David Sedaris: ¡°Si te niegas a o¨ªr a los seguidores de Trump eres parte del problema¡±
El autor, c¨¦lebre por su prosa c¨®mica, publica su ¨²ltimo libro de apuntes biogr¨¢ficos, 'Calypso' en espa?ol
Con su caracter¨ªstico tono cantar¨ªn y aflautado David Sedaris responde al tel¨¦fono desde su apartamento en el Upper East Side de Nueva York, y nada m¨¢s o¨ªrle casi entran ganas de sonre¨ªr.
Sedaris (Nueva York, 63 a?os) es una de las voces literarias m¨¢s particulares, c¨®micas, tiernas y sinceras de Estados Unidos desde que irrumpi¨® en los noventa, y lo demuestra de nuevo en Calypso (Blackie Books,), su ¨²ltimo libro recientemente traducido al espa?ol. En ¨¦l vuelve a reunir textos biogr¨¢ficos con un tel¨®n de fondo defectuosamente humano ¡ªcompuesto por sus cuatro hermanas y un hermano, su padre, su suegra, su pareja Hugh, y hasta sus lectores¡ª para hablar de asuntos tan dispares como en qu¨¦ idioma se dicen los peores insultos; el suicidio de una de sus hermanas; las ventajas de conversar medio achicharrado en la playa; o la adictiva moda japonesa que le tiene enganchado a prendas horrorosas. ¡°Cuando empec¨¦, escrib¨ªa sobre cosas grandes, ahora trato cosas m¨¢s peque?as, que pueden resultar igualmente emocionantes e iluminadoras¡±. Un ejemplo son sus paseos nocturnos de 28 kil¨®metros recogiendo basura por la campi?a inglesa. ¡°Cr¨¦ame que en Nueva York no hay tanta basura tirada por ah¨ª como en Inglaterra, all¨ª ricos y pobres lo tiran todo por la ventanilla del coche. Pese al confinamiento, he caminado¡±. De dos a cuatro de la ma?ana ha ido por las aceras de Manhattan, y la culpa de estos obsesivos paseos, como explica en su libro, es de un contador de pasos con el que se obsesion¨®. ¡°Echo la vista atr¨¢s hacia aquella ¨¦poca cuando solo caminaba treinta mil pasos al d¨ªa y pienso: ¡®Joder ?c¨®mo se puede ser tan vago¡±, escribe en Calypso.
En una familia numerosa no puedes permitirte ser aburridoDavid Sedaris
Sedaris acaba de llegar de su casa de Carolina del Norte, escenario recurrente en Calypso y un lugar que siempre le regala buenas historias. ¡°En Nueva York hay que llevar mascarilla hasta en el pasillo de tu apartamento y en cambio all¨ª era como si nada hubiera pasado; resultaba aterrador y tambi¨¦n fant¨¢stico. En el Upper East Side hay unas se?oras con unas varas de dos metros que te van pinchando por la acera y te gritan: ¡®?Distanciamiento social! ?Dos metros!¡±. Leyendo a Sedaris siempre parece que est¨¢ a tu lado cuchicheando una genial historia en apariencia banal pero con fondo. Al tel¨¦fono es igual.
Su salto a la fama lleg¨® con las lecturas de extractos de sus diarios en la radio p¨²blica ¡ªen concreto, en el muy popular programa This American Life de Ira Glass¡ª. Con su desternillante relato Santaland, sobre su trabajo como elfo en los grandes almacenes Macy¡¯s durante la campa?a de ventas navide?a, se convirti¨® en todo un cl¨¢sico, un nombre de andar por casa para miles de estadounidenses, los mismos que abarrotan cada a?o los teatros que el escritor recorre en sus lecturas. ¡°Echo de menos estar subido a un escenario delante de dos mil personas, tratando de que me amen¡±, suspira al tel¨¦fono. Debido a la pandemia ha suspendido su tour anual ¡ª¡±47 ciudades en 47 d¨ªas¡±¡ª. ?No le cansa? ¡°Me pagan cientos de miles de d¨®lares por leer durante una hora y media, no es como si limpiara casas a 10 d¨®lares. Estos escritores que dicen que no pueden hacer firmas porque les agota, pero ?qui¨¦nes se creen que son?¡±, comenta. ¡°Adem¨¢s, siempre descubro muchos temas sobre los que escribir en mis encuentros con el p¨²blico. He llegado a pasarme hasta 10 horas firmando. Luego me escriben cartas. La gente es incre¨ªble, me han ense?ado radiograf¨ªas de objetos locos que ten¨ªan en el cuerpo y me han contado cosas muy ¨ªntimas. ?Qu¨¦ de cosas se mete la gente!¡±.
Si intentas convencer a alguien el humor es un buen lenguaje, mejor que los gritosDavid Sedaris
El p¨²blico comparte esos relatos tan personales porque todos sienten de alguna manera que conocen a Sedaris. ?Resulta inc¨®modo? ¡°No puedo escribir sobre m¨ª mismo y luego quejarme porque la gente piense que me conoce. Yo no les estoy entregando mi alma, pienso en ello como algo superficial¡±. Pero el humor, y, m¨¢s a¨²n, por escrito, sostiene, es un arma potente. ¡°Si intentas convencer a alguien el humor es un buen lenguaje, mejor que los gritos¡±, afirma.
Sus intercambios con el p¨²blico e incluso con su familia han cambiado desde que Trump lleg¨® a la Casa Blanca. ¡°Una vez me llevaba un conductor de ascendencia polaca al aeropuerto y empez¨® a hablar mal de los musulmanes y a alabar a Trump y sus comentarios racistas. Luego result¨® ser un experto en p¨¢jaros y una persona interesante, pero el tema est¨¢ en saber c¨®mo cambiar la conversaci¨®n, qu¨¦ pregunta hacer para redirigir la aguja¡±, reflexiona. ¡°Si te niegas a o¨ªr nada de lo que dicen quienes apoyan a Trump te conviertes en parte del problema. No quiero que la gente asuma cosas sobre m¨ª y me encasille y trato de no hacerlo yo tampoco. Pero es dif¨ªcil. Mi hermano vot¨® por Trump y cree en las teor¨ªas conspirativas. No s¨¦ qu¨¦ hacer. Tuvimos una gran bronca. Le dije de todo. Luego me enter¨¦ de que me imitaba y le ped¨ª que lo hiciera delante de m¨ª y tuve que re¨ªrme. Me clavaba¡±.
Los hermanos Sedaris ocupan un importante espacio en Calypso. Una de sus hermanas, Amy, es tambi¨¦n una brillante guionista y show-woman. ?Qu¨¦ diferencia a quienes crecieron en familias numerosas? ¡°Si eres hijo ¨²nico no entiendes que es normal que te zurren. De peque?os para mis hermanos y para m¨ª lo m¨¢s importante era hacer que nuestra madre se riera, as¨ª que no pod¨ªamos soltar un rollo, ni ser aburridos porque otro hermano te cortar¨ªa. La ch¨¢chara tediosa y sin sentido es algo que no nos pudimos permitir¡±. La lecci¨®n qued¨® aprendida y la charla con Sedaris discurre alegremente.
Antes de colgar dan ganas de dar ¡°un gritito¡± de reconocimiento como el que dan los beb¨¦s y ¨¦l dice que emite casi por reflejo al cruzarse con un hombre de su misma estatura (1,65) ¡ª¡±es todo lo que puedo hacer para refrenar mis impulsos de arrastrame hacia ¨¦l y abrazarlo¡±¡ª. Al tel¨¦fono, sin embargo, funciona mejor la carcajada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.