Ocho historias sobrecogedoras de la Albania de Hoxha, el pa¨ªs del mill¨®n de b¨²nkeres
Margo Rejmer recupera en ¡®Barro m¨¢s dulce que la miel¡¯ la voz de las v¨ªctimas y los verdugos de un r¨¦gimen que aisl¨® el pa¨ªs y lo hundi¨® en la miseria y la represi¨®n
Hubo un tiempo en que Albania se proclamaba como el pa¨ªs m¨¢s feliz de la tierra, en el que hasta el barro sab¨ªa a miel. Una naci¨®n que se levantaba orgullosa frente a las conspiraciones internacionales y las fuerzas capitalistas. Una peque?a Corea del Norte en el coraz¨®n de los Balcanes a la que cinco d¨¦cadas de atroz dictadura comunista destruy¨® hasta los cimientos, minando la moral de sus habitantes, mat¨¢ndolos de hambre, emponzo?ando sus relaciones, destruyendo su sociedad. Margo Rejmer recupera en Barro m¨¢s dulce que la miel. Voces de la Albania comunista (La Caja Books, traducci¨®n de Agata Orzeszek y Ernesto Rubio) los testimonios de los ca¨ªdos, de los represaliados por Enver Hoxha que vivieron para contarlo, de los esp¨ªas condenados a serlo, o no, y de los jueces y verdugos. Un retrato de una sociedad en descomposici¨®n por los efectos de aquella pesadilla, rematados por el abrazo de un capitalismo de bandidos, para el que la periodista polaca vivi¨® durante cuatro a?os en Albania. La lista de sufrimientos relatados con ritmo preciso y estilo sobrio por la autora de Bucarest. Polvo y sangre (tambi¨¦n La Caja Books) es atroz, la n¨®mina de enemigos del pueblo destruidos, moralmente insoportable. Lo que sigue es un relato de algunas de las atrocidades de un r¨¦gimen cruel, un peque?o esbozo de un libro que va mucho m¨¢s all¨¢.
Estad¨ªsticas sobre una lenta e imparable masacre
En julio de 1991 se amnisti¨® a todos los presos pol¨ªticos albaneses. En ese momento, los cr¨ªmenes del r¨¦gimen adquirieron forma de estad¨ªsticas, n¨²meros tras los que se difuminaban unos verdugos que nunca fueron condenados. Estos son algunos:
- En un pa¨ªs que estuvo entre los 1,1 millones de habitantes estimados en 1947 y los tres millones escasos de 1989 se asesin¨® a 6.027 personas por causas pol¨ªticas (opositores, gente que intentaba huir del pa¨ªs, etc¨¦tera) entre 1944 y 1991.
- En esa ¨¦poca hubo m¨¢s de 34.000 presos pol¨ªticos en c¨¢rceles del Estado. Otros 59.000 pasaron por campos de reeducaci¨®n o fueron desterrados y de estos ¨²ltimos 7.000 murieron.
- 200.000 personas trabajaron para la Segurimi (la temible KGB albanesa) y se calcula que uno de cada cuatro habitantes era confidente. O, ilustrado por uno de los testimonios: ¡°La gente dec¨ªa: si est¨¢s solo, est¨¢s a salvo. Si sois dos, estate alerta. Si sois tres, echa a correr¡±.
- En 2016, la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y la Seguridad en Europa (OSCE) public¨® una encuesta seg¨²n la que el 42% consideraba a Enver Hoxha un traidor y un asesino. El resto se divid¨ªan en opciones m¨¢s magn¨¢nimas con el dictador.
Pon un b¨²nker en tu campo yermo
Cuenta Manuel Montobio en B¨²nkeres (Icaria) que en 1987 hab¨ªa en Albania un sem¨¢foro y un mill¨®n de b¨²nkeres. La cifra var¨ªa algo, pero no baja en ning¨²n caso de 700.000, la mayor¨ªa construidos entre 1950 y 1985 en cemento y hierro para defenderse de la amenaza capitalista y de su brazo ejecutor, la OTAN, s¨ª, pero tambi¨¦n de la Yugoslavia de Tito que los hab¨ªa ¡°traicionado¡± o de los ¡°desviacionistas¡± de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y m¨¢s tarde de China. En el pa¨ªs de la paranoia, el b¨²nker es el mejor amigo del sistema. A Hoxha y sus ac¨®litos les gustaba decir, nunca sabremos si del todo en serio, que eran mejor que los carros de combate, puesto que no pod¨ªan retroceder. Rejmer habla en el libro con Nexhip Manga, poeta, marmolista y fan n¨²mero uno del dictador y le pregunta si no hubiera sido mejor gastar ese dinero en bienes b¨¢sicos o en impedir que la gente muriera de hambre, a lo que ¨¦l contesta: ¡°Habr¨ªamos vivido mucho mejor, es verdad. ?Pero no hay nada gratis!¡±
Desde 1991 muchos han sido destruidos, inundados, quemados; otros se han convertido en lugares para citas amorosas y muchos en casas improvisadas para las v¨ªctimas de los desplazamientos internos y los inmigrantes rurales.
