La m¨²sica sube al arca de La Fenice
Despu¨¦s de cinco meses de puertas cerradas por la pandemia, el templo de la l¨ªrica veneciano reabri¨® el domingo convertido en un barco
Los sue?os se realizan cuando se abre el tel¨®n del Gran Teatro de La Fenice. Pero cuando el espectador se encuentra en el escenario, entra en el sue?o. La mirada se pierde siguiendo los ornamento revestidos en oro de los cuatro niveles de los palcos y la galer¨ªa. Ah¨ª est¨¢n las alegor¨ªas de la m¨²sica y de la danza, los angelotes del techo y la enorme y luminosa l¨¢mpara central de cristal de Murano. Y surge una extra?a sensaci¨®n al ver la platea despojada de sus butacas, convertida temporalmente en el escenario. En el centro de la platea, hay ahora 10 partituras distanciadas y bajo los pedestales que las sostienen unas mantas blancas, que m¨¢s tarde absorber¨¢n la saliva de los m¨²sicos.
Sucedi¨® la noche del domingo, en el concierto de reapertura del templo de la l¨ªrica, cerrado por culpa de la pandemia durante cinco meses. Para la ocasi¨®n ha sido ideada una nueva disposici¨®n del escenario, el foso de la orquesta y la platea. El escenario de La Fenice ha sido transformado en la enorme quilla de un barco que se extiende hasta cubrir la fosa de la orquesta. La noche del domingo, abordaron la embarcaci¨®n 70 m¨¦dicos y enfermeras de la regi¨®n veneciana. El PA?S tambi¨¦n se ha embarcado. Huele a abeto fresco, por la madera de la quilla de esta gran arca de 26 metros de eslora. La han construido los carpinteros de La Fenice, en el taller de la isla de la Guidecca. En su proa, el personal m¨¦dico asisti¨® al espect¨¢culo desde las sillas de terciopelo, color langosta, distanciadas dos metros, unas de otras. Las mascarillas quir¨²rgicas apenas dejaban ver los ojos encantados de los m¨¦dicos y de las enfermeras. La doctora Mar¨ªa Caterina De Marco, directora del hospital de la peque?a ciudad v¨¦neta de San Don¨¢ di Piave, asisti¨® al espect¨¢culo desde el arca. No ocultaba la ¡°fuerte emoci¨®n¡± que la vista privilegiada le provocaba: ¡°Me impresiona tanta belleza, pero me sorprende a¨²n m¨¢s el distanciamiento social y el respeto de las normas de protecci¨®n entre los artistas y el p¨²blico¡±.
Desde la galer¨ªa y los palcos, la imagen del arca anclada en el escenario recuerda los restos de un naufragio. Impresi¨®n que nada tiene que ver con la idea filos¨®fica de la instalaci¨®n, sostiene Fortunato Ortombina, superintendente y director art¨ªstico del teatro. ¡°La gran dimensi¨®n de la nave le permite navegar en el oc¨¦ano. Y La Fenice, en este momento, intenta poder escapar de un mar en pleno temporal. Por la tragedia de la pandemia hemos perdido ocho millones de euros de ingresos¡±, contaba Ortombina, en su despacho, tres d¨ªas antes de la reapertura.
La Fenice, edificado en 1792, fue pasto de las llamas en 1832. En aquella ocasi¨®n los venecianos lo restauraron en apenas un a?o. El fuego de otro incendio -provocado intencionalmente por dos electricistas para no tener que pagar los retrasos de las obras que realizaban- devor¨® el 29 de enero de 1996 uno de los templos de la l¨ªrica m¨¢s bellos del mundo. Quedaron en pie solo las paredes exteriores. Pero fue reconstruido, ocho a?os m¨¢s tarde, ¡°donde estaba y donde era¡±, siguiendo la tradici¨®n de no dejar morir el patrimonio de esta extraordinaria ciudad milenaria. ¡°Esta vez, el teatro renace, pero no sabemos todav¨ªa hacia d¨®nde ir¨¢. En este momento, los grandes espect¨¢culos tradicionales no se pueden hacer porque con poco p¨²blico no tiene sentido hacer propuestas donde hay m¨¢s gente en el escenario que en los palcos. Por otra parte, existe el problema del distanciamiento social de quienes tocan, de quienes cantan. Hasta que no llegue el milagro de la vacuna contra la covid-19, no se podr¨¢ hacer una programaci¨®n normal¡±, dice Ortombina.
Por otra parte, insiste en la necesidad urgente de replantearse el futuro de Venecia, convertida en los ¨²ltimos a?os en parque de atracciones. ¡°Antes de la pandemia, Venecia era como un cajero autom¨¢tico: todo aquel que quisiera abrir una actividad comercial en la ciudad sab¨ªa que obtendr¨ªa dinero f¨¢cil. Ahora no es as¨ª. Hay muchas empresas que cerraron como consecuencia de la marea alta del 12 de noviembre del a?o pasado y que no volver¨¢n. Y es conveniente repensar el turismo de los ¨²ltimos a?os, pues no ha existido una verdadera estrategia¡±.
M¨¢s all¨¢ del impacto del escenario, la reapertura no fue nada pomposa. Media hora antes del inicio del concierto, a las 18:30 de la tarde, cinco m¨²sicos de la secci¨®n de metal de la orquesta de La Fenice daban la bienvenida al p¨²blico, delante de la puerta principal del teatro, en el Campo San Fantin. Sonaron el himno de Italia y un popurr¨ª de piezas emblem¨¢ticas como La Traviata y La marcha triunfal de Aida, de Giuseppe Verdi. El arranque homenaje¨® a los sanitarios con Fanfare For a Common Man, de Aaron Copland. La noche continu¨® con una catarata de m¨²sica renacentista veneciana de Claudio Monteverdi y Giovanni Gabrieli. No hubo intervalo. En la segunda parte, el coro de La Fenice, dirigido por el maestro Claudio Marino Moretti, interpret¨® composiciones de Johann Sebastian Bach.
Finalizado el concierto, Ortombina subi¨® al arca para agradecer la presencia del personal m¨¦dico. La doctora De Marco record¨® a Ortombina que el virus no se ha ido, que siguen llegando a los hospitales j¨®venes y ancianos con la infecci¨®n y felicit¨® al teatro porque se respetara la distancia social con 250 espectadores, en vez de las 1.000 que puede albergar. A las ocho de la noche, los m¨²sicos comentaban, en el Campo San Fantin, la espl¨¦ndida ac¨²stica que se produce en el teatro desde la platea. ¡°Parec¨ªa como si estuvi¨¦ramos sonando en una iglesia. La m¨²sica sub¨ªa y sub¨ªa como si estuviera tocando el cielo¡±, dice Eleonora Zanella, trompetista, la ¨²nica mujer presente ayer en la orquesta. La noche del domingo, Venecia era una ciudad semidesierta. Por eso se escucharon los pasos de Zanella alej¨¢ndose por la calle del Caffettier.
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