Chao, flaco
La pose canallita de sus tiempos de estrella latina nunca logr¨® ocultar la bondad, la alegr¨ªa de vivir y la exaltaci¨®n de los placeres sencillos que constitu¨ªan los temas centrales de sus canciones

Cuando le vi lo supe. No me lo dijo, no se lo pregunt¨¦, esas cosas no se dicen ni se preguntan entre desconocidos, pero tuve la certeza de que ¨¦l sab¨ªa que yo sab¨ªa que ¨¦l sab¨ªa. Lo le¨ª verde sobre negro en sus iris. Supe que, si no me tocaba a m¨ª antes la aciaga loter¨ªa, iba a tener que escribir estas l¨ªneas de despedida. Solo rec¨¦ que fuera lo m¨¢s tarde posible. Demasiado pronto ha sido. Fue en Madrid, entre cajas del teatro Alc¨¢zar, en marzo hizo tres a?os. Presentaba Pau Don¨¦s su gira, su disco y su libro 50 palos, por los 50 a?os que le ca¨ªan encima esa primavera, y por el palo m¨¢s gordo que le hab¨ªa dado la vida: el c¨¢ncer que le hab¨ªan diagnosticado dos a?os antes y que le hab¨ªa dado ya los suficientes y terribles zarpazos para que supiera que de esa no sal¨ªa. ?l lo sab¨ªa. Sab¨ªa que iba a morir. Se le notaba en los ojos y en los huesos y en el humor negro con un toque amargo que se gastaba aquella jornada. Pero tambi¨¦n en la determinaci¨®n de devorar la vida que le quedara como si no hubiera un ma?ana. Y hubo muchas, quiz¨¢ no tantas como imaginaba, hasta que se ha acabado lo que se daba. Porque eso consideraba Pau que era la vida. Lo que daba y lo que le era dado. El t¨ªtulo de la ¨²ltima canci¨®n que le hemos visto interpretar, Lo que t¨² me das, dedicado a quienes le han querido en la vida, es su mejor testamento.
Pau Don¨¦s es ¨Cay, era- un t¨ªo bueno y un buen t¨ªo en todos los sentidos del t¨¦rmino. Estaba bueno, eso era evidente. Alto, fibroso, moreno de ojos verdes: uno de los m¨²sicos m¨¢s guapos de los muy guapos m¨²sicos de los noventa. Pero sobre todo era un buen t¨ªo. La pose canallita de sus tiempos de estrella latina nunca logr¨® ocultar la bondad, la alegr¨ªa de vivir y la exaltaci¨®n de los placeres sencillos que constitu¨ªan, m¨¢s que el sexo, las drogas y el rock and roll de los que goz¨® en vida a espuertas, los temas centrales de sus canciones. Todo, hasta que la enfermedad le quit¨® de cuajo la tonter¨ªa, las prisas y los humos y ensombreci¨® su ¨¢nimo y sus letras hasta llamar a la muerte por su nombre de t¨² a t¨² y a la cara en su tema Humo. Maneras de vivir y maneras de no dejarse morir en vida.
As¨ª dijo aquel d¨ªa sentirse. Acojonado a ratos. Euf¨®rico otros. ¡°Tan vivo como t¨², que te vas a morir igual, aunque igual yo llevo m¨¢s papeletas¡±, me dijo. Nos despedimos hasta la pr¨®xima charla, sabiendo que quiz¨¢ nunca la hubiera y, desde entonces, cada vez que le he visto en una entrevista o una foto, le he recordado como aquella ma?ana en el teatro. Socarr¨®n. Tierno. Ilusionado, que no iluso. Amorrado a la litrona de suero que le hab¨ªan prescrito los m¨¦dicos para aguantar la tralla de enfrentarse al p¨²blico. Agua y az¨²car a morro, ¨¦l, que se lo hab¨ªa comido, bebido, follado y metido todo, ¡°enganchado a un caramelo, como un cr¨ªo¡±, se ri¨® de s¨ª mismo. Ya entonces estaba flaco. Sesenta y seis kilos en un metro ochenta y cinco de t¨ªo. Mucho m¨¢s flaco que la flaca de la canci¨®n que nos sabemos de memoria usted, y yo, y nuestros padres, si vivieran, y nuestros hijos. Mucho menos de lo que estaba en la ¨²ltima imagen de ¨¦l que guardaremos en la retina. Dicen que para el ¨²ltimo videoclip que grab¨® hace solo un par de semanas, no pudo ni levantarse de la silla y bailar con su hija Sara el ¨²ltimo vals de su ¨²ltima fiesta. ¡°Ojal¨¢ los enamorados se sigan besando en las verbenas con La flaca dentro de 50 a?os¡±, me dej¨® dicho hace tres a?os, como pen¨²ltimo deseo. ?Alguien duda de que le ser¨¢ concedido? Chao, flaco. Descansa en paz, Pau, valga la redundancia. Luego dicen que no hay nombres bien puestos.
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