Una Corea del Norte en el coraz¨®n de Europa
Es habitual comparar estos dos sistemas por su aislamiento, su grado de paranoia, y su capacidad para matar de hambre a sus s¨²bditos. Pero hay muchas m¨¢s similitudes:
- En Albania se clasificaba a la gente, de por vida, entre los que ten¨ªan una ¡°buena¡± y una ¡°mala biograf¨ªa¡±. Es decir, una versi¨®n simplona del Songbun o sistema de castas norcoreano que clasifica a todos sus ciudadanos por su fidelidad, y la de sus antepasados, al r¨¦gimen. Si alguien es condenado por algo, toda la familia paga. Si alguien huye del pa¨ªs, los que se quedan pagan. Si alguien mueve un dedo contra el r¨¦gimen, su familia es aplastada.
- En Albania los guardias pod¨ªan disparar a matar a cualquiera que intentara huir del pa¨ªs. Pero los agentes de la Segurimi ten¨ªan relaciones con otros agentes fuera de Albania, por lo que muchas veces los fugados eran devueltos (como ocurre a veces con los norcoreanos que logran llegar a China).
- Enver Hoxha no muri¨® en 1985 porque no pod¨ªa morir. ¡°Enver vive¡± y ¡°Enver (1908-)¡± son algunos de los lemas que llenaron paredes y placas conmemorativas por todo el pa¨ªs cuando muri¨® en 1985. El l¨ªder hab¨ªa nacido, pero no pod¨ªa perecer. Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte, no muri¨® oficialmente nunca.
El l¨ªder no se equivoca
De todas las c¨¢rceles de un pa¨ªs lleno de c¨¢rceles, y cuyas mazmorras aparecen en el libro en todo su esplendor macabro, la de Ballsh era la m¨¢s particular. All¨ª no se trabajaba hasta la muerte, como en Spa?, porque era el lugar de reclusi¨®n de los jefazos del r¨¦gimen que hab¨ªan ca¨ªdo en desgracia, algo muy f¨¢cil si el l¨ªder es el paranoico Hoxha. All¨ª acabaron el sastre o el fot¨®grafo del amado l¨ªder por ¡°traidores¡± y un nutrido grupo de pach¨¢s rojos. La obsesi¨®n llegaba hasta tal punto que en 1982, cuando vieron que no cab¨ªa nadie m¨¢s en la c¨¢rcel y que los presos dorm¨ªan hacinados en el suelo, decretaron una amnist¨ªa para todos aquellos cuyas penas no sobrepasaran los 10 a?os.
En Ballsh, los l¨ªderes ca¨ªdos en desgracia, jueces, ministros y dem¨¢s, organizaban lecturas de las obras de Hoxha y luego analizaban los logros del r¨¦gimen en grupo. Muchos esperaban pasar la prueba a la que les hab¨ªa sometido el amado l¨ªder, que no pod¨ªa estar equivocado, y volver junto a ¨¦l. Los m¨¢s aplicados pidieron incluso directrices a las altas instancias del Estado para reprimir a los desviacionistas y a los traidores que a su juicio poblaban la c¨¢rcel.
Surrealismo a la carta
En ciertas ocasiones, si no fuera por el drama que hay detr¨¢s, algunas situaciones podr¨ªan hacer re¨ªr al lector. En eso, los sovi¨¦ticos, con su humor negro sobre el r¨¦gimen, eran los mejores. Veamos algunos de los muchos hechos recogidos en el libro con nombres y apellido: en Albania un tipo se pas¨® 10 a?os en la c¨¢rcel por decir que Beckenbauer era muy bueno mientras ve¨ªa un partido de f¨²tbol que enfrentaba a Alemania Federal y Albania junto a unos amigos; otro pas¨® tres a?os en prisi¨®n por criticar el pan de la cartilla de racionamiento y uno m¨¢s estuvo siete a?os encerrado por decir que las bicicletas yugoslavas eran mejores que las albanesas. Traidores todos.
