Aventura entre ovejas en busca de las ra¨ªces familiares y la esencia de la naturaleza
El escritor Gabi Mart¨ªnez relata en ¡®Un cambio de verdad¡¯ su experiencia como pastor en la tierra de su madre
Una de las m¨¢s emotivas aventuras de los ¨²ltimos tiempos es la protagonizada por el escritor Gabi Mart¨ªnez (Barcelona, 1971) al convertirse en aprendiz de pastor en las tierras de dehesa y trashumancia de la Siberia extreme?a. Se fue a vivir entre ovejas para conocer de primera mano las ra¨ªces de su madre, Elo¨ªsa, que creci¨® en el vecino pueblo manchego de Agudo, en un mundo de ¡°lobos, arroyos y encinas, de higos robados, sisones y tormentas¡±. De esa experiencia radical del autor ha surgido Un cambio de verdad (Seix Barral, 2020), que es un bucear en los or¨ªgenes, una considerable prueba f¨ªsica -nadie dijo que fuera f¨¢cil ser pastor-, una impresionante inmersi¨®n en la naturaleza y un tour de force literario, pero tambi¨¦n una profunda reflexi¨®n ensay¨ªstica sobre la ecolog¨ªa y nuestro futuro.
Acostumbrados a los viajes extremos a lugares remotos del autor barcelon¨¦s -uno de nuestros grandes viajeros-, en los pantanos sudaneses, en China, en el Hindu Kush, en la gran barrera australiana, sorprende y conmueve ese regreso al centro materno, a la comarca rica en reba?os, vida salvaje y rigores que es el verdadero ¨®nfalo, el ombligo, el cord¨®n umbilical y la placenta de Gabi Mart¨ªnez. Desde ese lugar esencial, estimulado por el encuentro con la memoria familiar, las privaciones consustanciales al trabajo de pastor y la comuni¨®n absoluta con el medio, el autor alumbra uno de sus textos m¨¢s ricos y personales.
¡°Me interesaba la noci¨®n de cambio¡±, explica Mart¨ªnez, que narra en el libro su llegada a Sanjuanilla, donde el pastor Juan Alfredo le ense?a el oficio: el uso del garabato, la vara de atrapar ovejas; secretos para que estas copulen m¨¢s y mejor, la esquila, u orde?ar a una cabra¡ ¡°Fui all¨ª para cambiar de paradigma, de propuesta vital, para relativizar esta vida nuestra urbana llena de ruido y prisa. Encontr¨¦ de entrada un concepto de cambio distinto: el desplazamiento de los reba?os de un lugar a otro siguiendo pautas y ritmos ancestrales¡±. Dos circunstancias alejan la aventura del escritor de la de cualquier viajero al uso: ¡°Iba a trabajar, no como un mero observador, eso ya implicaba una actitud y una perspectiva muy concretas, y que la gente de all¨ª no me viera como un simple extranjero de paso. Pero adem¨¢s me reconoc¨ªan como hijo y nieto de vecinos, mis parientes: mi madre, mi abuela de Tamurejo y mi abuelo pastor, Eloy, de Garbayuela, envuelto en leyendas y del que mi madre aprendi¨® a tratar con ovejas¡±.
La inmersi¨®n de Gabi Mart¨ªnez en el mundo a priori cerrado del pastoreo, enfundado en un viejo chubasquero de la Guardia Civil prestado, tiene el encanto de esas historias inici¨¢ticas del individuo que llega a la tierra de sus ancestros para ser reconocido por los habitantes del lugar e ir recuperando poco a poco la memoria familiar. ¡°Descubr¨ª que me miraban como a uno de ellos. Recordaban mi apellido y se me abr¨ªan puertas, me acog¨ªan, me contaban historias de mi propia familia, versiones distintas, a menudo sorprendentes, de lo que yo conoc¨ªa, como lo de que a mi abuela la llamaban La Mosca, por su cabello negro azabache¡±. Ese viaje a las ra¨ªces no fue f¨¢cil y provoc¨® alg¨²n bloqueo inicial. ¡°Madre, naturaleza... son grandes palabras para manejarlas¡±, reflexiona el escritor. Esa l¨ªnea narrativa se desdobla en multitud de peque?as historias que se alimentan unas a otras -como la de la perra Siria o el truco de ¡°hacer el reloj¡± si se te acercara un lobo- y se combina con el descubrimiento de las artes del pastoreo, de los gozos y sombras (incluso miserias) de la vida al aire libre, de las migas, y de unos sujetos fenomenales: las ovejas negras en cuya cr¨ªa ecol¨®gica Mart¨ªnez encuentra un s¨ªmbolo de sus inquietudes medioambientales. ¡°Era importante dar con un sujeto que destacara en ese paisaje y la visibilidad de la merina negra, la oveja preta, como la llaman, y el simbolismo de su recuperaci¨®n me lo han proporcionado¡±. La oveja negra fue tratada como tal: se la margin¨® porque la lana blanca se pod¨ªa te?ir con cualquier tinte, y su color se convirti¨® en algo negativo. Gabi Mart¨ªnez se ha implicado a fondo en la conservaci¨®n de esa oveja parad¨®jico signo de regeneraci¨®n de la Siberia. En el ep¨ªlogo recuerda la Caravana Negra, la expedici¨®n promocional de la especie montada con un pu?ado de artistas amigos, entre ellos el cineasta Agust¨ª Villaronga, pastores ocasionales todos ellos.
