Celebraci¨®n de la supervivencia

¡ªMe recuerda a Buchenwald.

¡ªS¨ª, pero sin focos ni valla electrificada ni crematorio.

Este di¨¢logo de los primeros minutos de Los ni?os de Windermere, pel¨ªcula hist¨®rica del experimentado director de televisi¨®n pero novel en cine Michael Samuels, ejemplifica el tono did¨¢ctico de cada texto, de cada situaci¨®n. Quiz¨¢ hasta el exceso.

Resulta mejor como pel¨ªcula familiar de primer acercamiento a una de las grandes tragedias de la historia de la humanidad que como drama adulto.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de chicos jud¨ªos supervivientes de los campos de exterminio nazis fueron acogidos por el gobierno brit¨¢nico en un campamento a orillas del lago Windermere. El relato, filmado de un modo acad¨¦mico por Samuels, con guion de Simon Block, otro habitual de la televisi¨®n de segunda fila, da cuenta de aquella historia real con la convicci¨®n del que debe celebrar la supervivencia, con el valor del homenaje. Pero todo se subraya demasiado. Cada situaci¨®n del pasado a trav¨¦s del texto: el remordimiento del que ha aprendido demasiado pronto a sobrevivir, incluso a costa de los dem¨¢s. Y tambi¨¦n a trav¨¦s de la acci¨®n y la imagen: los ni?os guard¨¢ndose el pan a mansalva durante la primera comida, por si al d¨ªa siguiente no hay.

Sin embargo, pese a su meridiana y algo cargante explicitud, la pel¨ªcula acaba acogiendo, como no pod¨ªa ser de otro modo en esta ¨¦poca y en tal situaci¨®n, algunos conflictos de inter¨¦s, caso de la dicotom¨ªa entre el olvido del pasado y la necesidad de ser justos con ¨¦l. Los ni?os de Windermere entra de lleno en el arquetipo de producci¨®n brit¨¢nica de aspecto impecable a la que poco se puede reprochar pero sin nada llamativo que aplaudir. Con pocos resquicios y menos sorpresas, resulta mejor como pel¨ªcula familiar de primer acercamiento a una de las grandes tragedias de la historia de la humanidad que como drama adulto de trascendencia y complejidad.