Manuel Vicent viaja a las noches de cine y sangre del franquismo
La novela ¡®Ava en la noche¡¯ cruza las sombras de Gardner y Jose Mar¨ªa Jarabo en Madrid, una ciudad ¡°con lapos en las aceras y seres gal¨¢cticos¡± en la que aterriza a inicios de los sesenta un joven valenciano
Manuel Vicent solo vio una vez a Ava Gardner. Fue en el Oliver. ¡°Entramos y alguien dijo que la actriz estaba en el s¨®tano. Ser¨ªa hacia 1965 o 1966, cuando estaba ya a punto de mudarse a Londres", recuerda el escritor (La Vilavella, 84 a?os). ¡°Iba rodeada de gente, que seguramente ser¨ªan Carlitos Larra?aga y Jorge Fiestas. Pero yo no le di mucha importancia porque el mito de Gardner ya estaba desactivado a esas alturas. Y eso que con subir con ella en el a...
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Manuel Vicent solo vio una vez a Ava Gardner. Fue en el Oliver. ¡°Entramos y alguien dijo que la actriz estaba en el s¨®tano. Ser¨ªa hacia 1965 o 1966, cuando estaba ya a punto de mudarse a Londres", recuerda el escritor (La Vilavella, 84 a?os). ¡°Iba rodeada de gente, que seguramente ser¨ªan Carlitos Larra?aga y Jorge Fiestas. Pero yo no le di mucha importancia porque el mito de Gardner ya estaba desactivado a esas alturas. Y eso que con subir con ella en el ascensor del Hilton algunos redactaron obras maestras de la imaginaci¨®n¡±.
Con el recuerdo de ¡°aceras de Madrid llenas de lapos de d¨ªa y que por la noche pisaban seres gal¨¢cticos¡±, Vicent ha escrito Ava en la noche (Editorial Alfaguara), que se sustenta en un enorme macguffin, el de la vida juerguista en Madrid de la actriz estadounidense, a cuya caza se lanza el protagonista, un veintea?ero valenciano llamado David Arnau. ¡°Ella es el s¨ªmbolo de lo inalcanzable. Los dos ni?os amigos buscan en las ruinas del balneario el mosaico de una diosa desnuda, a?os despu¨¦s el protagonista se pasea por los escombros de la Espa?a franquista tras otra deidad¡±, reconoce el escritor. Nadie lograr¨¢ su objetivo, por m¨¢s que David lo intenta, dibuja la novela, en un ¡°Madrid que de noche ol¨ªa a Ava Gardner, cuyas juergas clandestinas estaban adornadas con atracos y asesinatos de altura¡±. Como apostilla el libro, en la ciudad ¡°no estaba Sartre, pero s¨ª Gardner¡±, aunque era la capital de una Espa?a gobernada por ¡°un gal¨¢pago al que le gustaban los pasteles de sangre¡±.
A la vera de Arnau, Vicent retrata a la fauna de la ¨¦poca: la cinematogr¨¢fica y literaria (Neville, Berlanga, Mihura, Azcona) y la extranjera dada a la vida disoluta (Orson Welles, Ernest Hemingway, Jean Negulesco, Bette Davis, Gardner) y sus adl¨¢teres (Luis Miguel Domingu¨ªn, Antonio Ord¨®?ez, todo tipo de cantaores y bailaoras¡). Ese Madrid de inicios de los sesenta se mueve al son de Gardner (¡°Una corza inalcanzable¡±) sin olvidar sus episodios m¨¢s oscuros, como el cu¨¢druple crimen cometido en 1958 por Jos¨¦ Mar¨ªa Jarabo P¨¦rez-Morris, estafador de buena familia que se cree inalcanzable, o las ejecuciones con garrote vil de condenados por la dictadura franquista. En Ava en la noche, Arnau asiste en Valencia al chapucero ajusticiamiento en mayo de 1959 de la envenenadora Pilar Prades Exp¨®sito, en el que el verdugo no estuvo muy ducho y hasta sufri¨® un ataque de epilepsia. Ese horror le sirve a Arnau para escribir un relato con el que aprueba el examen de ingreso a la Escuela Oficial de Cine ante un tribunal presidido por Luis Garc¨ªa Berlanga. ¡°Yo estudiaba Derecho en esa ciudad y corri¨® el rumor de que el matarife no hab¨ªa estado a la altura, que le pudo lo misericordioso o lo cagueta, y que fue la propia Prades quien le ayud¨®¡±, cuenta Vicent. ?Qu¨¦ pensar¨ªa Azcona si hoy le acusaran de haber copiado su idea a un estudiante de cine? ¡°No s¨¦, pero s¨ª s¨¦ que a ambos se lo cont¨¦. Yo creo que Berlanga se lo apropi¨®, aunque no recuerdo bien su reacci¨®n. No puedo decir que les inspirara mi historia¡±.
