Tres hero¨ªnas que derrotaron su belleza
Dorothy Parker, Hedy Lamarr y Lee Miller, mujeres de vidas intensas que dejaron huella
Son tres mujeres, Dorothy, Hedy y Lee, por las que hubiera dado cualquier cosa por conocer. Dec¨ªa Dorothy Parker: ¡°Me gusta tomarme un Martini. Dos como mucho. Despu¨¦s del tercero estoy debajo de la mesa. Despu¨¦s del cuarto estoy debajo del anfitri¨®n¡±. En mi primer viaje a Nueva York acababa de morir de un ataque al coraz¨®n en un hotel, sola con su perro Troy, el mi¨¦rcoles 7 de junio de 1967, pero en el aire a¨²n estaban vivos sus versos. ¡°Bebe y baila, r¨ªe y miente, ama toda la tumultuosa noche p...
Son tres mujeres, Dorothy, Hedy y Lee, por las que hubiera dado cualquier cosa por conocer. Dec¨ªa Dorothy Parker: ¡°Me gusta tomarme un Martini. Dos como mucho. Despu¨¦s del tercero estoy debajo de la mesa. Despu¨¦s del cuarto estoy debajo del anfitri¨®n¡±. En mi primer viaje a Nueva York acababa de morir de un ataque al coraz¨®n en un hotel, sola con su perro Troy, el mi¨¦rcoles 7 de junio de 1967, pero en el aire a¨²n estaban vivos sus versos. ¡°Bebe y baila, r¨ªe y miente, ama toda la tumultuosa noche porque ma?ana tenemos que morir¡±.
Hab¨ªa intentado suicidarse dos veces, una cort¨¢ndose las venas con la cuchilla de afeitar de su marido y otra con Veronal. En los tiempos de esplendor, en esta mujer conflu¨ªa el mundo que uno pod¨ªa so?ar, Scott Fitzgerald, William Faulkner, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, el Hollywood al final del cine mudo, la ¨¦poca dorada de Montparnasse, las vacaciones en la Riviera, siempre invitada por amigos ricos que necesitaban de su ingenio mordaz para animar las sobremesas o las copas en los sillones blancos de los jardines, para sentirse maravillosos, malvados y evanescentes.
Lee Miller fue modelo, fot¨®grafa y musa de artistas, cuya espl¨¦ndida belleza no ces¨® de ser devorada por algunos lobos privilegiados de su tiempo
Parec¨ªa fr¨ªvola, siempre con un lul¨² en brazos, pero nunca dej¨® de ser una radical, un punto de referencia entre los periodistas de The New Yorker, ejemplares divinos que hab¨ªan establecido su tertulia en mesa redonda del hotel Algonquin, en el 59 de la calle 44 Oeste, hasta el punto de ocupar all¨ª una suite donde los amantes entraban y sal¨ªan como en una oficina de correos. Un d¨ªa se puso de rodillas y rez¨®: ¡°Dios m¨ªo, te ruego que hagas que deje de escribir como una mujer¡±. ?C¨®mo suena hoy esta plegaria?
Lee Miller fue modelo, fot¨®grafa y musa de artistas, cuya espl¨¦ndida belleza no ces¨® de ser devorada por algunos lobos privilegiados de su tiempo. Como reportera de guerra cubri¨® el desembarco de Normand¨ªa con un arrojo casi suicida, que se deb¨ªa, tal vez, a que su cuerpo hab¨ªa sido de ni?a su primer campo de batalla. Fue violada varias veces y su padre, tambi¨¦n fot¨®grafo, lleg¨® con ella al borde del incesto.
Naci¨® en Poughkeepsie (Nueva York) en 1907, y con todo el esplendor juvenil de sus 18 a?os realiz¨® una primera descubierta a Par¨ªs, donde cay¨® como un artefacto explosivo en medio de la dorada bohemia de Montparnasse. El fot¨®grafo Man Ray captur¨® a esta salvaje y la hizo suya a cambio de ense?arle todos los ¨²ltimos secretos de la fotograf¨ªa.
El cuerpo de Lee Miller se convirti¨® en un objeto de creaci¨®n para la c¨¢mara de Man Ray. El artista lo desmembr¨® en diversas partes y cada una de ellas se convirti¨® en un icono. Los labios de Lee Miller, sus piernas, su espalda, sus gl¨²teos, su cuello, su torso, su rostro. Jean Cocteau, que la adoraba y no la deseaba, la convirti¨® en estatua y Picasso la hab¨ªa inmortalizado en sus cuadros.
Hedwig Eva Maria Kiesler, conocida como Hedy Lamarr, fue tenida en su tiempo como la mujer m¨¢s bella del mundo y ha pasado a la historia del cine por ser la primera actriz que se exhibi¨® totalmente desnuda en la pantalla e interpret¨® un orgasmo con el rostro en primer plano. La pel¨ªcula se llamaba ?xtasis. Fue rodada en Praga por el director Gustav Machaty, en 1932.
Hedy Lamarr no comprend¨ªa por qu¨¦ despertaba en los hombres solo bajos deseos y ninguna admiraci¨®n por su talento
Su extraordinaria belleza comenz¨® muy pronto a causarle m¨¢s problemas que ventajas. No comprend¨ªa por qu¨¦ despertaba en los hombres solo bajos deseos y ninguna admiraci¨®n por su talento, que sin duda iba mucho m¨¢s all¨¢ de su cuerpo. Aunque lo odi¨® hasta la muerte, Hedy Lamarr siempre record¨® que Hitler fue casi el ¨²nico que le bes¨® con delicadeza la punta de los dedos en aquellos salones donde esta inquietante jud¨ªa se mov¨ªa en los a?os treinta.
El magnate Fritz Mandl, propietario de una siderurgia, que fabricaba municiones de guerra, comparable a la de Krupp, abducido por la belleza comenz¨® a cortejarla, aunque de hecho la compr¨® mediante una descarga er¨®tica de joyas y oro macizo. Una vez capturada, comido de celos, la encerr¨® en casa bajo llave. La llevaba a las reuniones sociales donde la exhib¨ªa como una pieza de caza y luego la dejaba atada al pie de la cama como a una perra. Un d¨ªa se fug¨® y perseguida por su marido no termin¨® de huir hasta llegar a Hollywood.
Durante los dos a?os que dur¨® este secuestro Hedwig Eva Maria tuvo tiempo de reemprender los estudios de ingenier¨ªa y puesto que asist¨ªa con su marido a reuniones, cenas y viajes en los que se trataba de nuevas tecnolog¨ªas para armamentos, ella por su cuenta invent¨® una f¨®rmula, el llamado espectro expandido, una t¨¦cnica de conmutaci¨®n de frecuencias que posteriormente se us¨® para proteger la direcci¨®n de los misiles. Este invento de Hedy Lamarr fue patentado en 1940 y todav¨ªa hoy tiene aplicaci¨®n. Hizo posible por primera vez la trasmisi¨®n de se?ales secretas sin poder ser interferidas, se utiliz¨® en Vietnam y en la crisis de los misiles en Cuba.
?Hay en el mundo de hoy mujeres como ellas o solo son el reflejo de un tiempo dorado?