Jos¨¦ Dar¨ªo Guti¨¦rrez:?¡°Mi preocupaci¨®n est¨¢ lejos de ser est¨¦tica¡±
El coleccionista colombiano muestra algunas de sus joyas, reflexiona sobre el sentido ¨²ltimo de su pasi¨®n y critica la institucionalizaci¨®n del arte
El mundo de un coleccionista habla tanto de las obras de las que se rodea como de la mente y el coraz¨®n de quien ha reunido ese conjunto de trabajos irrepetible por naturaleza. En Jos¨¦ Dar¨ªo Guti¨¦rrez, es ¨²nico el fruto de esa pasi¨®n pero ?Cu¨¢les son las poleas que la mueven? El colombiano es un humanista que comenz¨® coleccionando autos Matchbox y sellos postales, que se interes¨® tard¨ªamente en las artes pl¨¢sticas y que, ademas de estudiar Derecho, se apasion¨® por la literatura. Este fue un resultado l¨®gico tanto de sus propias inclinaciones como del magn¨¦tico ambiente en que creci¨®, entre los dibujos y los moldeados de arcilla de su padre y las lecciones de su madre, una profesora de m¨²sica y de historia del arte de secundaria que Guti¨¦rrez no olvida f¨¢cilmente.
¡°El arte siempre fue algo normal en mi casa, aclara Gutierrez. Aunque no hab¨ªa intenci¨®n coleccionista, se decoraba con arte y las obras correspond¨ªan a un criterio art¨ªstico, no a uno decorativo. Aun as¨ª es dif¨ªcil para m¨ª descifrar la tendencia a coleccionar. Es como una condici¨®n mental o psiqui¨¢trica: un deseo de control, o el placer de verse rodeado de cosas que invitan a pensar. En principio, no es una actitud muy generosa, es m¨¢s bien acaparadora. Pero lo que han demostrado los procesos es que el coleccionista es un tenedor temporal que conforma una colecci¨®n a veces tan valiosa que no es posible venderla, y termina convirti¨¦ndose en patrimonio de los pa¨ªses¡±.
Guti¨¦rrez es el impulsor de esa monumental iniciativa de investigaci¨®n que ha sido el Proyecto Bachu¨¦: en su apartamento, es f¨¢cil delinear d¨®nde empieza y d¨®nde termina cada uno de los per¨ªodos que colecciona. Pero si nos dejamos perder en el laberinto de piezas desde la colonia hasta hoy que Guti¨¦rrez ha acumulado, el hechizo surte efecto y uno ya no sabe qu¨¦ es qu¨¦, absorto ante tanta belleza, tanta excelencia, tanta lucidez, y como si eso no bastara, por un criterio tan fino como el suyo.
Lo que han demostrado los procesos es que el coleccionista es un tenedor temporal que conforma una colecci¨®n a veces tan valiosa que no es posible venderla, y termina convirti¨¦ndose en patrimonio de los pa¨ªses
Durante la larga conversaci¨®n con EL PA?S a trav¨¦s de la c¨¢mara de Zoom a que nos obliga la pandemia, el efecto es igualmente hipn¨®tico. Desde Alfonso Su¨¢rez y Camilo Lleras hasta Fernando Botero, Leopoldo Richter, Alipio Jaramillo, Leonel Casta?eda y Jos¨¦ Alejandro Restrepo. Desde el ciclo de la modernidad colombiana hasta la llegada a la colecci¨®n de una emblem¨¢tica, ecl¨¦ctica y en su momento incomprendida obra de 1925, perteneciente a R¨®mulo Rozo Pe?a, pasando por el desarrollo del proyecto mencionado y la consecuente profundizaci¨®n documentada en conceptos que ayudan a enriquecer el contexto y el fundamento que le dan sentido a cada obra.
Contrariamente a lo que uno podr¨ªa suponer, el embrujo que el conjunto provoca acaba siendo natural en un pa¨ªs donde otro mago, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, lleg¨® a revelar que sus relatos m¨¢s fant¨¢sticos eran en verdad ¡°realistas¡±.