David Arnau estudi¨® Derecho en Valencia, como Vicent. Vio de adolescente por primera vez a Luis Garc¨ªa Berlanga en el rodaje en el hotel Voramar de Benic¨¤ssim de Novio a la vista, como Vicent. Vino a Madrid a estudiar. Como Vicent. Aunque en la ficci¨®n es Cine y en la realidad el escritor hizo Periodismo. El aludido explica: ¡°Yo hui de Valencia porque todos mis amigos se hab¨ªan hecho notarios o registradores de la propiedad, y me vine a Madrid a¡ Bueno, a no s¨¦ qu¨¦. Ilusi¨®n por escribir, tal vez. S¨ª que era muy aficionado al cine, porque mi hermano mayor estaba suscrito a la revista Film Ideal, y yo aprend¨ª todos los argumentos habidos y por haber. Y desde la terraza de mi casa, en mi adolescencia, se ve¨ªa media pantalla del cine de verano. Escondido de mis padres, o¨ª todas las pel¨ªculas prohibidas, pero ver, ver, solo la mitad. De la bofetada de Gilda atisb¨¦ la mano de Glenn Ford, aunque no la cara de Rita Hayworth. Mi imaginaci¨®n completaba las pel¨ªculas y me impuls¨® a lanzarme a Madrid y a visitar sus salas. Imag¨ªnate adem¨¢s lo que ocurr¨ªa en las ¨²ltimas filas de los patios de butacas con olor a pachul¨ª y a desinfectante¡±.
El protagonista vive todas las caras del franquismo, torturas incluidas. ¡°La espina dorsal del franquismo la rompi¨® la clase media a mitad de los sesenta con la conquista de peque?os placeres como el turismo o el turismo. Franco muri¨® atropellado por un seiscientos cargado con una familia que iba a Benidorm. Su muerte natural ocurri¨® una d¨¦cada m¨¢s tarde como mera consecuencia¡±, reflexiona Vicent, que se opone a actuales visiones edulcoradas de la dictadura. ¡°Cuando llegu¨¦ a Madrid, hab¨ªa un espect¨¢culo que era ver la libertad de cerca. Claro, que la ejerc¨ªan otros, los artistas de Hollywood que trabajaban aqu¨ª. En cambio, el espa?ol que tributaba arrastraba una dictadura f¨¦rrea¡±.
La novela aparece en mitad de la desescalada obligada por la pandemia. Vicent ha vivido el confinamiento, ¡°dando vueltas por el patio¡± de su casa. ¡°Es un lugar com¨²n eso de que los escritores, como trabajamos en nuestro hogar, estamos habituados al encierro. Eso no es verdad¡±, espeta. ¡°Si no viajas, r¨ªes, lloras o cantas fuera de casa no eres nadie¡±, explica. En 1999, en su art¨ªculo Fiesta, Vicent empezaba as¨ª: ¡°A la ma?ana siguiente de aquel d¨ªa en que un virus muy eficaz acab¨® con toda la humanidad sali¨® el sol y cantaron los p¨¢jaros. Los animales lo sab¨ªan. Incluso los ¨¢rboles hab¨ªan adelantado sus frutos por este feliz acontecimiento. La naturaleza celebr¨® una gran fiesta [¡], por fin han desaparecido los humanos, la tierra ya est¨¢ limpia, el peligro ha pasado¡±. El escritor reh¨²ye una posible carrera como adivino: ¡°Me atrae mucho el tema del fin del mundo como espect¨¢culo; contemplarlo desde un sill¨®n de mimbre blanco frente al mar mientras caen las estrellas [r¨ªe]. En otro art¨ªculo, m¨¢s reciente, fui a¨²n m¨¢s evidente. En fin, no hay que ser muy listo: ser¨¢ un virus el que derrote a la humanidad¡±. Eso s¨ª, no le gusta c¨®mo Espa?a ha tratado a los mayores: ¡°A los de mi edad nos amenazan el virus y el desprecio general de la gente que te ve y se sorprende de que a¨²n est¨¦s vivo. Te hacen sentir como un desecho de tienta¡±.