¡°Siempre trato de ofrecer algo distinto en mis libros, la experiencia de hacer de pastor ha sido ya contada en profundidad por distintos autores, aqu¨ª mezclo muchas otras cosas¡±, contin¨²a. ¡°Las protagonistas de Un cambio de verdad no son las ovejas. Enfoco otros aspectos, especialmente el de la relaci¨®n de las personas con los animales y con la naturaleza en general¡±. Mart¨ªnez ha querido tambi¨¦n cuestionar el t¨®pico de la pobreza y la tristeza del campo y la vida rural presente tradicionalmente en nuestra literatura. ¡°Se ha instalado tan profundamente ese relato, y el de la plenitud y bondad de la vida en la ciudad por contraste, que hasta la propia gente del campo ha llegado a interiorizarlo y cre¨¦rselo¡±. Lo que lleva a Mart¨ªnez a una cr¨ªtica m¨¢s profunda: ¡°No hay autores en Espa?a que cuenten la realidad, hay que remontarse a Miguel Delibes para encontrar una visi¨®n aut¨¦ntica¡±. El escritor catal¨¢n se?ala que obras como La lluvia amarilla (1988) de Julio Llamazares han contribuido a esa visi¨®n oscura y melanc¨®lica del campo. ¡°Llevamos treinta a?os de lamento sostenido¡±, afirma. ¡°Ya es hora de empoderar el campo y de construirle un relato positivo, acabando con la mirada de la intelectualidad literaria, distante y paternalista¡±.
?l ha tenido que buscar un referente, dice, en F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, cuya presencia atraviesa Un cambio de verdad, y que ¡°no era en puridad un escritor sino un comunicador¡±. El amor por la naturaleza de F¨¦lix, su inmersi¨®n vitalista e infinitamente curiosa en el medio, ha servido de ejemplo a Gabi Mart¨ªnez, y el lector encontrar¨¢ numeros¨ªsimas referencias a especies animales enumeradas con el placer que da el descubrimiento: buitres y cig¨¹e?as negros, ¨¢guila perdicera, elanio, somormujo.
El libro es tambi¨¦n un veh¨ªculo para las ideas de responsabilidad conservacionista y medioambiental del autor. ¡°La dehesa extreme?a es uno de los espacios m¨¢s ricos en biodiversidad del mundo, parad¨®jicamente es muy desconocido y hasta posee resonancias negativas en el imaginario de nuestro pa¨ªs. Tenemos una responsabilidad, tambi¨¦n moral, frente a estos y otros espacios en unos momentos en que se percibe una gran descomposici¨®n de las reglas y responsabilidades pol¨ªticas y sociales en nuestro pa¨ªs¡±. Mart¨ªnez ve un paralelismo con principios del siglo XX. ¡°No es casual que ahora se rescate a Unamuno y el regeneracionismo, aquel momento en que la Instituci¨®n Libre de Ense?anza llevaba a caminar el territorio. Vivimos un nuevo momento que reclama comuni¨®n con la naturaleza¡±.
Embalado, Mart¨ªnez aboga por un nuevo encuentro de la biodiversidad y la poes¨ªa y reivindica la voz de un Walt Whitman. ?l mismo encuentra sus influencias en escritores tan diversos como Valle Incl¨¢n y Josep Pla por un lado y Annie Dillard y Jonathan Franzen por otro, y reivindica lo mejor del Nature writing, la prosa de no ficci¨®n sobre la naturaleza, convertida en g¨¦nero al alza. ¡°Los escritores ha estado demasiado tiempo encerrados, han renunciado a la biodiversidad, el mercado ha estado demasiado presente y se ha cultivado novela hist¨®rica, novela negra, y la considerada alta literatura, de espaldas al mundo y la naturaleza. Y eso que el gran libro de nuestra tradici¨®n es uno de viajes: el Quijote¡±.
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