Hay m¨¢s. En las paredes de las cooperativas de un pa¨ªs que se mor¨ªa de hambre se repet¨ªan las soflamas ¡°vivan las gallinas comunistas¡± o ¡°vivan las vacas comunistas¡±. En la frontera se requisaba cualquier material llegado de fuera (generalmente enviado por familiares que vivieran en Italia o Grecia) si no encajaba con ¡°la realidad albanesa¡±. Quedaban as¨ª descartados caramelos, zapatillas, todo tipo de ropa, bebidas, cualquier cosa con colores llamativos y un largo etc¨¦tera.
Una revoluci¨®n cultural propia
Desde 1944 a 1985, Hoxha fue encerrando cada vez m¨¢s al pa¨ªs sobre s¨ª mismo y eliminando a gente de su entorno en una revoluci¨®n perpetua que acab¨® con las corrientes de yugoslavos a finales de los cuarenta, de sovi¨¦ticos en los sesenta o de chinos en los setenta a medida que iba rompiendo relaciones con esas fuerzas comunistas. A la cultura le toc¨® la peor parte. Los testimonios de escritores, profesores, acad¨¦micos y artistas recogidos en Barro m¨¢s dulce que la miel son sobrecogedores. Pero hubo un momento particularmente oscuro. La capacidad de la Albania comunista para copiar lo peor de los dem¨¢s mientras tuvo relaci¨®n con ellos es notable. A finales de los a?os sesenta, cuenta Rejmer, la cultura en el pa¨ªs tuvo su especial resurgir, cierta apertura permit¨ªa ver pel¨ªculas y escuchar m¨²sica italiana o griega e incluso celebrar festivales. El movimiento culmin¨® con la XI Revista de la Canci¨®n, celebrada en 1972 y que gan¨® el tema Cuando viene la primavera. Pero lo que vino fue el invierno. Como hab¨ªa ocurrido en China, quienes disfrutaron de la apertura fueron laminados, haber estudiado fuera se convirti¨® en un crimen, las c¨¢rceles se llenaron de poetas, escritores, periodistas, el director de la televisi¨®n y la radio y otros tipos adictos al r¨¦gimen, lo que prueba su infinita capacidad depredadora.
Dos pir¨¢mides que se hunden
En 1988 en Tirana se inaugur¨® el Museo Enver Hoxha, un gigante de m¨¢rmol, hormig¨®n y vidrio en honor al dictador. La construcci¨®n m¨¢s cara de la historia de Albania pas¨® a llamarse La pir¨¢mide cuando cay¨® el comunismo y se convirti¨® primero en una discoteca, luego en la sede de la OTAN o m¨¢s tarde en un estudio de radio y televisi¨®n. Nadie sabe muy bien qu¨¦ hacer con ¨¦l y ahora languidece en medio de la capital. El hecho de que una pir¨¢mide, en este caso financiera, acabara con los ahorros de gran parte de la poblaci¨®n en 1997 y llevara al pa¨ªs al borde de la guerra civil es tan solo una coincidencia ling¨¹¨ªstica macabra.
Un rinc¨®n en el fin del mundo
La modalidad preferida de represi¨®n de un r¨¦gimen que se consideraba agrario y rural era el destierro al campo. Ridvan Dibra es un escritor y profesor represaliado por defender en p¨²blico al gran poeta Gjargj Fishta, monje franciscano, y desterrado a una zona remota, a un pueblo sin nombre llamado simplemente Alde¨ªta. Situado a ocho horas andando del ¨²ltimo cruce de carretera, era un lugar m¨ªsero hasta para los est¨¢ndares albaneses al que este intelectual lleg¨® preparado para morir de pena, pero se dio cuenta de que estaba tan apartado de todo, poblado por gente tan desesperada y con tan poco inter¨¦s por cualquier cosa que no fuera la supervivencia, que hab¨ªa una biblioteca llena de cl¨¢sicos y de libros prohibidos que nadie hab¨ªa tocado. Los libros le salvaron la vida. Una buena forma de terminar este retrato de los horrores de Hoxha y sus secuaces.
Babelia
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