¡°El concepto de coleccionar es el de un ¨¢nimo recolector y apropiador. Pero el punto sobre el que luego reflexiono, y el que da lugar al momento en que se formaliza mi proyecto, tiene su origen en una preocupaci¨®n alrededor de la identidad nacional de un pa¨ªs como Colombia y, fundamentalmente, sobre su entrada o no a la modernidad, pues yo creo que ¨¦sta todav¨ªa es una naci¨®n premoderna. Ya por ADN familiar, esa preocupaci¨®n por lo propio ha estado presente en m¨ª, quiz¨¢s desde mi abuelo Benigno Abelardo Guti¨¦rrez, un ilustrado de principios de siglo pasado con una educaci¨®n propia adquirida en Sons¨®n, un pueblo de Antioquia donde fue, adem¨¢s de gerente de una compa?¨ªa minera, fot¨®grafo, liberal en un sitio conservador, fundador de uno de los peri¨®dicos y de la Sociedad de Mejoras P¨²blicas, y donde realiz¨® el primer estudio de su ciudad en funci¨®n del entorno colombiano, adem¨¢s de haber sido un gran recopilador del folclore antioque?o, preocupaci¨®n con la que ¨¦l seguir¨ªa al frente de una editorial de alcance nacional en Medell¨ªn¡±, explica Guti¨¦rrez, y escucharlo es, un poco, como leer a Juan Rulfo.
¡°Con mi padre, que fue ingeniero y toda la vida tuvo el anhelo de hacer algo relacionado con el legado de mi abuelo, no tuve una buena relaci¨®n, pero esa cercan¨ªa con las letras siempre ha sido muy ambiental en el entorno, igual que, por otro lado de la familia, la m¨²sica, desde mi tatarabuelo hasta mi abuelo, mi padre y mi mam¨¢¡±, completa quien, junto a sus primos, comenz¨® a estudiar piano a los siete a?os de edad.
Yo no me defino como un apreciador del arte. En general, mi preocupaci¨®n est¨¢ lejos de ser est¨¦tica, y a veces se va hacia lo contrario, porque me atrae aquello otro que me desagrada o que me choca
Sin embargo, y as¨ª empieza a demarcar su personalidad como coleccionista de ¨¦lite, declara: ¡°Yo no me defino como un apreciador del arte. En general, mi preocupaci¨®n est¨¢ lejos de ser est¨¦tica, y a veces se va hacia lo contrario, porque me atrae aquello otro que me desagrada o que me choca. Entonces, ?por qu¨¦ termino tan metido en esto, con un impulso tan temprano y tan decidido, de querer vivir rodeado de cosas con las que me sintiera c¨®modo, estando en casa y rodeado de objetos demandantes que generan preocupaciones y exigencias? Creo que porque, as¨ª como mi abuelo era un recopilador, yo soy un editor que identifica fen¨®menos sociales, que en este caso son las manifestaciones pl¨¢sticas. Entonces, me interesa saber en qu¨¦ entorno se produjeron, qu¨¦ acompa?¨® esa producci¨®n y, sobre todo, por qu¨¦ esas determinadas piezas, que para m¨ª tienen un gran valor antropol¨®gico, no son apreciadas por el mundo del arte, lo cual ha tenido la ventaja de que me llegaran obras maravillosas que ese mundo hoy no considera valios¨ªsimas¡±.
Una satisfacci¨®n morbosa
Como una especie de involuntario conservador de un arte sagrado aunque a¨²n incomprendido, asegura: ¡°Mi proyecto no es personal, sino de desaf¨ªo hacia el modelo institucional que los gobernantes nos han impuesto. Por eso tambi¨¦n es c¨ªvico, pues busca generar conciencia y criterio en la persona, para que act¨²e como un ciudadano, en el sentido m¨¢s griego del t¨¦rmino.
Pero ?qu¨¦ espera ¨¦l que el espectador encuentre en su colecci¨®n? En primer lugar, una serie de elementos complementarios a las preocupaciones m¨¢s propias del sentido com¨²n y del establishment. ¡°Mi satisfacci¨®n morbosa es traer a una persona, cualquiera sea su nivel, que reconozca que hay cosas que no conoce, a las que no les hab¨ªa dado valor o que no hab¨ªa relacionado, o que por de pronto diga: ¡®Uy, pero este per¨ªodo no lo conoc¨ªa¡¯ o ¡®?por qu¨¦ est¨¢ esto al lado de un artista tan consagrado¡±, dice Guti¨¦rrez, a quien los vientos del esnobismo le son por completo ajenos.
