Col¨®n nunca pis¨® Estados Unidos
Un informe del centro de investigaci¨®n Hispanic Council defiende la figura del descubridor y tacha los ataques al navegante de ¡°manipulaci¨®n hist¨®rica¡±
Los ataques a la figura de Crist¨®bal Col¨®n que se han producido en los ¨²ltimos d¨ªas en Estados Unidos como consecuencia de las protestas por la muerte de George Floyd est¨¢n injustificados y ¡°son una manipulaci¨®n hist¨®rica¡± para ¡°atacar la memoria del navegante bajo acusaciones de genocida¡±, se?ala el art¨ªculo Cinco razones para reivindicar hoy a Crist¨®bal Col¨®n, firmado por The Hispanic Council, un instituto de investigaci¨®n independiente que promueve las relaciones entre Espa?a y Estados Unidos. Las personas que han vandalizado las estatuas del genov¨¦s al servicio de la Corona de Castilla lo consideran un s¨ªmbolo del racismo, el colonialismo y el esclavismo. De hecho, al menos cuatro monumentos dedicados al descubridor han sufrido da?os en los Estados de Minnesota, Massachusetts, Virginia y Florida.
Ya a finales del a?o pasado, y con motivo de los primeros ataques, el instituto public¨® el informe ?Columbus Day? S¨ª, gracias, de Mar¨ªa Saavedra Inaraja, doctora en Historia de Am¨¦rica y profesora de la Universidad CEU-San Pablo. El estudio recordaba que Col¨®n ¡°no lleg¨® a pisar a lo largo de su vida el territorio" de lo que hoy es Estados Unidos y que Espa?a fue ¡°el pa¨ªs que aprob¨® leyes para proteger a los habitantes de Am¨¦rica, a diferencia de otras naciones que colonizaron diferentes partes del mundo¡±.
¡°No hay que olvidar¡±, continua Saavedra, ¡°que desde los Reyes Cat¨®licos las leyes espa?olas consideraban a los habitantes nativos en igualdad de derechos y obligaciones que a los habitantes de la Espa?a peninsular¡±, y pone un ejemplo: ¡°La reina Isabel orden¨® a su confesor, Francisco Jim¨¦nez de Cisneros, que organizase las cosas de manera que aquellos ind¨ªgenas que fueron tra¨ªdos por Col¨®n como esclavos, fueran devueltos a su tierra. Viajaron as¨ª, en compa?¨ªa de un grupo de franciscanos, 14 nativos americanos, once varones y tres mujeres¡±.
La profesora destaca que el descenso de la poblaci¨®n aut¨®ctona se debi¨® fundamentalmente a la transmisi¨®n de enfermedades. ¡°Es evidente que hubo episodios de violencia condenables, y de hecho fueron perseguidos y castigados por las leyes espa?olas, pero afirmar que la violencia fue el factor principal que merm¨® la poblaci¨®n local es falso¡±.
Los datos se?alan que el n¨²mero de pobladores caribe?os descendi¨® un 90% en los primeros a?os de la conquista. ¡°Ha sido estudiada esta realidad por especialistas en Historia de la Medicina, y parece claro que el primer motivo de esa muerte masiva de antillanos fue la aparici¨®n de un brote de influenza, gripe porcina. Y no nos puede extra?ar la cifra, si recordamos la terrible epidemia de peste que en siglo XIV redujo a la mitad la poblaci¨®n europea¡±.
No obstante, siendo las enfermedades la causa principal de mortandad entre los pueblos americanos durante los primeros a?os de la conquista, no fue la ¨²nica. Aunque proporcionalmente en t¨¦rminos muy inferiores, las luchas y el excesivo trabajo impuesto a las poblaciones caribe?as fueron otro factor de mortandad. ¡°Pero esto no justifica en absoluto la acusaci¨®n de genocidio¡±, opina.
El mestizaje cultural, sostiene el estudio del Hispanic Council, ¡°es la prueba m¨¢s evidente de las pol¨ªticas de Espa?a en Am¨¦rica. A diferencia de otras potencias cuyas pol¨ªticas se basaban en la aniquilaci¨®n de los habitantes de los territorios conquistados, entre 1551 y 1792 Espa?a construy¨® cerca de 30 universidades y m¨¢s de 40 catedrales en sus territorios de ultramar¡±.
¡°Col¨®n se ha convertido en el chivo expiatorio para los que intentan reescribir la historia de Am¨¦rica y de Estados Unidos, por lo que se le atribuyen muchos sucesos que tuvieron lugar varios siglos despu¨¦s. Siguiendo con la comparaci¨®n propuesta, en el proceso de romanizaci¨®n del Mediterr¨¢neo nos resultar¨ªa poco cre¨ªble imaginar que los romanos, con su elaborada cultura urbana, se plantearan respetar los logros culturales de los pueblos que conquistaban¡±.
Los ataques ¡°no est¨¢n dirigidos hacia la vida del descubridor, sino a su legado. Quienes quieren borrar su presencia en espacios p¨²blicos o privados, se limitan a proyectar en el tiempo (llegando curiosamente a hacerle responsable de sucesos del siglo XXI) las consecuencias de su llegada a Am¨¦rica¡±. ¡°Tal vez quienes derriban estatuas o las cubren de pintura deban interpelarse acerca de un pasado mucho m¨¢s reciente o sobre las medidas que en la actualidad deben tomarse para proteger los derechos de esos grupos de poblaci¨®n¡±, contin¨²a el informe.
Y concluye: ¡°Si hacemos desaparecer las im¨¢genes de Crist¨®bal Col¨®n porque era partidario de la esclavitud, pr¨¢cticamente no deber¨ªamos dejar en pie ning¨²n monumento levantado a navegantes, pol¨ªticos, escritores, que fomentaron o toleraron una sociedad con esclavos. Podr¨ªamos empezar derribando las estatuas del ¨²ltimo emperador azteca, Cuauht¨¦moc, y las de cualquiera de los presidentes estadounidenses anteriores a la guerra civil¡±.
Babelia
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