Gaitskill no ha temido nunca llevar la contraria y meter su pluma en asuntos escabrosos para demostrar que ah¨ª se puede hacer buena literatura. El sexo, el poder, la sumisi¨®n, la belleza, los excesos o la envidia han sido asuntos que ha tratado, esquivando clich¨¦s y respuestas sencillas. Sorprende verla al otro lado de la pantalla con gafas y una modosa camisa de algod¨®n con bordados, en una habitaci¨®n con muros blancos que ofrece pocas pistas sobre ella.
Gaitskill cuenta que intu¨ªa el MeToo. ¡°Pas¨¦ unos a?os separada de mi marido, viviendo sola en Nueva York, y vi lo mal que se trataba a las mujeres. Era peor que cuando yo era joven. Hab¨ªa habido feminismo y las cosas supuestamente eran m¨¢s igualitarias, y pensaba ?pero qu¨¦ es esto, mujeres inteligentes haciendo lo imposible por complacer a hombres que se portan horrible, en plan pasivo agresivo?¡±, se?ala. Para su sorpresa, luego, cuando llegaron las denuncias aquello le pareci¨® tambi¨¦n ¡°fuera de foco¡±, le surgieron dudas, objeciones. ¡°No me gusta ver el sexo demonizado. Si un hombre expresa su deseo y le dices que no y no hace caso, o te da un beso a la fuerza, eso es cruzar la l¨ªnea y es un ataque sexual, me da igual que no haya violaci¨®n propiamente, porque lo que ha hecho es perder el respeto. Pero me parece equivocado el ¨¦nfasis en la pulsi¨®n sexual. La devaluaci¨®n de la mujer toma muchas formas m¨¢s sutiles, hay cosas m¨¢s amorfas a trav¨¦s de las que se las empeque?ece y desprecia, que no tienen que ver con el sexo¡±.
No ser v¨ªctima
La escritora no tiene duda de que Trump forma parte de la ecuaci¨®n del MeToo ¡ª ¡°la gente se siente frustrada y asustada y por eso hay menos margen para los matices; en el libro Quin dice si no puedes ir por el rey ve por el buf¨®n¡±¡ª. Tambi¨¦n siente que tiene una actitud distinta sobre el acoso respecto a mujeres m¨¢s j¨®venes. ¡°?Deber¨ªa sentirme terriblemente ofendida porque un tipo trat¨® de agarrarme o tocarme de determinada manera? No lo s¨¦, y quiz¨¢ mi postura prueba una falta de autoestima. Pero si no dices: ¡®?Para!¡¯, ?c¨®mo esperas que sepa que no te gusta? Entiendo que puedes quedarte congelada, en shock, a m¨ª me ha pasado de joven, pero no puedes dejarlo ah¨ª¡±.
Las acusaciones contra algunos hombres han sido correctas y, otras veces, las mujeres han ido demasiado lejosMary Gaitskill
Sobre el revisionismo y las relecturas que surgieron a partir del MeToo, la novelista tampoco duda en se?alar que prefiere que los hombres expresen su misoginia en literatura a que lo hagan en la vida real o a que sus colegas se autocensuren al escribir. ¡°Mientras lo hagan de una manera art¨ªstica y no sea un simple v¨®mito me interesa. Me gustar¨ªa que las mujeres tambi¨¦n lo hicieran, que no sintieran que tienen que agradar, que algunas veces hablaran de si sienten asco por el tipo que tienen al lado¡±.
En los 90 la escritora public¨® un ensayo autobiogr¨¢fico en Harper¡¯s hablando de abusos titulado Sobre c¨®mo no ser v¨ªctima. Ahora, quiso entrar en el tema desde la ficci¨®n, ?por qu¨¦? ¡°No he escrito un art¨ªculo sobre el MeToo porque es algo tan grande y hay tanta gente metida y todas las situaciones son distintas. Las acusaciones contra algunos hombres han sido totalmente correctas y ellos han sido castigados como deb¨ªan y, otras veces, las mujeres han ido demasiado lejos y han usado el MeToo para ganar poder. Pero todo est¨¢ bajo el mismo paraguas. En un relato puedes fijarte en un caso muy concreto y mirarlo con todo detalle¡±. No le import¨® a Gaitskill que el material de su ficci¨®n estuviera hirviendo: ella no cree en esa regla de que hay que esperar 60 a?os para escribir sobre un acontecimiento hist¨®rico, ni siquiera tiene claro que, transcurrido ese tiempo, alguien vaya a escribir sobre la ola del MeToo. ?Su amigo, que en la vida real perdi¨® empleo y esposa, ley¨® el relato? ¡°S¨ª, no le gust¨® todo, pero me apoy¨®¡±.
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