Acaso por eso afirme, directo: ¡°El arte colombiano no tiene ninguna, y repito, ninguna, proyecci¨®n internacional. Una sola instituci¨®n ha hecho algo por el arte contempor¨¢neo latinoamericano, pero normalmente es muy dif¨ªcil que t¨² veas algo distinto a Botero o a Doris Salcedo¡±. Acaso por eso aportar contexto al caos sea tan vital para ¨¦l, no solo en el arte colombiano sino en el latinoamericano y, luego, estrictamente en el terreno contempor¨¢neo, que acumul¨® cr¨ªticamente con especial ah¨ªnco entre los a?os 2000 y 2019.
¡°Pasar del arte moderno al contempor¨¢neo me cost¨® mucho trabajo, y lo entend¨ª a trav¨¦s de la ruta de varios artistas contempor¨¢neos que se preguntaban qui¨¦nes somos y qu¨¦ pa¨ªs queremos ser, lo cual no es una crisis pol¨ªtica sino de construcci¨®n de naci¨®n. As¨ª que creadores con esa metodolog¨ªa, como Nadin Ospina, Carlos Castro, Fernando Pareja y Leidy Ch¨¢vez, o Jos¨¦ Alejandro Restrepo, a m¨ª me cuadraban. El arte contempor¨¢neo que me interesa no solo se fija en los fen¨®menos que est¨¢n sucediendo hoy, sino que se interesa en los or¨ªgenes de la humanidad y de sus preocupaciones. Para m¨ª, la geometr¨ªa o la abstracci¨®n como tal no existen, sino que son todas decisiones expresionistas de los artistas. As¨ª que, volviendo a gente como Restrepo, entr¨¦ en una nueva disciplina y sent¨ª que pod¨ªa tomar decisiones de acuerdo a mi criterio y no de o¨ªdas o de recomendaciones ajenas, con lo cual empec¨¦ a construir mi propia colecci¨®n de arte contempor¨¢neo, que tambi¨¦n es paralela y no apela al gusto general, tanto que una editorial universitaria lleg¨® a decir que era de mal gusto¡±, confiesa con elegancia Guti¨¦rrez, un pensador aut¨¦ntico en tiempos de pereza intelectual.
Pese a lo cual no deja de aclarar: ¡°En el mundo contempor¨¢neo debo escoger y ser muy cr¨ªtico, porque puede haber 500 artistas y tengo que seleccionar cu¨¢les reflexionan sistem¨¢ticamente sobre los temas que me interesan, con independencia de la manera en que lo resuelvan pl¨¢sticamente. Esos artistas contempor¨¢neos me ayudan a completar un relato, mientras que la modernidad no es tan antropol¨®gica y ya sucedi¨® tal cual fue. Pero hay obras actuales con las que, por su tem¨¢tica o sus materiales, no puedo convivir, y sin embargo son reflexiones necesarias que debo atesorar. Quiz¨¢s porque no me interesa el arte universal que no contribuya a una idea de naci¨®n¡±.
Una confesi¨®n sorpresiva interrumpe lo que parec¨ªa que era un final contundente. ¡°Tengo algunas obras en dep¨®sito que todos los d¨ªas trato de ver c¨®mo meto a la casa, pero no soy capaz de desmontar una pieza sin que la otra me haga falta. Es un desaf¨ªo¡±. Y, picante, a?ade: ¡°A diferencia de algunas instituciones que tienen sensatez para programar sus muestras, los grandes museos de Bogot¨¢ consideran que darle espacio a un coleccionista es valorizar su colecci¨®n, pero entonces, ?qu¨¦? ?Me la van a comprar? Ese concepto es ego¨ªsmo e inseguridad¡±.
Instigador de la investigaci¨®n en profundidad en torno al arte moderno y a la identidad nacional, lo cual tiene desde aristas antropol¨®gicas hasta sociol¨®gicas, empresario, mecenas, editor, emprendedor, coleccionista e intelectual: todo eso es Jos¨¦ Dar¨ªo. Y quiz¨¢s no habr¨ªa llegado adonde lleg¨® sin una firmeza y un sentido cr¨ªtico no exentos de bondad.
As¨ª que no puede resultar menos que grato escuchar el modo en que remata una conversaci¨®n que podr¨ªa seguir por siglos: ¡°Antioquia se siente un pa¨ªs distinto a Colombia, est¨¢ en b¨²squeda de una independencia y tiene esos grandes logros de quien hace esfuerzos superiores. Pero tambi¨¦n tiene el problema de que es autorreferencial y de que todo el tiempo se est¨¢ mirando el ombligo. Entonces, yo critico esas circunstancias, aunque digo que me considero antioque?o. Soy producto de esa identidad en mi car¨¢cter, en mis ambiciones y en mis aspiraciones¡±.
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